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Los primeros visitantes del Museo Ruso
"Nada más terminar de comer me he venido, esto no me lo podía perder"

"Nada más terminar de comer me he venido, esto no me lo podía perder"

Los primeros visitantes del Museo Ruso dan sus impresiones acerca de la nueva pinacoteca de Málaga

isabel bellido

Miércoles, 25 de marzo 2015, 17:11

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No ha habido colas, pero lo cierto es que tampoco se esperaban. Un miércoles laborable a las cuatro de la tarde en la Carretera de Cádiz no puede dar mucho más de sí, aunque hay asistentes ávidos de arte que sí esperaban más afluencia. Uno de ellos es el escultor Lázaro Cruz Jaime -entre sus obras se encuentra el burro de bronce de Mijas- que se ha enterado por la radio de que hoy el Museo Ruso abría sus puertas y, aprovechando el buen día, desde Mijas precisamente ha acudido a La Tabacalera. Ha sido uno de los primeros en entrar, y eso que creía que iba a estar repleto de gente. "Me decían que iba a estar lleno y ya ves, lo vamos a poder ver muy bien", dice Cruz, que también cree que "mucha gente no se ha enterado".

Allí, en la puerta, Lázaro Cruz ha conocido a Manuel Clemente, un compañero del gremio. Es pintor y tiene más de treinta copias hechas de Kandinsky, aunque insiste en que él siempre les otorga "su toque personal". A la conversación se une Aurora Cabello de Alba, restauradora a la que le "encanta" el arte. Gracias al telediario ha podido saber que hoy se inauguraba la sede malagueña del Museo de San Petersburgo. "Nada más terminar de comer me he venido, esto no me lo podía perder", comenta. Aunque no cree que todos piensen lo mismo. "Llevo 33 años en Málaga y ahora está preciosa, pero desgraciadamente la gente no se interesa mucho por el arte".

Una vez dentro, Manuel Torres, un melillense que lleva treinta años viviendo en Málaga, observa 'El descanso de los cazadores', de Vasili Perov. "Tengo que decir que no vengo hoy porque sea gratuito, sino porque estaba obsesionado por ver este museo y también el Pompidou. Soy muy amante del arte", insiste Torres, que viene acompañado por Natalia Maslova, su amiga rusa que hoy le hace de guía. "Cuando yo llegué, Málaga era un corral de vacas, ha dado un cambio espectacular", asegura, satisfecho. Pero no todos están tan contentos. Los hay que se encuentran un poco "perdidos". Es el caso de Curro Morreno, que confiesa que "nada más entrar a la primera sala no sabía si tirar a la derecha o a la izquierda", por lo que ha estado "cinco minutos mirando los carteles". Eso sí, en cuanto a la ubicación del Museo Ruso no tiene queja: "Málaga es una gran ciudad y tenemos que cambian la mentalidad y readaptarnos", dice, refiriéndose al desplazamiento hasta La Tabacalera.

Otro que coincide con Curro Moreno en cuanto a la distribución del espacio es el pintor Diego Santos, al que la pinacoteca le parece "un poco laberíntica". "Veo muchos fallos", admite. "En las salas donde los muros no son hasta arriba molesta muchísimo la luz, hay obras importantísimas muy mal colocadas, sobre todo en la sala de Vanguardia", enumera. "Espero que tenga éxito, pero tengo mis dudas", cavila Santos, que añade que hay "pocas obras de artistas conocidos por el gran público".

Pese a todo, la eclosión museística ya empieza a tener sus efectos. Prueba de ello es la estadounidense Claudia Steirnbroner, que junto a su marido viaja todos los años durante seis meses y en esta ocasión eligieron Málaga para pasar un mes. ¿La razón? "El arte", responde. "Nos decepcionamos cuando vimos que el Museo de la Aduana no está abierto aún y nos vamos mañana, no nos da tiempo a ver el Pompidou", explica. Otro caso es el de Cristina Somacarrera y José Serrano, que se enteraron por la radio de la inauguración del Museo Ruso y del Pompidou y han venido desde Madrid por eso, aunque creían que el centro galo se inauguraba antes, por lo que se marcharán sin haberlo visto. "Es un buen motivo para volver", concluye Serrano.

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