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Interior de la cárcel de Cruz de Humilladero, elegida por Ridley Scott para su película ‘The Cartel’.
La antigua cárcel: de centro cultural a plató de cine

La antigua cárcel: de centro cultural a plató de cine

La prisión recupera protagonismo con la decisión de Ridley Scott de rodar en ella su nueva película

María Eugenia Merelo

Miércoles, 15 de febrero 2017, 00:35

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Sus paredes y sus muros han sido testigos de largas y lentas condenas. De vidas detenidas en el tiempo para rendir cuentas ante la ley. Un motín y un atentado terrorista marcaron también muesca en las paredes de la antigua prisión provincial en el populoso barrio de Cruz de Humilladero, uno de los de mayor densidad de población de Europa y uno de los más multiculturales de Málaga.

El cineasta Ridley Scott ha puesto sus ojos en la antigua prisión malagueña para convertirla en una cárcel azteca y rodar The Cartel, un thriller sobre la guerra del narcotráfico entre Estados Unidos y México. La decisión del director de la mítica saga Alien devuelve a primer plano un espacio que permanece cerrado desde agosto de 2009. Paradojas del destino, la antigua cárcel volverá a ser una prisión, aunque ahora con un director de fama internacional que ha rubricado en la factoría Hollywood títulos como Blade Runner y Marte. Pero entre sus dos papeles de presidio, el real y el de ficción, el viejo edificio de Cruz de Humilladero ha tenido planificados otros usos, que al final se han ido quedando en humo.

En 2012, la vieja cárcel se incorporaba al patrimonio del Ayuntamiento de Málaga. Un convenio suscrito entre el Ayuntamiento y la Sociedad Estatal de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SIEP) acordaba que el Consistorio entregaba al SIEP la titularidad de la finca del Polígono Guadalhorce donde se construyó el Centro de Inserción Social. A su vez, la SIEP cedía al patrimonio municipal el inmueble de Cruz de Humilladero. Tras aquella firma, el alcalde, Francisco de la Torre se mostraba ilusionado con el nuevo espacio. «Hay distintas ideas y alternativas, como la posible implantación de un centro tecnológico y empresarial, un proyecto universitario privado o los Servicios Operativos», enumeró De la Torre. Adelantaba también el alcalde que contempla el derribo del inmueble, aunque conservando alguna parte de la fachada como «una seña de identidad».

La Universidad Católica de Murcia (UCAM) y la Universidad Loyola Andalucía se anunciaron como aspirantes a construir campus en los terrenos del antiguo presidio, un inmueble que, sometido al abandono, pronto se convirtió en objetivos de vándalos, chatarreros y okupas. Una propuesta de Izquierda Unida y varios colectivos sociales fue aprobada en pleno municipal solicitando la creación en sus terrenos de un centro para la memoria histórica.

Proyecto cultural

En 2014 llegaba el proyecto más sólido: el Ayuntamiento anunciaba que daba sus «primeros pasos» para convertir la antigua cárcel en Cruz de Humilladero en un centro cultural para jóvenes creadores. En una fase inicial se invertirían 120.000 euros en la consolidación y mejora de la planta baja del inmueble. De ellos, 3.900 euros estaban destinados a la limpieza de parte del antiguo recinto penitenciario.

El Ayuntamiento lanzaba el proyecto Jailhouse, que fue consensuado con las organizaciones vecinales de Cruz de Humilladero y con colectivos de artistas locales, con la colaboración del Festival de Málaga Cine en Español con el objetivo de crear allí un polo de formación y creación audiovisual. La industria creativa y cultural se convertían en protagonistas de una iniciativa municipal que animó a los colectivos a responder a un reto: «¿Cómo podríamos transformar una antigua prisión en un símbolo de innovación urbana?».

La pregunta tuvo muchas respuestas, pero falló la financiación: en noviembre de 2016, la Comisión Europea rechazaba, dentro de su convocatoria de fondos para la financiación de Acciones Urbanas Innovadoras (UIA, en sus siglas en inglés), el proyecto presentado por el Ayuntamiento de Málaga. La iniciativa, presupuestada en 6,1 millones de euros, se quedó en papel mojado al no poder acceder a los fondos europeos.

De la mano de Ridley Scott , el añejo penal se encuentra ahora con un nuevo pero efímero destino: el de plató de cine para una película que podría protagonizar Leonardo Di Caprio. El director recreará en ella una prisión mexicana de máxima seguridad en la que se refugia un narcotraficante para escapar de la justicia norteamericana. Las balas volverán a sonar entre sus muros. Era fuego real el que se cruzó en 1985, cuando cinco presos muy peligrosos intentaron fugarse y, en el transcurso de un tiroteo, resultó muerto un policía nacional. Los presos se amotinaron con cinco rehenes. La revuelta no se sofocó hasta que el entonces inspector general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Lara, leyó un comunicado, que se emitió por radio, en el que se aseguraba que los detenidos serían tratados conforme al Estado de Derecho. Incluso, un equipo de TVE tuvo que entrar al centro para que los presos pudieran proclamar ante las cámaras sus exigencias. El próximo verano volverán las cámaras a Cruz de Humilladero. En esta ocasión serán de Hollywood.

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