Ana Morales: «En España tenemos un problema con nuestra propia música autóctona»
Premio Nacional de Danza ·
La bailarina y bailaora pisa las tablas del Cervantes este sábado con 'En la cuerdo floja', un espectáculo flamenco y «ecléctico»Cristina Pinto
Jueves, 8 de junio 2023, 23:58
Cuando Ana Morales, Premio Nacional de Danza 2022 en la modalidad de 'Interpretación', recuerda sus inicios, no puede evitar la risa nerviosa. Ha sido mucho ... camino el recorrido y mucho el que pretende que le quede por delante. Catalana de nacimiento pero sevillana de adopción, mañana sábado aterriza a las 20.00 horas en las tablas del Teatro Cervantes para llenarlas con su «espectáculo ecléctico» 'En la cuerda floja', en el que pasea por el flamenco desde el equilibrio al desequilibrio en un juego donde se sale de la zona de confort. Al igual que en esta entrevista con SUR, donde aclara, profundiza e incluso denuncia esos caminos que hay alrededor del arte y que no le convencen. Pero lo hace sin dejar la sonrisa ni la verdad.
–Estuvo hace poco con este trabajo en Marbella y esta semana llega al Cervantes.
–Sí, porque este año con el premio reciente y demás este espectáculo que es mío absoluto esta tirando bastante. Así que sí, es verdad, vamos a estar dos veces en Málaga.
–En esta pieza pasea por todos los estados de ánimo.
–Es un trabajo a través de la reflexión sobre el equilibrio y el desequilibrio; ese punto de conflicto entre el deseo y la razón. Musicalmente es como una banda sonora con un espacio muy abierto a la vez que minimalista y con una escenografía muy ecléctica. Es un trabajo muy interno de búsqueda de movimiento donde parto del flamenco tradicional, que para nosotros es común porque es algo intrínseco en los músicos. Todos trabajamos desde ese lugar tan poderoso pero transitamos por la vanguardia dentro del flamenco actual con una reflexión propia muy particular.
–Imagino que, como todos, en algún momento se ha sentido en la cuerda floja.
–Cuando te adentras en un trabajo es porque estás en conflicto y a mí me ayuda mucho en mis espectáculos para fantasear y, de algún modo, liberarlo. Todo parte de experiencias personales y esta es verdad que sí que podemos decir que ha sido una forma de curarme a través del flamenco aunque no de una experiencia en concreto, sino de una reflexión que me pertenece a mí y a todos.
–Del desequilibrio necesario.
–Estamos continuamente en las dos vertientes, no existe una sin la otra.
«Si el flamenco es un reflejo de la sociedad no puede hacerse desde un lugar que ya no existe»
–¿Se vive en los últimos tiempos en una obsesión constante por «reinventar» el flamenco?
–La palabra reinventar no me gusta, la verdad. Lo que nosotros hacemos es sumar todo lo que nos deja el flamenco; lo trabajamos, lo vivimos y lo sentimos. Él solo nos mueve, nosotros no somos nadie. El artista abandona su cuerpo y su voz para hacer crecer al flamenco, pero no se reinventa nada, sino que sigue creciendo porque es un arte vivo. Pero si el flamenco es un reflejo de la sociedad no puede estar haciéndose desde un lugar que ya no existe.
–Esa niña que fue a Sevilla para comenzar su carrera artística... Si mirase atrás, ¿recuerda ponerse alguna meta o tener alguna visión de lo que quería en un futuro?
–Mi meta era poder bailar y tener un espacio, que a la gente le interesara lo que yo hacía y poder tener lugares para realizarlo. Pero esto ha ido más allá de lo que pensaba, es como una droga, es difícil salir de esto.
–Pero una droga buena.
–Bueno, claro, eso significa que mi carrera va maravillosamente, ¿no? (Risas)
–¿Cómo ha sido el camino?
–No ha sido lineal, nada fácil; muy montañoso con piedras, lagos y también mucho disfrute. Pero con trabajo y esfuerzo que aún sigue. El flamenco es un pozo sin fondo y para estar aquí siempre quieres más y más. El flamenco no deja de sorprenderte.
–¿Se ha arrepentido alguna vez de apostar por el flamenco?
–A veces se levanta una y dice: 'Hostia, ¿en qué momento mi madre me apuntó a bailar sevillanas?' (Bromea entre risas). Pero no, no... Me encantaría en mi vida hacer otras cosas, pero sólo por aprender y descubrir. Mi fin y para lo que tengo un talento, gracias a la vida, es el flamenco.
«El trabajo hoy en día no llega a tu casa ni por un premio ni por nada»
–La importancia del Premio Nacional de Danza es indiscutible. ¿Pero da trabajo?
–Una cosa es la repercusión que tiene, que es mucha, y otra el trabajo, que también lo tiene. El hecho de que te den el premio hace que tu nombre se posicione y que la gente quiera saber quién eres y por qué te lo han dado. Este año ha aumentado el interés, pero si no es por el trabajo de mi oficina estaría cruzada de brazos; el trabajo hoy en día no viene a casa ni por un premio ni por nada.
–¿Cómo es ahora su día a día?
–Ahora mismo es una vorágine de viajes, actuaciones, master class, creaciones nuevas... Dependiendo de la semana.
–Es complicado tener una rutina.
–No, no, aquí rutina ninguna (risas). Eso existe si consigues tener días libres e incluso pasa que te sientes rara de comer a la misma hora, dormir, levantarte... Pero llevo toda la vida así y para mí mi rutina ya es esa.
–¿Qué tiene en mente por hacer?
–Este año voy a estrenar dos proyectos, uno en Madrid y otro con el malagueño José Carra que estrenaremos el 16 de septiembre en Ávila, nos encantaría traerlo a Málaga.
–El sector del ocio en la Costa del Sol denunció justo hace unos días que muchos malagueños piensan que el espectáculo flamenco es para el público extranjero. ¿Qué piensa de eso?
–Precisamente en Málaga sé que hay problemas para llenar los teatros alrededor del flamenco y entiendo que es un trabajo que hay que hacer para cambiar el foco: hay que seguir culturizando al público dando buenos productos para que vea que el flamenco es un abanico muy grande que no sólo está dedicado al turista.
–¿Le ha pasado que se ha encontrado alguna vez con un aforo que no esperaba?
–Nosotros vamos a teatros de París y llenamos porque tienen generado a un público que confía en el programador y en lo que lleva cada año. En España tenemos un problema con nuestra propia música autóctona a la que nosotros mismos hemos vapuleado varias veces, hay que saberla ubicarla en los sitios y que nosotros mismos como pueblo le demos más valor del que le dan fuera. Tenemos que ver que lo nuestro es lo mejor, porque lo es.
–Cuando pasa eso, ¿le afecta?
–Eso no te puede afectar porque es algo que no depende de ti, algo que no deberían permitir que sucediera. Yo sé perfectamente el trabajo que hago, pero hay teatros donde los programadores no hacen bien el suyo.
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