«Iban buscando una excusa para pelearse, sólo por diversión»

Pero sobre las 00.15 horas algunos de estos jóvenes volvieron. Empezaron a subirse a las mesas de la terraza de la cafetería, a tirar de los toldos e incluso a lanzar sillas contra la fachada. Alertado por el ruido, Adolfo salió a recriminarles su comportamiento y, según afirma, sin mediar palabra empezaron a golpearle. «Vinieron hacia mí con una violencia que no había visto nunca, y que no me esperaba de unos chavales tan jóvenes y aparentemente normales», señala.

Adolfo trató de protegerse para que no siguiesen pegándole. «Mi único miedo era que me tirasen al suelo, porque entonces estaba perdido», dice. Su empleado, que se encontraba dentro del local, salió para intentar ayudarle.

También acudieron a socorrerle los empleados del bar Horizonte, que se encuentra junto al Bilmore y que precisamente pertenece al tío de Adolfo. «En un momento empezaron a llegar muchos más jóvenes y rodearon a Adolfo. Serían más de quince, no dejaban de golpearle y hasta le estamparon una silla en la cabeza; luego arremetieron contra las mesas, rompieron el toldo de nuestro bar, lanzaron botellas y tiraron la moto de un cliente que estaba aparcada cerca», dice Ernesto García, camarero de la cafetería Horizonte, que cree que los jóvenes «iban muy bebidos».

Dos heridos

En el forcejeo el empleado de Adolfo se cayó al suelo y uno de los jóvenes le dio una patada en la pierna que le ha provocado una fisura en el fémur. El dueño del Bilmore, por su parte, acabó con siete puntos en la cabeza y «la cara reventada», según él mismo explica. Varios agentes de policía llegaron al lugar de los hechos alertados por los vecinos, pero los jóvenes se habían marchado. Un cliente que era ATS realizó los primeros auxilios a los dos heridos, que fueron trasladados al hospital.

Pese a todo, al día siguiente, como ha hecho desde hace 20 años, Adolfo volvió a abrir su bar. «No tengo miedo, más que nada estoy indignado por que unos jóvenes puedan hacer algo así; iban buscando una excusa para pelearse, solo para divertirse, y si en vez de ser yo hubiese sido una persona mayor, la habrían matado», señala. Adolfo no tiene ninguna duda de que los jóvenes que le propinaron la paliza, de entre 15 y 18 años de edad, eran chicos españoles de clase media-alta. «No reconocí a nadie de La Malagueta, pero por la forma de vestir eran niños de buena posición», dice Adolfo, que ha pedido a la policía que solicite los vídeos de seguridad de varios bancos cercanos para poder esclarecer los hechos. Tras la denuncia presentada por la víctima, la Policía Nacional investiga ahora la agresión para encontrar a los agresores que, al parecer, la misma noche siguieron amedrentando a vecinos del barrio.