Convivencia
Se respira algo siniestro en el aire que asusta y por eso hay tanta gente que no sale de casa
Ayer vi una película de guerra para eclipsar la batalla que se libra a diario en los noticiarios. El aviador desde el cielo era un ... ángel exterminador en busca de lugares en los que sembrar la destrucción y la muerte. Una metáfora de la realidad. Se respira algo siniestro en el aire que asusta y por eso hay tanta gente que no sale de casa. Me quedo mirando la mosca que revolotea en el cristal de la ventana buscando la libertad que tiene delante de sus ojos y que es incapaz de alcanzar. Abro la ventana y la empujo a salir. Siempre he envidiado a los animales que vuelan, me refiero a los animales irracionales, los que no necesitan crear máquinas ni motores para elevarse por encima de la corteza terrestre y planear por el cielo infinito. Los animales aéreos utilizan algo tan simple como las alas de su propio cuerpo. Un milagro cotidiano. Yo vuelo con la imaginación, otro milagro. Viajo sin salir del cuarto. Recuerdo al hombre que vivía solo en una pequeña casa en medio del campo y mantenía largos monólogos con la salamanquesa que lo visitaba todas las noches de verano. Ella se quedaba quieta junto a la luz de la pared y escuchaba al hombre contar su vida pasada. De vez en cuando, la salamanquesa realizaba un repentino movimiento para cazar algún insecto e inmediatamente regresaba a la inmovilidad, igual que si estuviera con el hombre sentada a la mesa y hubiera cogido una aceituna o bebido un trago de cerveza. Siempre me ha llamado la atención ver cómo los animales se buscan la vida casi desde que nacen, apenas necesitan ayuda de los mayores. Nuestro aprendizaje, por el contrario, es mucho más largo y costoso.
Estoy hablando solo como el hombre de la salamanquesa. Oigo la voz de una vecina que da clases a los alumnos que también están encerrados en sus casas. Ella habla y los alumnos escuchan. Luego dialogan y cada cual manifiesta su opinión. El diálogo, la curiosidad, algo sencillo y atractivo que no todo el mundo sabe ejercitar. El hombre de la salamanquesa decía que cuando uno se va haciendo viejo siente más el valor que posee cada cálido pensamiento de los demás. Sin embargo, hay individuos incapaces de escuchar a la persona que tienen al lado. Desde que me dedico a la vida contemplativa siento una maravillosa calma. Me complace mirar el lado bueno de las cosas, los aspectos positivos. Se acabaron las películas de guerra. De pronto, la mosca ha vuelto a entrar en casa, no sé por dónde. No creo que quiera volver a la cárcel. Tal vez haya cogido confianza y quiera darme las gracias por haberla ayudado a salir volando. No es habitual que nos ayuden a encontrar la libertad sin exigir nada a cambio.
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