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La primera vez que Paco escuchó a Camarón solo le pareció "correcto".
Las últimas notas de Paco de Lucía

Las últimas notas de Paco de Lucía

El maestro falleció cuando su hijo Curro remataba un documental donde se sincera: «Fui de izquierdas hasta que gané los dos primeros millones y los guardé en el banco». Este viernes vuelve desde lo más hondo

Ester Requena

Viernes, 24 de octubre 2014, 01:36

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Curro Sánchez se quedó con los billetes de avión a México guardados en el cajón. Una trágica llamada canceló el viaje previsto para grabar por fin las últimas secuencias del documental sobre su padre, fallecido en febrero a los 66 años. Ocho meses después, Curro ha terminado su obra... y le ha dado un final feliz, que es como quiere que recuerden al artista. Paco de Lucía: La búsqueda llega este viernes a los cines para descubrir al auténtico maestro, a Francisco Sánchez, al hijo de Luzía la Portuguesa, al niño de una familia humilde de Algeciras «con los muslos, el culito muy gordo» y una timidez que le hacía pasarlo mal cruzando la calle por las miradas de sus vecinas. Al chaval que cogió una guitarra con 7 años y no la soltó hasta convertirse en un genio universal. Una palabra de la que él rehuía. Incluso le incomodaba que sus músicos se dirigiesen a él como «maestro». No se veía como tal.

«Paco me daría la enhorabuena por la historia que cuenta el documental, pero me pegaría tres capones con la música; para él seguro que no habría estado perfecta», desvela Curro, licenciado en Comunicación Audiovisual y Cine. Tiene 30 años y es el pequeño de la «primera camada» del músico, la que formó con la vasca Casilda Varela. En este trabajo cambia su tradicional «papá» por Paco, lo que le ayuda a mostrar al personaje sin sentimentalismos, si eso es posible, a través de una historia donde el guitarrista se implicó tanto que en momentos casi ejercía de codirector.

Una vida, dos familias

  • Dos décadas de amor junto a Casilva Varela

  • . Paco de Lucía y Casilda Varela se enamoraron locamente en la década de los 70. La familia de la novia, de la alta burguesía vasca con villa en Neguri, no veía con buenos ojos entroncar con un guitarrista flamenco. La pareja terminó casándose en secreto en Ámsterdam en 1977. Tuvieron tres hijos Casilda (periodista, 1978), Lucía (abogada, 1979) y Curro (cineasta, 1983). Las giras enfriaron la relación hasta que decidieron separarse a principios de los 90.

  • Un flechazo con Gabriela Canseco, 22 años menor.

  • Tras separarse de su primera mujer, el artista fijó su residencia en México, donde a finales de los 90 tuvo un flechazo con la restauradora mexicana Gabriela Canseco, 22 años menor que él. Se casaron por lo civil y pronto tuvieron dos hijos Antonia (1999) y Diego (2007). Vivían a caballo entre México y Palma de Mallorca, donde pasaban largas temporadas y están grabadas gran parte de las declaraciones que realiza el guitarrista en el documental.

En los títulos de crédito también aparece su hija Casilda de coguionista y Lucía como coproductora. De la «segunda camada» se dejan caer por la pantalla su mujer Gabriela y el pequeño Dieguito. Pero ellos no hablan. El propio Paco y alguno de sus colaboradores y músicos más cercanos, como Alejandro Sanz o Chick Corea, son los que esbozan su arte... y su verdadero carácter. «Era capaz de ser el hombre más atormentado en el aspecto musical y al mismo tiempo el más alegre y vital en la intimidad. Siempre un hemisferio suyo estaba pensando en la música, pero también era el primero en idear planes como salir a pescar y cocinar lo que lográsemos», recuerda su hijo. El propio Paco de Lucía se define en la cinta como alguien al que «le gusta más el cachondeo que a un tonto un lápiz».

¿Con qué actuación se queda?

Con las nocheviejas familiares. Ahí mi padre era otro guitarrista. Estaba con una sonrisilla de alegría permanente. Tocaba la guitarra, pero también se le podía ver cantando o tocando las palmas cuando llevaba una copita de más.

¿Y cantaba bien?

Sí, contenía un poco la voz, pero tenía buen sentido de la afinación.

Camarón, el Mesías

Desde luego, no era Camarón, su gran pareja flamenca. Paradójicamente, la primera vez que coincidieron, el cantaor solo le pareció «correcto». Poco después cambiaría de opinión. «Tras una noche de marcha juntos empezó a cantar y yo no me lo podía creer. El impacto fue tan fuerte que yo sentí algo, como que había llegado el Mesías», relata en los 90 minutos que dura el documental. Empezaba entonces una relación artística fundamental, «pero a nivel personal no lo era tanto; él era muy tímido y yo también (...). Pero era muy buena persona. ¡Cómo no se va a ser bueno cantando de esa manera!», enfatiza el propio De Lucía.

A Paco le pasaba algo parecido, se sentía muy identificado con Camarón: «Sin la guitarra sería un introvertido. No hubiera podido sacar mi personalidad fuera, ya que no tengo otra forma de expresión». Pero de puertas para adentro no era difícil verlo bailando con el gato o riendo a carcajada limpia porque algo le había salido bien en el estudio. Cuando lo confundían en el extranjero con el actor David Carradine, firmaba autógrafos con el nombre del protagonista de Kung Fu. No se sentía ofendido. «Tenía un punto infantil y alegre que nunca dejó que se escapase. También le daban como chispazos de genio loco, como ponerse a tocar el bajo, limarse una hora las uñas para que estuviesen perfectas, arreglar él mismo un conversor de sonido con un destornillador o utilizar una aplicación del iPad para afinar la guitarra», desvela Curro.

Ninguno de sus cinco hijos ha seguido su estela, aunque aún queda por conocer el futuro de los dos pequeños, Antonia y Diego, «que tienen mucho arte». Curro tenía 5 años cuando tocó por última vez la guitarra, pero sí heredó de su padre la pasión por el cine. Juntos se encerraban en un multicine a pasar toda la tarde o cogían el Mercedes rojo para alquilar un buen paquete de cintas en el videoclub.

Los fines de semana tocaba maratón de las películas españolas que le mandaba la Academia de Cine, porque el artista era miembro desde que ganó el Goya a la Mejor Música original por Montoyas y Tarantos. «Paco era tremendamente curioso y culto, algo que se guardó para él. Se leía tres libros por semana y de autores completamente dispares. De repente estaba con uno de Dickens o Murakami y pasaba a los Episodios nacionales, de Pérez Galdós, o a la última novela de Pérez Reverte». Por no hablar de géneros musicales, que escuchaba todo lo que caía en sus manos».

¿Su padre también los ponía a hacer compás en la mesa, como lo criaron a él?

Él tenía una filosofía totalmente distinta a la de mi abuelo y dejó que cada uno escogiésemos nuestra carrera, aunque desde pequeño nos expuso a toda esa tradición flamenca. Eso sí, cuando estaba preparando un disco hacía compases en la mesa y se levantaba de repente para irse al estudio a probar lo que se le había ocurrido mientras se comía e atún. Creo que en la mesa tuvimos muchas más conversaciones de política que de flamenco. Por ejemplo, la intervención de Irak lo tuvo indignado y nos pasábamos comidas enteras hablando del tema.

«No hice nada por los demás»

En público, Paco de Lucía no hablaba de política. Escarmentó por las críticas que le llovieron después de reconocer que era de izquierdas. Luego decidió no ser hipócrita: «Fui de izquierdas hasta que gané los dos primeros millones de pesetas y los guardé en el banco y no hice ni una escuela ni lo di para los niños de África ni hice nada por los demás. Ya nunca más dije públicamente que era de izquierdas», puntualiza él mismo en el documental.

Desde entonces solo hablaba de su música y de su búsqueda por enriquecer el flamenco, improvisaciones incluidas, al estilo de sus idolatrados músicos de jazz. De una de ellas, grabando un disco en un estudio, salió Entre dos aguas, uno de sus temas más conocidos mundialmente. Hasta sonó en las discotecas. «No estaba preparado para ese éxito y tuve un conflicto interior bastante importante por ser conocido, incluso más que Camarón», matiza en un momento de la grabación que hoy se presenta en Madrid.

Habrá mucho material guardado de su padre. Podrían editar algún disco póstumo...

Yo cierro capítulo con este documental, pero tenemos intención de propulsar una fundación. Hay cosas guardadas, pero sería casi obsceno publicar temas inéditos a los que él no les hubiera dado su consentimiento. Si mi padre los guardó fue por algo.

El grado de perfeccionismo de Paco de Lucía era tal, que él mismo era su mayor crítico. «Cuando salgo a un escenario yo toco para mí, porque yo tengo la certeza de que si te gustas a ti mismo eso se transmite de alguna manera». Si se notaba mal, de poco le servía que el auditorio se pusiese en pie y aplaudiera a rabiar.

«Yo no planifiqué a priori nada en mi vida. En mi vida he improvisado».

Sí, y su leitmotiv era: «Yo soy como un río, que paro un ratito donde la corriente me deja un remanso. Luego, dejo que la corriente tire de mí». Todo lo que ha hecho por la música le ha ido viniendo, él no ha escogido nada o lo ha buscado de manera premeditada.

Hasta su muerte fue improvisada... Un ataque de corazón cuando estaba en una playa con su familia, en México.

Despedirse de la manera que se despidió fue el mayor acto de improvisación por su parte.

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