Ecos del 40º aniversario
Mirada periférica ·
El acto de Sevilla despeja temores y rearma al PSOELas reservas con las que buena parte de la militancia socialista llegaba el sábado al acto de Sevilla para conmemorar los 40 años de la ... victoria del PSOE en 1982 estaban más que justificadas. Nadie sabía a ciencia cierta cómo se expresaría la distancia política entre Felipe González y Pedro Sánchez, que alcanzó su máxima expresión en la crisis interna de la crisis de 2016. Además, Alfonso Guerra se había ocupado de calentar el ambiente al lamentar en una entrevista en Canal Sur que no había sido invitado a una celebración por la que, de todas formas, tampoco mostraba excesivo entusiasmo.
Quienes se muestran más críticos con el Gobierno apelan repetidamente a la distancia que separa al socialismo del sanchismo. No es una estrategia nueva. Los más veteranos pueden recordar como en su día se mencionaba al felipismo como una degradación del socialismo, y no hay que ser muy mayor para recordar cuando se aludía al zapaterismo como una versión rebajada e irresponsable del viejo PSOE.
A esa misma estrategia, con la ayuda de Guerra y otros miembros de la vieja guardia, se recurre ahora para hacer oposición al sanchismo -recordemos, versión envilecida del socialismo- y por ello que Felipe González y Pedro Sánchez coincidieran en un mismo escenario hasta podía aparecer como una gigantesca contradicción. Un cóctel peligroso de inciertas consecuencias. Alberto Núñez Feijóo, aseguró en la víspera del acto en Sevilla tras romper las negociaciones para la renovación del CGPJ, que llegará a pactos «con otro PSOE». Le faltó decir: un PSOE como el de Felipe.
Por ese motivo, la intervención del expresidente en el acto del sábado fue para la socialistas, más que una conmemoración, la reivindicación de una continuidad histórica. González, lejos de limitarse a hablar de sí mismo y de dejarse homenajear, mostró su sintonía política con Sánchez no en cuestiones de hace 40 años, sino de 2022. Criticó sin reparos la negativa del PP a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, criticó el estado de la educación concertada y se mostró a favor de las medidas tributarias que impulsa el Gobierno. «Hay que darle la vuelta a la fiscalidad de arriba abajo», dijo
Lo hizo, además, señalando a su partido una línea inequívocamente socialdemócrata, con la lucha contra la desigualdad como norte e hilo conductor del socialismo de diferentes épocas. Este acercamiento a Sánchez puede leerse como respuesta de un movimiento previo del presidente hacia González que se inició en el congreso socialista de Valencia en octubre del año pasado y que se consolidó con la más reciente entrada en los equipos del presidente de Patxi López u Óscar López. Dirigentes cercanos a los cánones clásicos del PSOE a los que Pedro Sánchez parece haber regresado tras el serio llamado de atención que supuso la debacle socialista en las elecciones andaluzas. Con esa política mostró su sintonía Felipe González. Inequívocamente. Lo que se ignora es si a partir de ahora se la llamará sanchismo, socialismo o quizás neofelipismo. Y sobre todo, que influencia podrá tener esta postura del expresidente en el difícil empeño del PSOE para recuperar un electorado que las encuestas le siguen mostrando esquivo.
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