¿Tomas vitamina D? Pues cuidado con pasarse
Aunque se vendan sin receta, estos suplementos nos puede llevar al hospital si no atendemos algunos criterios
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No olviden supervitaminarse y mineralizarse». Los niños de los ochenta reconocerán inmediatamente esta frase. La decía de forma recurrente Super Ratón, un personaje de dibujos ... animados que parodiaba a Superman y que en los años de La Movida conquistó las teles del país. Sin embargo, ese mensaje, que, por un lado anima a comer bien para estar fuertes como este desternillante superhéroe, se ha convertido en un arma de doble filo en los tiempos que corren: los de la suplementación.
Desde la pandemia, la ingesta de vitaminas y minerales en forma de pastillas, polvos u otras presentaciones se ha vuelto algo común. Que estás cansado, magnesio; que te resfrías a menudo, vitamina C; que quieres proteger el corazón, omega-3... Hay gente que lo primero que se toma nada más levantarse es un puñado, literal, de grageas. «El 71% de los españoles aseguraba haber tomado algún complemento alimenticio en el último año», señalan desde la Asociación Española de Complementos Alimenticios (AFEPADI) en su último informe. Las cifras son de hace dos años y ya entonces se veía que este campo no tenía techo.
Dentro de las infinitas posibilidades para reforzar nuestra salud, para mineralizarnos y vitaminarnos como nos recomendaba Super Ratón hay una vitamina que cada vez toma más gente, pero que no tiene nada de inocua, la D. No es que sea peligrosa 'per se', pero con ella no vale la regla de «cuanto más mejor», señala la farmacéutica y profesora de los estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) María José Alonso.
La D es una vitamina multiusos en el sentido de que influye en infinidad de procesos de nuestro cuerpo. «Interviene en la salud ósea, en la dental, en la de la piel, en la absorción del calcio, en el sistema nervioso, en el inmunológico, ayuda a nuestro corazón, interviene en la regulación de la presión arterial...», enumera la especialista, que podría seguir durante minutos. Y por eso es importante tenerla en valores óptimos. Sin embargo, en los últimos tiempos cada vez es más frecuente encontrar gente que se suplementa porque 'la tiene baja'.
En una analítica
30 nanogramos por mililitro de sangre
es el valor mínimo de vitamina D que debemos tener, según las guías de la Sociedad de Endocrinología Clínica. Entre 20 y 30, es un nivel «insuficiente» y por debajo de 20, hay «deficiencia». Aunque la última palabra siempre la tiene nuestro médico..
¿Es real esta 'deficiencia' o se trata de una moda? «Para saber cómo tienes la vitamina D has de hacerte un análisis», afirma rotunda Alonso. No vale con la cuenta de la vieja: es que tomo poco el sol, me echo factor 50 y además como mal. Tiene que haber una medición de por medio que te diga en qué estado está. «Lo normal es ir al médico y pedirle una analítica. Sobre todo si estás cansada, te enfermas con frecuencia, etc. En la farmacia también hay test, pero yo recomiendo que vayas a tu doctor».
Sobre todo, insiste, porque si hay una deficiencia, es decir, el nivel de vitamina D está por debajo de los niveles mínimos, es el médico el que tiene que prescribir qué y cómo tomarlo. En este caso «medicamentos de vitamina D que aportan la dosis necesaria, que van bajo prescripción y que requieren de controles posteriores». Pero hay otro grupo de gente que sin tener deficiencia, tiene unos niveles de vitamina D «no óptimos», es decir, bajos. Este, añade la especialista, «sería el rango de la suplementación».
Advertencia del Ministerio
Ahora bien, si nuestros niveles están en los baremos que se consideran normales, «suplementarse por suplementarse es absurdo». Y entraña riesgos: como pasarse en la dosis diaria. «Cuando esto ocurre, se acumula calcio en sangre y llegas a lo que se llama una hipercalcemia. Ahí empiezas a sufrir náuseas, vómitos, perdida de apetito... y hasta podrían presentarse problemas y cálculos renales».
Estos fueron los síntomas de 16 personas que este pasado verano recibieron asistencia médica en Baleares. Estaban sanas, pero empezaron a notar problemas de salud y al acudir al hospital les diagnosticaron «hipervitaminosis D». ¿Qué les había pasado? Pues que tomaron un suplemento en este caso defectuoso: las pastillas tenían más dosis de la que indicaba la etiqueta por error.
Controlar esto es esencial cuando nos suplementamos. A raíz del caso de Baleares, el Ministerio de Sanidad lanzó una advertencia «sobre el uso racional» de este suplemento.«La suplementación solo está indicada en casos de déficit confirmado o situaciones clínicas específicas y debe realizarse bajo prescripción médica y con seguimiento sanitario».
«Solemos creer que tomar más de algo que es bueno hace que sea aún mejor, es decir, que tenga más beneficios para la salud. Sin embargo, esta idea es errónea y el exceso de algunas vitaminas y minerales puede causar efectos negativos. Por esta razón, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha establecido unas ingestas máximas tolerables (UL de las siglas en inglés) para algunas vitaminas y minerales por encima de las cuales no es seguro la ausencia de efectos negativos. La vitamina D está en ese listado», apunta Ana Belén Ropero, profesora de Nutrición y Bromatología en la Universidad Miguel Hernández.
Esto se refleja en las etiquetas de los suplementos, donde se indica la dosis máxima diaria, «que no debe sobrepasarse en ningún caso», aporta Alonso. Si el bote no lo indica, mejor escojamos otra marca que sí lo haga.
– ¿Y qué pasa si además estoy tomando alimentos enriquecidos en vitamina D, como la leche?
– Alonso: Si estás tomando alimentos enriquecidos, no suplementes. Y si suplementas, toma alimentos normales.
¿Le puedo dar a mi hijo pequeño un suplemento?
Cuando tenemos un bebé o un niño pequeño la principal preocupación siempre es su bienestar. Eso lleva a que queramos que todos los alimentos que tomen les aporten todo lo necesario. Y a elegir, por ejemplo, papillas y leches enriquecidas por delante de las que no, e incluso suplementos infantiles... La profesora de Nutrición y Bromatología Ana Belén Ropero recomienda prudencia y aconseja que acudamos siempre a los profesionales sanitarios antes de nada. «Si sospechamos que podemos tener deficiencia de alguna vitamina o mineral, debemos acudir a un especialista (sea un médico o un nutricionista). Y en el caso de los bebés y niños, será el pediatra quien recomiende la forma de actuar ante estas sospechas».
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