Chicano y Picasso, reencuentro íntimo en Málaga

Habla Mariluz Reguero y se hace el silencio en la última estancia de la sala de exposiciones temporales de la Fundación Picasso-Museo Casa Natal, donde este martes se reencuentran Picasso y Chicano cuando va camino de cumplirse el primer aniversario de la muerte de Chicano, artista crucial en el relato de la Historia del Arte hecho desde Málaga entre los siglos XX y XXI, pero también agitador cultural imprescindible para entender cómo hemos llegado hasta aquí. Y aquí, en la Casa Natal que Chicano levantó como primer director y baluarte del regreso de Picasso a su tierra, aquel equipo que él formó hace más de tres décadas ha puesto en pie una exposición contenida y cabal, como el propio Chicano, a partir de medio centenar de obras que dan cuenta de sus múltiples facetas como pintor, grabador, dibujante, diseñador y creador inconformista hasta la médula.

A ese tuétano íntimo y crucial señala la exposición 'Eugenio Chicano: a Pablo Picasso, dedico', rúbrica del primero en cada obra dedicada al segundo en un juego de espejos creativo ahora desplegado en la Fundación Picasso. La muestra abre esos vasos comunicantes entre Chicano y Picasso a partir de una selección de obras realizadas entre 1975 y 2013. El recorrido, además, pone el acento en ese carácter personal, casi doméstico, al ofrecer un conjunto de piezas que han permanecido en la propia colección de Chicano -y ahora, de sus familiares- y de un puñado de coleccionistas de su círculo más cercano.

El resultado es un montaje capaz de repasar los asuntos esenciales en la trayectoria del estandarte pop de la vanguardia malagueña. Ahí están desde el flamenco hasta los paisajes andaluces, pasando por las referencias a la Historia del Arte y la personalísima combinación de personajes populares e íntimos que dieron como resultado una obra que hace convivir lo culto y lo popular, con la proa siempre firme en el compromiso figurativo de Chicano cuando esa decisión significaba navegar, a menudo en solitario, contra la corriente de las modas imperantes en los debates estéticos del momento.

Una «libertad» en Chicano reivindicada por el comisario de la muestra, Rafael Inglada, quien ha defendido la necesidad de «dar un giro de tuerca sobre la mirada que Chicano hace de Picasso». Un viaje de ida y vuelta desde ese aguafuerte hecho en Verona en 1975 que representa a Picasso con su hermana Lola en la plaza de la Merced hasta la serie de bodegones titulada 'Mirada desde La Californie', elaborada en los primeros años del siglo XXI y donde Chicano avanza en el relato de la naturaleza muerta, tomando como referencia la residencia picassiana en el sur de Francia para incorporar elementos de la iconografía informática.

Con esos mimbres estéticos teje la Casa Natal un montaje a modo de «recuerdo agradecido» a su primer director, en palabras del actual responsable de la agencia municipal que gestiona la Casa Natal, José María Luna. «Esta no es sólo una exposición de reconocimiento al artista, sino también al amigo, a la persona y al referente», apostillaba Luna sobre Chicano, promotor del Octubre Picasso que con él abre su nueva edición, con una jornada de puertas abiertas este domingo día 25, como ha apostillado la concejala de Cultura, Noelia Losada.

Será una ocasión propicia para conocer la muestra programada hasta marzo de 2021 y que tiene una de sus primeras paradas más señaladas en el lienzo titulado 'Homenaje a Torrijos junto a sus hombres y a Mariana Pineda' (1978), donde Chicano combina el niño muerto del 'Guernica' (1937) con el general y sus valientes, junto a Mariana Pineda y otros personajes de su imaginario personal, como el político y empresario Joaquín Garrigues Walker.

Da luego paso el recorrido a la vertiente de Chicano como diseñador, para desembocar en la potente tela titulada 'Los cuatro jinetes del Apocalipsis' (1982), donde vuelve a conjugar a las celebridades de la modernidad con su álbum familiar. La faceta de Chicano como cartelista riguroso y diverso sirve de puente hacia su penúltima serie dedicada al bodegón clásico, revisado y actualizado en la paleta y la mirada de Chicano.

Y otro Chicano, su hijo Eugenio, toma la palabra para recordar la «doble boda» con Mariluz y con Picasso que trajo a su padre de vuelta a Málaga en 1986, los «diez años de entrega absoluta» a la ciudad que brindó al frente de la Casa Natal, la «carta de amor» que firmó en cada obra dedicada a Picasso. Y, al cabo, aquel 19 de noviembre de 2019, con todo su equipo de la Casa Natal, más de treinta años después, despidiendo a su mentor entre «abrazos y más abrazos».

Y un largo suspiro. La sentencia postrera de un hijo huérfano: «Hay cosas que no se olvidan». Como Eugenio Chicano.