Relax español

El propio Zapatero ha disfrutado este año de un mes de vacaciones en Lanzarote -ayer ya volvió a la rutina-. Allí se aloja en La Mareta, un palacio de Hussein de Jordania que pasó a manos del Rey Juan Carlos y ha terminado formando parte del Patrimonio Nacional. El desplazamiento, la seguridad y el alojamiento -más el disfrute de las dos piscinas, cancha de baloncesto, pista de tenis...- le salen gratis. Sólo corren de su cuenta los gastos personales. Es la tercera vez que se decanta por este inmueble, que en 2006 se remodeló a conciencia para acoger a la familia Zapatero. Se calcula que las obras costaron unos 270.000 euros.

Por suerte para el erario público, otras veces sólo ha hecho falta cambiar las bombillas o cosas así. Cuando han pasado las vacaciones en el palacio de Las Marismillas, en el Coto de Doñana, todo ha sido más discreto. Salvo los gastos extra en insecticidas -los mosquitos en verano atacan con furia-, no ha sido necesario meter mano en las arcas públicas más de la cuenta. El parque nacional también era uno de los destinos favoritos de los Aznar, pero nunca en el tórrido agosto. Allí preferían ir en Semana Santa. En verano descansaban en Oropesa de Mar (Castellón), donde se acomodaban en un chalé que les prestaba José Soriano, propietario de Porcelanosa.

Costes de seguridad

La exclusiva urbanización de Les Platgetes en Oropesa de Mar acoge a muchos personajes del papel 'couché' pero los Aznar marcaban un punto y aparte. El coste de seguridad, recordaban algunas voces críticas, era muy elevado. Más incluso que de haber elegido un edificio de carácter oficial como La Mareta o Las Marismillas. Nunca se dieron cifras fidedignas y todo se quedó en pura especulación. Quién sabe.

Adolfo Suárez y Felipe González también tienen su historia. El primer presidente de Gobierno después de la dictadura franquista solía recrearse en una finca de la Empresa Nacional de Turismo, situada en Cabo de Gata (Almería), o en Andraitx (Baleares), con escapadas a Mallorca e Ibiza. Y siempre se le veía muy comedido, con bañador y camiseta, acompañado de su familia. O en bicicleta, o leyendo un libro. No daba mucho que hablar.

Doce años al frente

Otra cosa fue Felipe González; doce años como jefe del Ejecutivo tienen su miga. En su primer verano como mandatario en 1983 se fue a Lubia, en Soria, donde se alojó en una finca del Icona (Instituto para la Conservación de la Naturaleza). Compañía no le faltaba: abarcaba una hectárea y por ahí correteaban jabalíes, zorros y ciervos. Siempre le ha gustado la naturaleza. Tanto que, al año siguiente, no dudó en viajar con Iberia hasta la isla Orchila (Venezuela), para pescar barracudas y mojarse los pies en aguas color esmeralda. Allí se alojó con su familia y escoltas en una residencia privada del Gobierno venezolano y luego marchó a Colombia y Panamá. Sus homólogos latinoamericanos se encargaron de tratarlo a cuerpo de rey; le procuraron tantas atenciones como Hassan II cuando pasó el verano de 1990 en su lujosa villa de Ifrán (Marruecos).

Ningún otro ha llegado tan lejos como González. En su periodo de vacaciones estivales, se entiende. Y nadie más se ha atrevido a subirse al Azor; su paseo por las costas de Mallorca a bordo del yate de Franco, en agosto de 1985, causó sarpullidos entre unos cuantos. No cabe duda de que el Patrimonio del Estado y las propiedades de los amigos dan mucho juego.