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CRISTINA GONZÁLEZ
Domingo, 14 de diciembre 2008, 04:06
Se vende. Se alquila. Se traspasa. Los carteles con ofertas inmobiliarias siguen surgiendo como las setas en mitad del bosque urbanístico de la ciudad al calor de una crisis que se deja notar con fuerza en el sector del ladrillo. Entre la inabarcable maraña de reclamos para inversores o emprendedores algunos llaman la atención por el supuesto chollo que esconden y otros por los avatares del inmueble, marcado por negocios con solera que ahora se desmantelan e incluso por ser símbolos de un capítulo de la ciudad que se resiste a pasar a la historia. Es el caso del Club Financiero Inmobiliario. Antaño cuartel general del desaparecido alcalde Jesús Gil, durante la larga década de gobierno del GIL cobró protagonismo como un auténtico ayuntamiento paralelo en el que se cocinaban acuerdos urbanísticos y cambalaches políticos y por el que desfilaban sin cesar inversores y promotores.
Ahora, tocado por la crisis, el cuartel general del gilismo, propiedad de los herederos del ex regidor, busca 'novios' en plena recesión y a 28.000 euros al mes. Sus anteriores inquilinos, una conocida firma inmobiliaria, hace semanas que recogió los bártulos y se mudó a unos locales de su propiedad. Un diminuto cartel, apenas perceptible para los poco observadores, advierte a los transeúntes de que se busca nuevo huésped: «Se alquila Club Financiero. C/ Jacinto Benavente. Oficinas solo». Tímidamente colocado en plena avenida Ricardo Soriano, junto a la verja de acceso a Villa Ángeles, la residencia familiar que ocupa la otra mitad de la finca en la que puso sus ojos Gil.
Al otro lado del hilo telefónico una voz que habla en nombre de una agencia inmobiliaria -aunque prefieren obviar su nombre- facilitan algunos datos: el local tiene 1.900 metros cuadrados, sigue siendo propiedad de la familia Gil, lleva más de un mes en alquiler y aunque ya ha habido varias llamadas para interesarse por las condiciones, todavía no hay un pretendientes formales. «Son oficinas que se mantuvieron como estaban en origen. Al anterior arrendatario se le prohibió hacer reformas», apunta.
Empresas rentables
Ahora buscan empresas estables y solventes. Nada de inmobiliarias en época de turbulencias. Incluso se podrían arañar algunos euros. Sobre el precio prefieren no hablar, aunque este periódico haya podido saber que asciende a 28.000 euros mensuales. «No tiene nada que ver la situación de ahora con la de hace cuatro años», sostienen. Ni con la de hace 23 años, cuando Jesús Gil pagó 80 millones de las antiguas pesetas por la propiedad, escenario de las celebraciones de sus cuatro mayorías absolutas.
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