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Álvaro Carrillo y Ernesto Artillo
Álvaro Carrillo y Ernesto Artillo, talento malagueño en la élite de la arquitectura europea

Álvaro Carrillo y Ernesto Artillo, talento malagueño en la élite de la arquitectura europea

El arquitecto y el artista, finalistas en los Premios Mies van der Rohe, firman la innovadora rehabilitación de un cortijo en Almería, seleccionada en el prestigioso galardón

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Sábado, 24 de noviembre 2018, 01:44

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Un almacén, un pajar, un gallinero, un palomar, un corral abierto y otro cubierto. Las zonas destinadas a las labores agrícolas en el cortijo iban a convertirse en espacios habitables. Era el reto al que se enfrentaba el joven arquitecto malagueño Álvaro Carrillo y en su aventura embarcó a un amigo de la infancia, el artista Ernesto Artillo. Justos firman la innovadora rehabilitación de Casa Boquera Morilla en Níjar y su proyecto ha llegado hasta la fase final de los prestigiosos Premios de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea-Premio Mies van der Rohe, convocados cada dos años y cuyos seleccionados no se presentan al certamen, sino que son elegidos por un grupo de especialistas de todo el continente.

«La casa surge de un encargo privado y está situada en el Cabo de Gata. Tengo una relación muy intensa con este territorio, ya que desde pequeño he pasado los veranos allí», recuerda Carrillo, que ha sido seleccionado este año para el Pabellón Español en la Bienal de Arquitectura de Venecia y ha sido finalista como miembro del estudio Fake Industries en el concurso para diseñar el Museo Guggenheim de Helsinki.

La idea general del encargo estaba clara: crear una casa donde el dueño tiene previsto disfrutar de los años de su vejez. «Es una casa para el placer», abrocha Artillo, autor del diseño de los suelos y de un mural en el nuevo patio exterior.

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«Queríamos plantear un juego, pero sin modificar las estructuras existentes, los muros perimetrales de piedra que construyen volúmenes rectangulares de diferentes alturas», detalla Carrillo. Así, la propuesta «mantiene la circulación tradicional de este tipo de construcciones: de habitación en habitación», amplía los volúmenes de los espacios donde vivían los animales para adaptarlos al uso humano y reconstruye la entreplanta en el antiguo pajar del cortijo. En paralelo, el proyecto convierte el viejo corral descubierto en un patio abierto a una arquería, que además ofrece «una alberca de las dimensiones de un carril de nado», como detalla el arquitecto.

Esa vertiente lúdica cobra protagonismo en la propuesta de Artillo que complementa el proyecto arquitectónico. «Al dueño de la casa le gusta colaborar con artistas y me encargó el diseño de los suelos. No había hecho nunca algo así, pero pensé que podía basarme en el collage con el que suelo trabajar», avanza el diseñador malagueño sobre el proyecto que comparte final de los Premios Mies van der Rohe con otra iniciativa de base malagueña: la transformación de la antigua fábrica de Intelhorce en la nueva sede de Mayoral, a cargo del estudio malagueño System Arquitectura Avanzada.

«Nos fuimos a las canteras de Macael –sigue Artillo– y trabajamos con los despieces, los trozos de mármol que ya no se iban a utilizar. Hicimos una selección y a la hora de realizar los suelos me inspiré en uno de los juegos que hacíamos cuando éramos pequeños en la casa de mi familia en Antequera y que consistía en tirar cojines y otros elementos de la casa al suelo y jugar a no pisar el suelo. Aquí he hecho lo mismo, pero con trozos de piedra, creando una especie de juegos abstractos que darán la oportunidad a los niños que vivan en esa casa de poder jugar en esta base de cemento pulido en la que se van insertando todo tipo de piedras desechadas».

Arte y arquitectura

Artillo también firma un mural en uno de los patios: «Para hacer este proyecto nos empapamos mucho de la artesanía de Níjar, porque queríamos que estuviese muy presente en nuestra propuesta. Vimos que lo principal era la cerámica y fuimos a ver un horno de la familia del dueño de la casa. Allí me llamó mucho la atención, no tanto las piezas que creaba, sino las losas sobre las que habían puesto esas piezas durante un montón de años para meterlas en el horno».

«En esas piezas van cayendo los pigmentos y los fragmentos de las cerámicas y se crea una textura muy bonita que recoge la historia de la cerámica de Níjar del último medio siglo. Con eso he hecho un mural en el patio de aproximadamente dos metros y medio por tres metros y medio», ofrece el artista y diseñador malagueño, que ha trabajado para firmas como Dolce&Gabanna, Oysho, Pepe Jeans y Swarovski.

La popularidad de Artillo subió como la espuma con su proyecto 'La mujer que llevo fuera', en los que intervenía trajes masculinos para dibujar siluetas de cuerpos de mujer desnudos. Una propuesta a flor de piel que también llevó a Casa Boquera: «Una vez terminada la casa, Álvaro me pidió que la fotografiase y como estaba vacía, sin muebles, quise vestirla con cuerpos desnudos como los que puedes encontrar en las playas de Cabo de Gata. Esa imagen transmite muchísimo ese objetivo que tenía Álvaro al crear la casa que consistía en hacer una casa para el placer».

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