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Imagen de archivo de una de las últimas manifestaciones sindicales en Málaga.

Los sindicatos elevan la tensión para recuperar crédito ante los trabajadores

Las movilizaciones se multiplican ante las elecciones sindicales, en las que más de 160.000 malagueños eligen a sus representantes laborales

Nuria Triguero

Lunes, 1 de diciembre 2014, 01:57

Aún quedan seis meses para las elecciones municipales y un año para las generales y el nivel de saturación informativa sobre la batalla partidista ya es importante. Sin embargo, en este tramo final del año discurren de forma mucho más discreta otras votaciones que afectan a más de 160.000 ciudadanos en la provincia de Málaga: las elecciones sindicales. Los trabajadores de sectores con tanta relevancia como la sanidad, la enseñanza, los ayuntamientos, el gran comercio y la banca eligen a quienes tendrán que defender sus derechos laborales durante los próximos cuatro años. En total, hay preavisos de renovación de órganos de representación sindical en 800 centros de trabajo en la provincia, que suman unos 8.000 delegados. Algunas fechas clave: este miércoles 26 de noviembre se celebraron las de la banca y cajas de ahorros, el 4 de diciembre serán las de colegios e institutos, el 16 de diciembre las de la sanidad pública, el 17 de diciembre en el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación...

La periodicidad de cuatro años no es el único paralelismo de las elecciones sindicales con las gubernamentales. El descrédito que afecta a las instituciones en España por la epidemia de casos de corrupción afecta también a los sindicatos mayoritarios, salpicados especialmente en Andalucía por escándalos como los de los ERE o los cursos de formación. Y esta circunstancia hace que éstos no sean unos comicios cualquiera. Tal y como ocurre en el terreno político, las organizaciones minoritarias saben que tienen una oportunidad de oro para ganar terreno a Comisiones Obreras y UGT y la están explotando a fondo.

Hasta ahora, los sindicatos de clase dominan el terreno de la representación laboral en la provincia: ocho de cada diez delegados llevan sus siglas. Sus responsables en Málaga admiten que las noticias que vinculan a sus organizaciones con casos de corrupción generan malestar, pero confían en que los trabajadores «saben diferenciar una cosa de otra». Quien así habla es el responsable de elecciones sindicales de CCOO, Antonio Castro, que argumenta: «Donde se ve lo que es el sindicato es en el centro de trabajo. En las tertulias muchos dirán Qué poca vergüenza ante las noticias que se divulgan en los medios, porque nos meten a todos en el mismo saco, pero en el día a día la gente sigue confiando en los sindicatos mayoritarios», apunta.

Pero el nerviosismo por cómo se reflejará en las votaciones ese malestar está ahí. Y más en el caso de UGT, que a los problemas con la justicia de algunos de sus dirigentes regionales suma el enfrentamiento que mantiene con la Junta a raíz de la reclamación de devolución de subvenciones por valor de 15 millones de euros. «Esperemos que los trabajadores que nos ven currar cada día no se crean los discursos intencionados que se están lanzando desde la Administración y los ayuntamientos contra nuestra organización», afirma Juan Miguel Contioso, secretario de Organización y Política Sindical de la Federación de Servicios Públicos de UGT en Málaga.

Por otra parte, con la crisis es innegable que todos los sindicatos han perdido base social: CCOO llegó a tener 40.000 afiliados en la provincia y ahora afirma estar en unos 35.000; UGT está en torno a los 30.000 tras perder «un 15 o 20%» en los últimos años; CSIF ronda los 9.000, y aunque asegura estar ya remontando, aún le queda para acercarse a la cifra que tenía en 2008. Además, la reforma laboral ha mermado de forma considerable su poder de reacción frente a decisiones empresariales.

Así las cosas, CCOO y UGT redoblan esfuerzos para no perder terreno, pero organizaciones de corte independiente como CSIF lo hacen para arañarles posiciones. «El mundo laboral y sindical es un fiel reflejo de la sociedad. Hay un desapego hacia los sindicatos de toda la vida, igual que hacia los partidos, y nuestro sindicato se ha consolidado como alternativa, ya no sólo en el sector público sino en el sector privado, que supone ya el 20% de nuestra afiliación. Estamos obteniendo representación en empresas donde nunca habíamos estado», afirma el secretario provincial de esta formación, Joaquín Pérez. Su optimismo se refleja en su aspiración de ganar elecciones en sectores como la sanidad, donde hasta ahora CSIF es la cuarta fuerza, o la Universidad de Málaga, donde es la segunda.

Pisando fuerte

Otros sindicatos hasta ahora minoritarios o incluso inexistentes llegan pisando fuerte. En el caso de la sanidad, por ejemplo, un nuevo sindicato llamado Junta Sanitaria de Andalucía está tratando de unir a todos los trabajadores del sector, médicos, enfermeros, auxiliares y administrativos, plantando cara tanto a CCOO (el líder) y UGT como a los sindicatos profesionales. Más rivalidad que nunca en el ámbito sanitario, que es justamente el que más conflictividad laboral concentra en los últimos tiempos.

Y es que las protestas contra los recortes presupuestarios y de personal se han recrudecido a ojos vista. Rara es la semana en la que alguno de los sindicatos representados en los hospitales públicos CC OO, CSIF, el Sindicato de Enfermería... no organiza alguna acción reivindicativa. Una efervescencia que puede interpretarse como una estrategia para hacer visible su labor ante las elecciones. También en los ámbitos municipales se percibe esta tensión: ejemplo de ello es el enfrentamiento del comité de SMASSA (presidida por CSIF) con su gerente, con acusaciones de trato de favor de por medio.

Y mientras en el sector público la actividad sindical es frenética, en el privado las cosas son distintas. Castro reconoce que la criss y la reforma laboral ha tenido efectos «devastadores», en especial en sectores como la construcción y la industria, donde más del 30% de los centros de trabajo han desaparecido y en los que quedan, la plantilla ha quedado minimizada. Y ahora es más difícil que antes encontrar candidatos a ser delegados sindicales por el miedo a las represalias. «Los delegados sindicales ya no gozan de una protección efectiva porque la empresa puede despedirles por causas económicas», asegura. Y pone un ejemplo: en El Corte Inglés de la avenida Andalucía, CCOO no ha sido capaz de encontrar a 18 personas dispuestas a montar una candidatura. Y es que en los grandes almacenes es tradicional la hegemonía de los sindicatos amarillos, que son tachados de afines a los intereses de la empresa por las demás fuerzas sindicales.

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