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Raúl, en su último partido como profesional.
La última Copa de Raúl
despedida

La última Copa de Raúl

El legendario ‘7’ y Senna conquistan la NASL con el Cosmos y son manteados en su retirada

ignacio tylko

Lunes, 16 de noviembre 2015, 01:19

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El sentido recuerdo a las víctimas de la cadena de atentados del 13-N en París y las emocionadas interpretaciones a capela que un niño y un venerable anciano realizaron de los himnos nacionales de Canadá y Estados Unidos, respectivamente, preludiaron una final menor en un país enorme y una ciudad única como Nueva York, y las exitosas despedidas de una leyenda como Raúl González Blanco y del gran Marcos Senna, figura clave en la conquista española de la Eurocopa de 2008.

Con 38 años, 21 de carrera, otras tantas finales y el enorme respeto y cariño que se ganó a base de éxitos, voluntad, trabajo, orgullo y dignidad en el Real Madrid, Schalke y el Al-Sadd catarí, el 7 apuraba su última Copa con el firme deseo de añadir grandeza a un Cosmos con más historia que presente. Posee nombre y tradición, ya que allí acabaron mitos como O Rei Pelé o Franz Beckenbauer, pero no es un grande ni en Norteamérica.

Raúl y Senna colgaron las botas un campeonato pequeño. Aunque discurren de forma paralela, la North American Soccer League (NASL) equivale a una segunda categoría respecto a la Major League Soccer (MLS), el gran campeonato estadounidense. El escenario, ciertamente, ofrecía peor imagen que uno de regional preferente en España. No por las gradas, con capacidad para unos 15.000 espectadores, ni por la organización del evento, muy a la americana, sino por el verde. Césped artificial y no, precisamente, de última generación. Un tapete desgastado con decenas de rayas de diversos colores porque el campo de la Universidad de Hofstra se utiliza para al soccer, el béisbol, el fútbol americano y hasta el lacrosse, un deporte con origen en los indígenas americanos que, aparentemente, combina fútbol, hockey y hasta baloncesto.

El tipo que ha hecho mejores a sus compañeros en el Cosmos, se empleó con la competitividad de siempre. Menos presión pero las mismas ganas de vencer; y de hacerlo, además, en presencia de su padre, su mujer y sus cinco hijos. Raúl cumplió con esas virtudes de personalidad y carácter que le adornaron siempre. Ya sin la rapidez y el físico necesarios para rendir a un alto nivel, pero siempre intuitivo, inteligente y capaz de anticiparse a los movimientos del rival. Como afirma Jorge Valdano, clave en su carrera al hacerle debutar en La Romareda, si Raúl ha sido una figura es por su «portentosa cabeza», por esa capacidad casi innata de aparecer siempre en el sitio adecuado y en el momento justo.

Saber sufrir

Parecía que jamás iba a llegarle este día, pero Raúl se fue preparando para él. Marcó un gol clave en la semifinal y preparó la gran cita a conciencia. Seguramente, intervino para que el Cosmos se entrenase los últimos días a puerta cerrada y se blindase. Atento a cada rechace, capaz aún de dificultar la salida de balón de los rudos canadienses e inteligente para no complicarse y jugar a uno o dos toques, se manejó con suficiencia. Primero, recibió una entrada por detrás y le comió la oreja al árbitro.

No era el Bernabéu, ni el Real Madrid, pero el Cosmos jugaba en casa y Raúl ha mamado aquello del miedo escénico desde que Jesús Gil tuvo la ocurrencia de matar a la cantera del Atlético y permitir que a uno de los suyos le cambiara la vida. El niño pillo de la colonia Marconi en Villaverde, barrio obrero del sur de Madrid, y un colchonero de corazón, daba el gran salto hacia Chamartín, en la zona adinerada de la capital. Y a partir de ahí, una explosión de goles, títulos y grandeza.

En su última final, la que ocupaba, emergió como gran figura el argentino Gastón Cellerino, autor de los tres goles locales. Marcó el primero a los ocho minutos, tras una acción de coraje, y Raúl fue el primero en correr para abrazar a este esfordazo argentino que tuvo un paso efímero por el Celta, en la campaña 2009-2010. A partir de ahí, el madrileño dio varios pasos hacia atrás y por momentos se juntó con Senna, ya gordito pero un maestro a la hora de colorcarse y manejar los tiempos en el centro del campo.

Los canadienses del Ottawa Fury perdían pero se mostraban incapaces de reaccionar. Habían ganado 1-4 a los neoyorquinos en el último precedente, pero forman un equipo limitadísimo, hecho para defender. Mucho repliegue, gran físico y búsqueda del contragolpe. Más vistoso y con mejor manejo, el Cosmos controlaba bien con sus grandes veteranos, sin desmerecer los detellos del canario Ayoze desde su carril o la contundencia de Roversio. Aumentó el ritmo tras el descanso su rival, que se quedó en inferioridad tras un alevoso pisotón de Trafford. Raúl fue listo para separar a unos y otros de la pelea.

Empató instantes después el ariete Heinemann, en una jugada que comenzó tras un error de Raúl en un control, pero el triplete de Cellerino selló el título del Cosmos, de Senna y del '7', protagonista de su última asistencia. Antes de los festejos finales, del abrazo fraternal entre el 7 y su inseparable Senna, ambos manteados por sus compañeros, el gran detalle de saludar al rival derrotado. Genio y figura. 22 títulos contemplan su carrera. Se marcha un jugador, nace un mito y quizá un entrenador. Tiempo al tiempo.

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