Antonio García Villarán, el 'influencer' del arte: «Miró es el peor pintor del mundo y Tápies está sobrevalorado»

García Villarán desmonta el «postureo» del arte contemporáneo con sentido del humor y sin grandilocuencia. Con valentía y algo de «inconsciencia», se atreve a decir lo que todos comentan en voz baja pero jamás en público: en el arte «hay mucha mentira y se tiran muchas bolas» protegidas tras un aura de elitismo y el manido «es que tú no entiendes». «¿Cómo no voy a entender dos palos en el suelo o un vaso de agua medio lleno? Claro que lo entiendo, tonto no soy. Pero no voy a comprarte la idea de que un vaso adquirido en un chino medio lleno de agua sea una gran obra de arte que cueste 200.000 euros. No te lo voy a permitir».

Es lo que él llama 'hamparte', el arte del hampa, de los «pillos» que intentan vender algo que no vale lo que dicen. Una palabra que la gente ha hecho suya y que incluso ha trascendido las fronteras con grupos de Instagram que usan ese término en México o Perú. Una filosofía artística que tiene, en su opinión, como reina a Yoko Ono: el vídeo en el que destapa los vacíos en la creación de la viuda de John Lennon supera los cuatro millones de visualizaciones.

No le imponen las grandes referencias, los 'intocables'. Para él, «Miró es el peor pintor del mundo» ya fallecido, de los vivos se lleva la palma Damien Hirst. El inglés es el maestro de las «ocurrencias que se hacen virales», como Maurizio Cattelan: «Tiene muy buenas obras, pero cuando pega un plátano en la pared está cogido con pinzas». Y hay más: Antoni Tàpies «está sobrevalorado» y «no todos los 'picassos' son buenos». «Porque los artistas no hacemos todas las obras excepcionales».

Pero es que, además, el sevillano es un personaje en sí mismo con una perilla larguísima recogida en una trenza que ha dejado crecer desde que es 'youtuber', un anillo en cada dedo y las uñas pintadas de negro. No pasa inadvertido. Con su descaro artístico, pero también con sus críticas de arte, sus pinturas y sus ejercicios creativos, Antonio García Villarán ha entrado en facultades e institutos donde reproducen sus vídeos, que no dejan de sumar visitas. Y los 'likes' rozan el 98% del total de interacciones. «La gente está con lo que yo digo». Hasta por la calle le agradecen sus palabras: «Me dicen 'gracias porque creía que yo era un garrulo por pensarlo'».

Pero García Villarán ha descubierto que la vida del 'influencer' también puede ser dura. «No doy abasto. Tengo el canal principal y el secundario, tres días hago directos en Twitch, pinto y dibujo todos los días, voy a charlas…» Lo suyo no es cuestión de inspiración, asegura, sino de mucho trabajar.