Hallan vacía la tumba de una niña en la investigación de una denuncia por robo de bebés
Un juzgado de Málaga ordenó la inspección del nicho, que se llevó a cabo ayer en un cementerio de Monda
JUAN CANO
Lunes, 20 de febrero 2012, 09:44
En el cementerio antiguo de Monda, el que está dentro del pueblo, había una lápida sin nombre. Sobre ella rezaban las iniciales A. G. ... V. G., una fecha -el 17 de febrero de 1984- y la frase 'Siempre te recordaremos'. «No puse el nombre completo porque ni siquiera pudimos bautizarla, pero queríamos llamarla Ana Gema», afirma María del Pilar Guzmán Anaya, la madre. En esa tumba yacían, o eso creía ella, los restos de su hija, que nació de forma prematura. Solo la vio unos segundos, los suficientes para darse cuenta de que estaba viva, pero asegura que ya le habían anunciado su muerte «antes incluso del parto».
Sus sospechas de entonces se han ido acrecentado con el paso del tiempo. Cuando empezó a hablarse de una supuesta trama de bebés robados, María del Pilar (52 años) y su marido, Juan Vidales de la Rubia (55), decidieron denunciar su caso, sobre el que se ha abierto una investigación. Un juzgado de Málaga envió un exhorto a los de Coín autorizando la exhumación de los restos óseos para realizar un estudio de ADN. Ayer, precisamente el mismo día que se cumplían 28 años de aquel parto, se llevó a cabo la apertura del nicho. «Estábamos todos expectantes por ver lo que había dentro. La forense se quedó de piedra. No había nada. Ni una mantita, ni algodones ni nada. Solo una caja vacía con una cruz encima», explica la madre, que acompañó a la comisión judicial.
Pese al tiempo que ha transcurrido, recuerda con nitidez todos los detalles de aquel parto, que tuvo lugar en el Hospital Materno de Málaga. «Mi problema era que dilataba demasiado; anteriormente había tenido un aborto de un feto de cuatro meses y medio», rememora. En esta ocasión, el bebé había entrado en el sexto mes de gestación -cerca de las 26 semanas- cuando María del Pilar se puso de parto. «El médico me dijo: 'Vivo va a nacer, pero se muere seguro; no lo vamos a meter en la incubadora ni nada'. Eso fue muy extraño; ¿cómo puede saber nadie lo que va a pasar?», se pregunta la denunciante.
Dio a luz a las 12.35 horas y asegura que llegó a verla viva. «Era más pequeñita de lo normal, pero ya tenía pelo. Movía los brazos y las piernas, y tenía la boquita entreabierta. Mi marido decía que tenía hambre», cuenta la madre. «A Juan -prosigue ella- también se la enseñaron. Dice que estaban todos los niños en un lado y ella sola, justo enfrente. Él volvió a preguntar por qué no la metían en la incubadora, y le contestaron que la niña iba a morir en seis o siete horas».
Esa misma tarde, María del Pilar recibió en su habitación del hospital la visita de una señora. «Lo primero que quiso saber era estaba sola o con la familia. Luego me explicó que necesitaba que le firmara un papel para la autopsia. Yo me eché a llorar y lo hice sin leer lo que ponía. Después me arrepentí de no haberlo mirado y me he preguntado, muchas veces, qué fue lo que yo firmé», continúa la madre, que entonces tenía 24 años. «Además, si la culpa del parto prematuro era mía, ya que dilataba demasiado, ¿por qué tenían que hacerle una autopsia?», se plantea ahora.
Gastos del entierro
María del Pilar sostiene que también le dijeron que el hospital se hacía cargo del entierro. «Dos meses después me llegó una carta del cementerio de San Rafael indicando dónde estaba. Junto a los gastos, que eran de 1.270 pesetas, aparecía la firma de alguien que los había pagado».
Después de aquello, fue madre tres veces. Tres varones que van por 18, 23 y 26 años. Pero nunca ha olvidado a Ana Gema. «Me acuerdo de lo que lloré el año que le tocaba haber hecho la primera comunión. Coincidía con la de mi sobrina y me puse tan mala que no pude ir», dice.
Pasó mucho tiempo sin tocar los documentos del caso por el dolor que le producía verlos. Hasta que, un día, comenzó a revisarlos. «Había muchas cosas raras. El número de historial de ese parto es distinto al de mis otros tres hijos. En los papeles que me dieron en el hospital cuando di a luz ponía que era un niño y ahora, cuando he vuelto a pedirlos, viene tachado y pone que era una niña». Y añade: «Ni en los documentos del hospital ni en los del cementerio consta la causa de la muerte. Y en el Registro Civil tampoco figura el fallecimiento». Pedro Jesús, el mediano de sus tres hijos, también la animaba a denunciar. «Se fue a Málaga a estudiar Magisterio y allí conoció a una compañera que había nacido de forma prematura, con menos semanas incluso que mi niña. Me decía: ¡Mamá, con todo lo que tú tienes, hay que hacer algo!' Quería investigarlo».
Cambio de cementerio
Diez años después de recibir la primera carta del cementerio, volvieron a ponerse en contacto con ella para ver qué quería hacer con los restos de la niña. «Mi hermano, que vivía en Málaga, hizo todas las gestiones y pagó todos los gastos para traerlos aquí -a Monda, donde reside el matrimonio, sus hijos y la mayor parte de su familia-».
Desde entonces, y hace ya 18 años, María del Pilar venía acudiendo regularmente a visitar la lápida. «No soy mucho de ir al cementerio, pero solía pasarme todas las semanas para limpiarla. Le puse su tumba y he estado yendo todo este tiempo porque creí que allí estaba mi hija, que se había ido en el cielo. Siempre he pensado que lo que tuviese de ella, mucho o poco, lo tenía cerca de mí. Lo que no sabía es que no tenía nada».
Ahora solo pide que se investigue a fondo su caso. «Yo sé que es difícil que un bebé tan prematuro salga adelante, pero ahora, al no encontrar nada en el nicho, todo me resulta más extraño todavía. [...] Yo estoy convencida de que algo pasó y, si es así, tenemos que hacer lo imposible por saber de ella».
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