Tormentas en un vaso medio lleno
El inesperado adiós de Salomón Castiel. La Feria del Libro más local. El público se hace el remolón en el Museo Picasso. Y los viajes de Brinkmann, Gacma y Javier Marín
ANTONIO JAVIER LÓPEZ
Domingo, 1 de junio 2008, 03:52
Salomón Castiel ha demostrado que sabe guardar un secreto. Al menos los propios. Ha repetido que su decisión ha sido «muy meditada». No un calentón, ... aunque el anuncio haya pillado a casi todos con el pie cambiado. Castiel abandona la dirección del Cervantes y del festival de cine después de trece años en el primero y de once ediciones en el segundo. Más allá del debate sobre el modelo de gestión, los resultados en ambos campos parecen innegables. La evolución en este tiempo es significativa, con 'peros', por supuesto. Él mismo reconoce las limitaciones para programar la temporada en el «cajón de sastre» que es el primer teatro de la ciudad. También sostiene que el certamen necesita un impulso, que los cargos como el suyo «tienen fecha de caducidad y hay que saber irse de estos sitios». De acuerdo en todo, pero en una ciudad poco acostumbrada a las dimisiones no obligatorias, el anuncio ha causado sorpresa. Sobre todo las formas: convocar a los medios deprisa y corriendo, antes de un pleno municipal. Caras de póquer. En cualquier caso, Castiel ha dado motivos para ver más que medio lleno el vaso del Cervantes y el festival. Queda saber quién vendrá en su lugar para decidir si los recipientes no se han quedado medio vacíos.
Vacíos no, pero escurridos de escritores renombrados abren este año los puestos de la Feria del Libro. El evento apuesta por los autores locales. De acuerdo. Eso puede llenar el vaso del mercado doméstico y ojalá que llene un poco las cajas registradoras de los libreros. Aun así, la decisión no justifica que apenas pasen por aquí autores de cierto vuelo nacional y/o internacional. No se trata de que el Paseo del Parque se convierta en el Retiro, con Ruiz Zafón y compañía frente a largas colas de 'fans'. Eso no es otra liga, es otro deporte. Y en el partido del negocio editorial en España, la ciudad chupa banquillo.
En el mundillo cultural, la vara de medir suele ser una vara verde. El éxito y el fracaso se calculan al peso. Si va mucha gente a una exposición o a un espectáculo, eso es bueno. Sin más. De lo contrario algo falla. El criterio es injusto, todos los saben y asumen, pero también puede servir para sacar algunas conclusiones. En el Museo Picasso Málaga siempre han defendido que una institución como esa no se debe gestionar como un parque de atracciones. Un principio irreprochable; sin embargo, las últimas cifras de visitantes mueven a la reflexión. Hay que explicar primero que el MPM organiza cada temporada dos grandes exposiciones -acompañadas por montajes de menor formato- y que el verano es el periodo de mayor afluencia en el Palacio de Buenavista. Con estas coordenadas, la primera gran apuesta del año ha sido la muestra fotográfica 'De lo humano. Fotografía internacional 1900-1950', que han visto 52.396 personas. El guarismo más bajo de los cinco últimos montajes. Ahora las comparaciones: 'Objeto e imagen' (59.477 visitas) y 'Musas y modelos' (102.036) fueron las últimas exhibiciones 'grandes' programadas en un periodo similar a 'De lo humano' y obtuvieron números más lustrosos. No entran en la balanza 'La Colección de Pierre & María Gaetana Matisse' (120.986 visitas, aunque estuvo seis meses en cartel) ni 'Pequeña figura' (71.896), expuesta el verano pasado. El vaso se vacía. La calidad de las propuestas, la tarea pedagógica del centro, su protagonismo en la oferta cultural más allá de las fronteras regionales, su amplia agenda de actividades o incluso su papel como reclamo turístico llenan el vaso a diario.
Y el último vaso, que sirva para brindar. Por el viaje de Enrique Brinkmann y Cecilio Rodríguez a la Bienal de Arte de Pekín, a la que han invitado a la sala malagueña Gacma. Y por Javier Marín, que presenta su galería en la feria Hot Art de Basilea. Esta copa va por ellos.
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