«A los escritores nos quieren de brazos cruzados y jugando a la petanca»
Javier Reverte, viajero, escritor y periodista. En pleno conflicto de las pensiones que sacude la literatura española, viaja mañana a Málaga para hablar de ‘El viaje y sus escrituras’
María Eugenia Merelo
Lunes, 8 de febrero 2016, 00:48
Está preparando el equipaje para volver a África y sueña con las conchas finas que se comerá nada más llegar a la Costa del Sol. ... Javier Reverte (Madrid, 1944), el autor español que más libros de viajes ha firmado descuelga el teléfono en Madrid y reivindica, a sus 71 años, su plenitud creativa. Después de casi 40 años en la brecha, tiene claro que el periodismo ya no es el mejor de los oficios. «A lo mejor asegura tenía razón Bismark y un periodista es una persona que se ha equivocado de oficio». Cree que el mundo no ha cambiado demasiado desde que él empezó a recorrerlo, pero advierte que hay muchas fronteras que se están cerrando. Alerta también de que vivimos «épocas desastrosas, que no nos podíamos imaginar cuando terminó la Segunda Guerra Mundial». «Refugiados, hambre, guerras y crisis económicas. Pero sobre todo destaca, el hundimiento de los valores y de la esperanza. En mi mundo había valores y mucha lucha por la esperanza, y eso está ahora está fallando».
Viene a hablar a Málaga de viaje y escritura. Un viaje, si no se relata, si no se comparte mediante la escritura, ¿es diferente?
Ahora viajo sólo para escribir. Los viajes para ver cosas o monumentos me han dejado de gustar con la edad. Lo que más me gusta y me llena es escribir. Ir a un viaje con la curiosidad del escritor, con los ojos y los oídos bien abiertos para contarlo luego, es una forma muy satisfactoria de viajar: estás más intenso como viajero, más pendiente de cualquier detalle o de cualquier cosa. No me interesan tanto los monumentos y las piedras, la verdad es que con la edad ya tengo cierto empacho, sino, sobre todo, encontrarme con gente.
¿Es por eso que se dice que viajamos para cambiar, no de sitio, sino de unas ideas?
Pues puede ser una buena razón .Yo viajo nada más que para escribir. Luego, el viaje en sí mismo me gusta mucho porque es un proceso de libertad enorme, vas abierto a todo, y eso, claro, te cambia las ideas. Un viaje que no cambie algo un poco no merece la pena. Un viaje te hace una persona bastante más escéptica en cierto sentido, pero más firme en tu ideas. Lo que se reduce es el número de tabúes, de ideas fijas y, sin embargo, crece la potencia de las ideas que salvas. Al final crees en tres o cuatro cosas, pero crees muy firmemente.
Academicismo vacuo
¿El éxito de sus libros invalida esas opiniones críticas que consideran que la literatura de viajes es un hermana menor?
Esa es una idea española. En este país la gente que domina la cultura, que no son necesariamente escritores sino otra gente, tiene demasiada tendencia a la solemnidad y considera que esto de la literatura de viajes es un género menor. Pues no es así, ni en España ni en ninguna parte. En Gran Bretaña o Reino Unido es un género mayor en el que se viene escribiendo desde hace muchos años. Y en la misma España. Fíjate en la época de las crónicas de Indias, que fue una época luminosa y dio libros fantásticos. El desdeñarlo desde la perspectiva de un academicismo vacuo me parece absurdo y prueba de ello es que los lectores no lo desdeñan, ni mucho menos. Mis libros tienen un índice de venta bastante bueno.
¿Y cuándo descubrió que no podía vivir sin viajar?
Lo descubrí de pequeño, aunque no me daba mucha cuenta. Nací en la época del franquismo, una época muy oscura. Los niños éramos muy infelices, vivíamos rodeados de mayores que nos prohibían todo. En ese mundo yo me valía viendo películas y leyendo libros de aventuras .¿Y a dónde te llevaban esos libros y las películas de Hollywood? Pues al mundo. Creo que tenía una vocación de viajero metida en el alma desde pequeño. Cuando empecé a viajar me di cuenta de que me gustaba muchísimo y de que no podía vivir sin hacerlo.
De los cinco continentes que ha pateado, ¿con cuál se queda?
Me gustan muchas cosas de todos. Por su puesto, al África Subsahariana, es un territorio que conozco muy bien y que me atrae muchísimo. Y pienso que ya voy a dejar de ir y acabo allí otra vez. Ahora el 1 de marzo vuelvo, aunque no sé si escribiré algo o se quedará en el placer de ir. Y me gusta mucho Norteamérica, mucho, mucho. Y Canadá. Y algunos lugares de América Latina. Y de Europa, como Roma, Irlanda, la cornisa mediterránea o Portugal, que es un país estupendo. Lo que no me gusta tanto es Asia. He escrito de Asia un libro, el último , Un viaje a China, y la verdad es que he estado tres meses allí y no me ha gustado. Siempre que voy a Asia me siento como un marciano. No me integro con la gente. No es una cuestión de idiomas, es una cuestión de culturas. Yo soy mediterráneo, soy un ateo católico, no soy creyente pero me he criado en la cultura judeocristiana, y con esa cultura oriental no me encuentro.
¿Marco Polo, Morton Stanley o Tintín?
Stanley era muy antipático, soberbio y muy racista. Tintín... a mí nunca me ha gustado el cómic. Pongamos que Marco Polo. Pero si pudiera elegir, elegiría Magallanes, el primer viajero que dio la vuelta al mundo en un barco.
Deje por un momento de mirar al mundo y mire a España. ¿Cómo ve el patio?
Lo veo en un sentido complicado, porque como todo el mundo sabe está difícil sacar adelante un gobierno. Pero con esperanza, porque yo esperaba de la situación dos cosas que ya se me han dado. Una, que terminara el bipartidismo que nos estaba estrangulando políticamente a los españoles. Terminó ya en las municipales y se ha comprobado en las generales. Y la segunda, que se vaya Rajoy. Estoy contento del resultado. ¿Qué puede pasar a partir de ahora? Bueno, hay incertidumbres. Pero hay países que han estado dos años sin gobierno, como Bélgica, y no ha pasado nada. Si miras alrededor por la calle a la gente la ves tan normal, haciendo lo mismo de siempre. Esto de no tener gobierno no es tan grave.
Condena
Ha sido uno de los primeros escritores jubilado y que sigue publicando al que le han reclamado la pensión.
Ha sido el Ministerio de Trabajo, de Empleo y Seguridad Social. Nos reclama atrasos de cuatro años de lo que hemos cobrado como pensionistas. Yo he pagado 40 años como periodista para tener una pensión. Cuando me la dan y empiezo a disfrutarla sale una orden del Gobierno que no nos permite a los escritores cobrar la pensión si tenemos una actividad literaria que nos da más de 9.000 euros al año, como es mi caso. Yo paso esa cantidad con mis conferencias, mis artículos y mis libros. Bueno pues ahora me exigen que me haga autónomo, por decreto, me quitaron la Seguridad Social el 1 de enero y me piden que devuelva 120.000, cosa que voy a recurrir.
Parece que el Gobierno fomenta que tengamos escritores y creadores brillantes de brazos cruzados.
A los ecritores nos quieren de brazos cruzados y a jugando a la petanca. Nos condenan a irnos a Benidorm a bailar Los pajaritos. Pero no sólo es una condena a unas personas que están creando y que algo aportan a la sociedad. Es un maltrato en una edad en plena creación. Yo tengo 71 años y me encuentro como creador mejor que nunca y de pronto me quieren condenar a cruzarme de brazos. Pero además, es que es una estupidez porque le quitan al país, no solo una riqueza intelectual, sino el dinero. Yo por ejemplo, gano un dinero y declaro a Hacienda por mis libros una cantidad, que cada año es bastante gorda. Si dejo esa actividad, Hacienda deja de ingresar esa cantidad. Es estúpido.
Curioso que la nueva ley exima a los políticos.
A los políticos, a los abogados y a diversos colectivos por diversas razones. Si sólo vamos a poder tener los libros de los políticos, estamos condenados a leer las memorias de Aznar y Bono hasta que nos muramos. (Risas). No hay mejor lectura para el verano que las memorias de los dos.
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