La amenaza
Cruce de Vías ·
El mundo entero ha sufrido un colapso y está ingresado en la UCI. Lo contemplamos a través de la pantalla de RayosLo llamo por teléfono y responde como siempre el contestador automático que es el encargado de atender las llamadas. Le digo que soy yo, como ... si mencionara una contraseña, e inmediatamente descuelga. Nos ponemos a hablar de lo mismo que habla todo el mundo. Lo que al principio provocaba curiosidad y hoy se ha transformado en un profundo temor. Dice que por fin puede encerrarse en casa sin tener que dar explicaciones. Los que no sabemos decir NO tenemos el cielo ganado, añade. Un día sin salir a la calle y otro y otro, lo que él iba buscando; pero jamás imaginó que sucedería de este modo y con estas nefastas consecuencias. Ya no tiene que inventar disculpas para eludir compromisos. No existe más compromiso que el de no salir de casa y lo cumple a rajatabla. Ahora aprovecha para fijar la atención en pequeños detalles. Oye jugar a las niñas del piso de arriba, un sonido que lo traslada a la infancia. Lee más y ve más películas, incluso series. Cuando lo he llamado estaba viendo el partido de Champions del Atlético de Madrid contra el Liverpool que en su día no pudo ver porque tenía uno de esos compromisos que nos impiden hacer lo que realmente queremos. Ha pulsado el 'PAUSE' para hablar conmigo. Pienso que está bien hacer pausas, paréntesis, tiempos muertos, pensar, dejar de pensar, mirar afuera, ver a los pájaros sobrevolar libres y confiados la corteza terrestre. El mundo entero ha sufrido un colapso y está ingresado en la UCI. Lo contemplamos a través de la pantalla de Rayos X. Él parece haber oído mis pensamientos. Dice que desde hace tiempo el mundo no se encuentra bien y ese malestar nos lo contagia a todos. Si el mundo no se sostiene caeremos al abismo. Los dos seguimos hablando por teléfono como si fuera un monólogo compartido. ¿Qué día es hoy?, pregunta de repente. Lo tengo que pensar unos segundos antes de responder: Sábado, 21 de marzo. Entonces recuerdo aquel 21 de marzo de 2011 en que estuve muerto durante un rato, no sé cuánto. Un desvanecimiento, un golpe en la sien, silencio, oscuridad. Después pasé tres semanas ingresado en el hospital. Hoy cumplo nueve años, digo. Le oigo sonreír, un suspiro de alivio, sabe de lo que hablo, él también volvió a nacer algunos pocos años antes que yo. Está bien renacer sin olvidar el pasado. Me pregunto si el mundo renacerá como hicimos nosotros. No sé qué contestar. Miro el cielo a través de la ventana, pasa un avión que deja una estela blanca. Le digo lo que estoy viendo. ¡Nos están matando!, ¡nos están matando!, repite espantado, como si presintiera una amenaza. Nos quedamos callados durante un largo rato, probablemente pensando en lo mismo, los dos sabemos que es cierto lo que acaba de decir.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión