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Morante. Inicio de faena al cuarto de la tarde con una estampa añeja.
La torería de Morante y el clasicismo de Vega

La torería de Morante y el clasicismo de Vega

Una oreja corta el sevillano en su actuación más completa en La Malagueta y otra el malagueño, que cuajó una faena inspirada

Antonio M. Romero

Viernes, 21 de agosto 2015, 20:11

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La torería de Morante de la Puebla, impregnada de esa tauromaquia de sabor añejo y barroquismo eterno, y el clasicismo y la disposición de Salvador Vega, que entró con toda justicia en la corrida en sustitución del herido Saúl Jiménez Fortes, salvaron el cartel estrella de la feria taurina, donde, una tarde más, el mal juego del ganado deslució un festejo que había despertado una gran expectación.

Hubo que esperar al cuarto de la tarde para que surgiera la magia. En ese toro, Morante destapó el tarro de las esencias para esparcir sobre el ruedo de La Malagueta arte y torería y firmar la que puede considerarse como la actuación, con capote y muleta, más completa de las que ha dibujado en el albero del coso del Paseo de Reding. El de la Puebla del Río recibió primorosamente a Feriante con un ramillete de verónicas templadas y una media de gran sabor. Tras el primer puyazo, quite del sevillano por chicuelinas extraordinarias los alumnos de escuelas taurinas que tanto gustan de esta suerte, deberían visionar el vídeo para ver cómo se ejecutan. Respondió Vega, en su turno, con delantales y una media de alto nivel. Brindó a la peña taurina Jiménez Fortes, también lo haría Vega en el quinto, y a partir de ese momento Morante comenzó esa sinfonía taurina que tantos peregrinos ha creado de aficionados al morantismo. Los cuatro muletazos por alto sentado en el estribo de la barrera fueron una estampa de sabor añejo cargada de sabor; fue el preludio de un trasteo lleno de torería a raudales en los muletazos por ambas manos, en los remates, en el kirikikí, en los molinetes abelmontados, en los cites; y la plaza entregada a la pasión y el aroma de un toreo caro, de ese por el que merece la pena los sinsabores de otras tantas tardes. Concluyó con tres ayudados por alto con cadencia y sentimiento. Faltaba la rúbrica para que el cerrojo de la puerta grande Manolo Segura se abriera, pero la estocada quedó desprendida. El trofeo quedó en una oreja y petición de la segunda, pero el premio, con ser importante, es lo de menos, lo verdaderamente relevante fueron las sensaciones y la faena para el recuerdo. Para los que se quedaron con más ganas de ver, disfrutar y emocionarse con Morante, el domingo está anunciado en Antequera.

En su primero, el diestro sevillano lo intentó con el capote, pero no le gustó el animal. Con la muleta, fue un quiero y no puedo ante Dudosito, un animal parado y ante el que perdió tres veces los trastos. Voluntad y nada más. Dejó tres pinchazos y dos descabellos.

Salvador Vega sale de la feria taurina de Málaga con el cartel alto y con un toreo que reclama un puesto en más ferias. A su primero lo recibió con un ramillete de verónicas con la rodilla en tierra, un recuerdo a Antonio Ordóñez, y una larga con calidad. Se le pegó poco a Majoletonillo en el caballo y el malagueño brindó la faena al público. Un trasteo inspirado e impregnado de ese sabor clásico del torero de Manilva. Comenzó con dos pases cambiados por la espalda ligados con uno de pecho. Muy centrado y sereno, recetó varias tandas, sobre todo con la derecha, de un toreo templado y ligado de mucha enjundia. Al natural, dejó algunos muletazos estimables. Mató de estocada, que le valió pasear una oreja.

El segundo de su lote fue un toro que de inicio dio muestras de su falta de fuerzas y de sus complicaciones. No hubo lucimiento con el capote. Sombrerero llegó a la muleta con una embestida áspera y sin emplearse. Salvador Vega lo intentó por ambos pitones con firmeza, disposición y aguantándole. Destacó especialmente una tanda ligada con la derecha. Dejó dos pinchazos antes de cobrar una estocada casi entera desprendida y trasera perdiendo la muleta.

¿Dónde está el Manzanares que no hace tanto, apenas tres o cuatro años, encandiló a los aficionados? Esa es la pregunta más repetida cuando se ve al diestro alicantino en un ruedo. Ayer, en La Malagueta, estuvo muy gris; es bien cierto que tuvo enfrente el peor lote, pero este Manzanares está a años luz de aquel que aún permanece en el recuerdo de quienes vieron sus sublimes faenas. Se le sigue esperando, otra cuestión es cuándo él decidirá volver por sus fueros.

A su primero lo recibió con cuatro verónicas y una media de buen trazo. En la faena, con la derecha lo intentó en varias tandas pero sin apreturas, toreando con el pico de la muleta, mientras que cuando se echó la muleta a la izquierda, Campanito le hizo un extraño y desistió de seguir intentando torear. Dejó un pinchazo antes de cobrar una estocada caída y atravesada.

En el sexto, nada con el capote ante un toro descastado, soso y muy parado al que le faltaban dos meses para los seis años. Lo intentó con la muleta, eso sí, siempre citando por las afueras, pero el animal no quiso pelea. Mató de estocada casi entera poniendo el punto y final al festejo estrella, que no terminó estrellado porque quedó para el recuerdo la torería eterna de Morante y la inspiración de Vega.

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