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Fue el más buscado. No solo porque su fama de 'enfant terrible' del cine francés le precedía, sino también porque fue el único que no se dejó ver. El cuartel general del rodaje de la película norteamericana 'Mando perdido' en Málaga estuvo en el emblemático hotel Pez Espada y por allí se dejaron fotografiar y entrevistar Anthony Quinn, Claudia Cardinale y Maurice Ronet. Todos afables y cercanos. Pero ni una pista de Alain Delon que agrandó su gloria de tipo arisco y distante jugando al escondite con la prensa local que respondió aireando el reciente «fracaso» en Hollywood del protagonista de 'A pleno sol' y 'El Gatopardo' para justificar su ausencia. No obstante, el galán, que hace unos días recibió la Palma Honorífica del Festival de Cannes, tuvo sus razones para la espantada. Y es que prefirió la compañía de su amigo Maurice Beriro que lo acogió en su residencia de Benalmádena. Y al actor le gustó tanto que decidió quedarse.
En aquel junio de 1965, Alain Delon huía de su propia fama y de las interminables preguntas de su relación con Romy 'Sissi' Schneider, cuya alargada sombra le perseguía pese haber roto un par de años antes. Así que cuando Beriro, el empresario del hotel Tropicana de Torremolinos, le ofreció su villa en Rancho Domingo, el actor francés no dudó en quedarse allí junto a su mujer, la actriz Nathalie Canovas, y su hijo Anthony, entonces un bebé. Un oásis desde el que se dominaba la costa desde Fuengirola a Torremolinos y donde pudo mantener a su familia lejos de los focos, mientras que el propio Delon encontró el sitio ideal para pasar inadvertido. Entonces le pidió a su anfitrión que le reservase un terrenito en la urbanización para construirse una casa.
A falta de poder preguntarle por Romy Scheneider, la prensa especulaba con una supuesta relación entre el actor y la Cardinale, aunque lo cierto es que las únicas imágenes entre ambos fueron las que se vieron más tarde en la gran pantalla cuando se estrenó 'Mando perdido'. La actriz daba vida a una miembro de la resistencia argelina, mientras que Delon encarnaba a un militar francés. Ambos personajes se tropezaban en una manifestación por la independencia de Argelia del dominio francés que acababa con disturbios y en la que el soldado 'salvaba' a la chica. Después se tomaban un café en una calle de Argel, aunque no hacía falta fijarse mucho para ver que aquella localización africana no era otra que el arabesco Mercado de Salamanca.
Entre las escasas fotos de Alain Delon en Málaga están precisamente las de esta jornada de rodaje en el Molinillo, en las que la cámara de Eugenio Griñán cazó por fin al esquivo galán francés. Aunque en ninguna aparece cerca de Cardinale, con la que Delon ya había trabajado en 'El Gatopardo'. Todo lo contrario pasaba en el filme, donde el 'affaire' entre Delon y la Cardinale iba a más en una tórrida escena en la que la pareja se daban achuchones, besos y carreras a pie de playa argelina. En realidad, no es difícil reconocer el benalmadense castillo Bil-Bil detrás de los protagonistas.
En octubre de 1965, Alain Delon volvía a Benalmádena y formalizaba la compra de su terreno en Rancho Domingo, concretamente en el número 9 de la urbanización. Entonces accedía a una entrevista con SUR en la que el periodista Paco Lancha preguntaba, mientras el actor encadenaba un pitillo tras otro. Marca Gitanes con boquilla. Aunque para boca, la del propio galán francés que, siempre celoso de su intimidad, comenzaba la entrevista avisando que en su casa tendría «alambradas y guardias con fusiles».
Después se relajaba, bajaba el tono y aseguraba que «Torremolinos era el Saint Tropez español, pero el clima es mejor aquí». El protagonista de 'A pleno sol' y 'Rocco y sus hermanos' reconocía que durante su estancia en Benalmádena «tenía la impresión de estar de vacaciones más que trabajando», a lo que se unía la cercanía del aeropuerto de Málaga y sus conexiones internacionales: «Es fantástico tener a solo dos horas de París el sur de España». Todo le parecía fantástico, salvo una cosa. Las precarias redes telefónicas que necesitaban siempre de una operadora para llamar al extranjero. Aunque después se lo pensaba y hasta le buscaba el lado positivo: «Ahora bien, para mi ha sido una gran ventaja. Nadie te puede molestar». Habría que preguntarle hoy día al actor que opina de los teléfonos móviles y la conexión permanente de los 'smartphone'.
Alain Delon confesaba que venía a Málaga exclusivamente a «tomar el sol». Aunque la práctica de los años posteriores también incluyó una frenética actividad nocturna. Sobre todo si las organizaba su amigo Alfonso de Hohenlohe en el Marbella Club, donde en más de un sarao el francés coincidió con Sean Connery y Stewart Granger.
Sobre el rodaje de 'Mando perdido', Alain Delon reconocía que el personaje le quedaba cerca. Al comienzo de su carrera en los años 50, el director Yves Allégret le dio un consejo que nunca olvidó: «Me dijo: 'Quiero que mires como tú miras, que te muevas como te mueves, que hables como hablas, que escuches como escuchas. Se tú, no actúes'». Así que Delon, actor de tripas y corazón, hizo de aquello la marca de la casa. Y aceptó el rodaje de la cinta bélica de Mark Robson en Málaga porque, como su personaje, llevaba la vida castrense más allá del uniforme: «Pasé cinco años de mi vida como paracaidista voluntario en Indochina», revelaba a SUR el actor.
Puestos a preguntar, Lancha le cuestionaba sobre su poco éxito en Estados Unidos, donde había rodado con Shirley MacLaine 'El Rolls-Royce amarillo'. Y lejos de ofenderse, Delon daba una bocanada a su cigarro -tal vez para darse tiempo- y respondía que «esto es cosa de la prensa francesa, entre la que se desencadenó una guerra porque me marché a América. Cuando volví dijeron que había fracasado. La prensa norteamericana se ha encargado por mí de desmentirlo». Lo cierto es que Delon nunca encontró su sitio en la industria de Hollywood y, hace unos días, en el Festival de Cannes lo justificaba con una versión opuesta a la que ofreció en los años 60: «Echaba mucho de menos Francia, echaba de menos París y echaba de menos el cine francés».
En aquel encuentro de 1965, el actor descubría una de sus aficiones ocultas, la fotografía. Tanto como para haberse dedicado profesionalmente a ello de no ser intérprete. Toda una revelación de un hombre que precisamente se enfrentó en numerosas ocasiones a los fotógrafos y hasta acabó en los tribunales. Con condena incluida, como aquella indemnización de 22.000 pesetas -132 euros al cambio actual- que le impuso en 1985 un juzgado de Marbella a Delon por los desperfectos en el coche y la rotura de gafas a un paparazzi de la Costa del Sol cuando éste lo iba fotografiar dando un paseo en bicicleta con una amiga.
Pese a aquella imagen iracunda de años mas tarde, el periodista Paco Lancha se llevó una imagen muy diferente del joven Delon tras entrevistarlo para SUR. «En contra de lo que se cree es un excelente muchacho, correcto, agradable y enormemente sencillo», recogía en su crónica, que también daba algunos rasgos de excentricidad en el actor que hizo la entrevista descalzo. El intérprete acababa agradeciendo al periodista que no le hubiera preguntado por Romy Scheneider. Y esta vez que no hubo cuestiones amorosas, el actor acabó, paradójicamente, hablando de esta relación: «El caso está terminado».
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