Borrar
Alejandro Zaragoza, a la izquierda, y Carlos Moya, a la derecha, ayer tarde junto al vehículo en el que se despeñaron por el socavón.
«Ha sido un milagro absoluto y por suerte lo podemos contar»

«Ha sido un milagro absoluto y por suerte lo podemos contar»

Carlos y Alejandro relatan los angustiosos momentos vividos al caer su coche al socavón que se ‘tragó’ parte de la calle Los Flamencos

Antonio M. Romero

Lunes, 20 de febrero 2017, 00:17

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A sus 23 años, a Carlos Moya y Alejandro Zaragoza la vida les ha dado una nueva oportunidad tras resultar heridos leves después de sufrir un aparatoso accidente de tráfico al caer su coche al vacío en el socavón que se tragó más de sesenta metros de calzada en la calle Los Flamencos en Cerrado de Calderón. «Ha sido un milagro absoluto y por suerte lo podemos contar. Hemos vuelto a nacer», relataron a este periódico ayer tarde, horas después de vivir momentos angustiosos de esos que marcan para siempre y no se olvidan.

Todo sucedió sobre las 4.30 de la madrugada. Carlos, estudiante de música y pianista, y Alejandro, estudiante del último año de Ingeniería, volvían del Centro tras haber participado en las fiestas de Carnaval con su comparsa La Bella Durmiente. Vestidos aún con sus disfraces, se dirigían en el Opel Corsa conducido por Moya a sus viviendas; cuando se encontraban a apenas un minuto de llegar a casa el mundo se abrió a sus pies.

«Estaba diluviando, las farolas estaban apagadas y apenas íbamos a treinta kilómetros por hora cuando al salir de una curva (a la altura del número 48 de la calle), nos caímos al vacío y el coche dio varias vueltas de campana durante unos quince o veinte metros hasta que se detuvo y quedó boca abajo. El agua empezó a meterse en el coche; me quité el cinturón y salí primero porque mi puerta se abrió perfectamente; di la vuelta al coche porque veía que Álex no salía; en ese momento no tenía ni idea de su estado, si estaba vivo... Pude abrir unos centímetros su puerta, metí la mano y toqué la suya y haciendo fuerza entre los dos pudimos abrirla y que saliera», relató Carlos Moya visiblemente afectado por la experiencia vivida.

No terminó ahí su particular odisea. «Seguía lloviendo a mares y el monte era una cascada de piedras, agua y barro y las piernas se nos hundían en el barrizal. Vimos a un vecino que nos hacía señas con una linterna al que pedimos socorro mientras nos dijimos que teníamos que salir de allí como sea lo antes posible porque corríamos peligro ya que nos podía caer alguna roca y sepultarnos. No sabíamos que hacia abajo había un camino más fácil, por lo que empezamos a escalar como pudimos, con el barro cayendo y las piedras que nos destrozaron las manos; el instinto de supervivencia nos hizo llegar a la acera. Cuando llegamos arriba vimos que aparecía un coche e instintivamente corrí hacia ellos haciéndole señas para que no se precipitaran. Frenaron a tiempo; era una patrulla de la Policía Nacional. Cuando vieron a los pocos metros que se habían quedado de caer a los policías se les puso la cara blanca y nos dieron las gracias diciendo que le habíamos salvado la vida», narró Alejandro.

Fueron estos agentes quienes les llevaron al Hospital Carlos Haya, donde fueron atendidos de las leves heridas sufridas (contusiones y alguna pequeña brecha) y poco después recibieron el alta médica. «Nos fuimos a casa a dormir y a tranquilizarnos, pero el susto aún lo tenemos», apuntó Carlos.

Por la tarde, acompañados de sus familiares, bajaron a la zona en la que quedó el vehículo, del que recogieron algunos objetos personales, mientras rememoraron un episodio que «nos ha hecho cambiar el chip» y que, como ellos afirmaron, ha afianzado aún más su amistad.

El miedo que sufrieron estos dos jóvenes también lo padecieron los vecinos de las viviendas cercanas al lugar donde se produjo el socavón, que se tragó dos vehículos estacionados en la calle. «Ha sido un susto terrible. Parecía un terremoto. Se me movió la cama y los muebles de la habitación. Nos quedamos sin luz», manifestó Ana Vigar. Una familia tuvo que ser desalojada del Edificio Parque ya que un muro exterior cayó sobre su vivienda y entró agua y otras familias abandonaron sus pisos al no sentirse seguras.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios