¿Y si Batman actuara como un asesino psicópata?

Conocido por su habilidad para tejer historias que se balancean hábilmente en el filo de lo audaz y lo extravagante, Millar vuelve a la carga con la secuela de su intrigante obra, lanzada hace trece años. Y es que aunque se publique como una continuación, esta nueva pieza funciona como un cómic independiente, accesible para aquellos que no están familiarizados con su predecesor.

Todo ello aderezado con la presencia del ilustrador granadino Jorge Jiménez, cuya habilidad para capturar la intensidad y el frenesí de la acción se ajusta perfectamente a la narrativa del guionista escocés.

La premisa original de «Nemesis» jugaba con la idea de un Batman desprovisto de moralidad, un concepto que resuena en esta secuela. Sin embargo, «Nemesis: Reloaded» se despliega en un territorio ligeramente diferente. Aquí, la ausencia de un «bueno» definido en la trama nos lanza directamente al corazón de la anarquía, donde el personaje, más sádico y caótico que nunca, se enfrenta al departamento de policía de Los Ángeles en pos de un acto de venganza personal.

Por su parte, Jiménez brilla con luz propia en el apartado gráfico. Sus dibujos, cargados de dinamismo y una cruda visceralidad, elevan el cómic a un nivel de espectacularidad visual que rivaliza con los grandes blockbusters del cine. La labor de Giovanna Niro en la coloración complementa este despliegue artístico, aportando un ambiente y tonalidades que realzan cada escena. Hecho que unido a la trama, le dan un plus a una historia dinámica cuya principal misión es entretener al lector de principio a fin, sin necesidad de estrujarse demasiado las neuronas.

Y es que Millar se mantiene fiel a su estilo, pero la falta de un marcado antagonista resta profundidad y tensión a la trama, convirtiendo el cómic en una sucesión de escenas de acción donde el resultado parece un tanto decidido de antemano. Esto, unido a los flashbacks que anticipan acontecimientos, reduce la intriga a la simple expectativa de cómo Nemesis ejecutará su siguiente movimiento.

Ahora simplemente queda saber qué vendrá después, ya que Millar plantea varias incógnitas en el final del volumen, tratando de unificar su universo dentro del noveno arte bajo lo que se conoce como «Millarworld». Una visión que con la calidad de sus trabajos más recientes tal vez sea algo pretenciosa. Mientras esperamos que las musas vuelvan a presentarse en la mente del genio, podemos disfrutar de las salvajes ilustraciones de Jiménez.