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J. VICENTE ASTORGA
Martes, 18 de febrero 2014, 11:34
Es rara una obra en la ciudad sin el cartel de esta empresa, que tiene en marcha ahora 150 viviendas. Hace siete años, con los primeros crujidos de la crisis, Rivervial dejó atrás su actividad bajo el paraguas de grandes constructoras para iniciar un camino propio con la rehabilitación como apuesta fuerte pero sin dejar la obra nueva. Una plantilla estable de cien personas, el compromiso con la calidad, con el cumplimiento de plazos y los presupuestos sin sorpresas definen un modelo poco extendido en el sector. Tres hermanos -José Antonio, ingeniero industrial; Sebastián, antiguo oficial de la construcción, y Carmen, licenciada en Empresariales- son el 'staff' de Rivervial, para cuyos dueños no hay cliente pequeño ni obra demasiado grande.
-¿Son ustedes los que más obra nueva y más viviendas rehabilitan en Málaga?
-Al margen de algunas promociones en manos de grandes constructoras en nuestro segmento de empresa, ahora no creo que haya nadie, al menos en volumen de unidades de obra, pero lo más propiamente nuestro es la diversificación, que no es ninguna utopía. En rehabilitación tenemos un paquete muy fuerte, aunque solo supone el 40 por ciento de nuestra actividad. La repercusión por impacto en la calle puede parecer mayor porque una obra de ese tipo dura dos meses y medio. Diez obras de rehabilitación pueden suponer acaso la quinta parte de uno obra nueva. Son más visibles, eso sí, están en zonas más transitadas y el retorno de nuestra publicidad es más agradecido en estas obras. Nosotros construimos, rehabilitamos, hacemos reformas, restauraciones... y no somos una empresa focalizada en un determinado cliente: tenemos a promotores privados, al Ayuntamiento de Málaga o a la Diputación en vivienda social, también tenemos clientes de promociones pequeñas, unifamiliares, y últimamente repunta la hostelería. Hemos construido los chiringuitos del paseo marítimo.
-¿Le gustó como se rectificó el diseño inicial?
-Para mí, en su origen, eran mucho mejor, con pérgolas y barandillas muy singulares. Lo que fue un error era unir el módulo de aseos y servicios con la sala. Ahora estamos haciendo otro en Guadalmar, con cubiertas en forma de ola, un edificio sin apenas líneas rectas, tendrá gresite multicolor para la cubierta. Es difícil que se pueda criticar ese chiringuito. En aquella polémica los perjudicados fueron los concesionarios.
-La Junta habla ahora de construcción sostenible, de acortar los plazos en las tramitaciones urbanísticas. ¿Qué le parece?
-Me parece bien. La Administración tiene que procurar no ser un impedimento, como la propia banca la ha visto incluso. La Administración tiene que facilitar las promociones que tienen detrás a bancos, fondos de inversión, fortunas familiares. Lo que no puede ser es que haya entidades que quieran invertir y la burocracia sea el problema. Si un proyecto se va a estancar dos años, de entrada a quien hace esa inversión, que hace sus cálculos por cuantía y el tiempo, se le quitan las ganas, y si vamos a la fórmula de la inversión público-privada, el privado no va a ir de la mano de una Administración lenta, puesto que todo se tiene que planificar, marcar unos objetivos y unos plazos.
-¿Le parecen buenas medidas el límite de tres meses en emitir informes urbanísticos y crear un órgano provincial para agilizarlos?
-El cambio está bien y la intención es clara, pero como todo planteamiento debe tener fechas. Lo mismo que la Administración es rigurosa para cobrar impuestos no puede ser que sus plazos internos no sean exigibles. No se trata de hacer las cosas rápido y mal.
-¿Tienen más problemas de burocracia con el Ayuntamiento o con la Junta?
-A nivel de funcionamiento no hay diferencia. Entiendo las limitaciones de recursos. No se trata de personas. Si alguien está dedicado a ver expedientes pero ahí también se tramitan otro tipo de procesos a más largo plazo... No es lo mismo un análisis de una barriada a que llegue un ciudadano con un problema de cornisas que se le están cayendo. Ahí, en el departamento que sea debe existir la flexibilidad de poder incorporar técnicos de otra área. Una licencia, además, es un ingreso.
-Hay entonces camino por recorrer también en este terreno en la Gerencia de Urbanismo.
-Ha mejorado mucho y creo que en cuanto a licencias el proceso está bien estructurado. Sinceramente hay agilidad. Las obras urgentes, en cinco o seis días, se resuelven. Son rápidos y eso es lógico. Lo que no entendemos es la lentitud en proyectos de más envergadura. Creo que esa conciencia de respuesta ágil al particular tiene que regir tiene que haberla también para el promotor. Para rehabilitación, la licencia está exenta de tasa. El Ayuntamiento de Málaga está dando facilidades para que ese coste no sea un impedimento, aunque eso varía cuando el proyecto afecta al centro histórico. Harían falta mecanismos más ágiles pero es cierto que entran en juego áreas diferentes, de movilidad, de tráfico, intereses comerciales...
-¿Le ve futuro a esos auténticos 'cascarones' en el centro que llevan años pendientes de rehabilitar?
-Quizás habría que haber hecho menos volumen de vivienda por ejemplo en Soliva, y haber hecho en parcelas en el Centro, porque producen un efecto atractivo como zona residencial. En el Centro se vive bien, sigue siendo una zona cara lo que habla de una demanda fuerte, y por algo será. Para alguien como yo, con tres hijos, no hay una tipo de pisos adecuados ni servicios de calidad, pero si hay una demanda potencial.
-¿Cuántos personas trabajan ahora en la empresa?
-Más de cien, pero hemos llegado a 200 hace un par de años. Esa fluctuación es rigurosa en función del trabajo porque nuestra filosofía es la de adaptarnos al cliente. Si es un local, que tiene una fecha de entrega, o un centró comercial. En el edificio del centro Málaga Nostrum, Factory, por ejemplo, se han cambiado 4.000 metros de techo, se ha trabajado 12 a ocho de la mañana, en seis meses y lo hemos hecho con personal propio. La subcontrata no la queremos, porque no tiene lazo directo con la imagen de quien construye y el mantener personal propio crea una vinculación. El cumplimiento de plazos, la especialización, el oficial que lo sabe hacer todo, eso no vale. La construcción tiene que ser un sector profesionalizado, industrial.
-¿Cree que en la rehabilitación se puede producir una sobreoferta de empresas?
-En esto, como en hostelería, lo tenemos clarísimo: cuantos más, mejor. La competencia no supone que nos tiremos al barro en precios. Donde hay interés serio en un sector se crea actividad, desarrollo. Nosotros, por ejemplo, estamos en un proyecto junto a la UMA para desarrollar una tecnología de análisis de viviendas e infraestructuras críticas. Si empresas como FCC o Ferrovial están también en este tipo de cosas... Algo ha cambiado antes y después de la crisis. El 90 por ciento de las empresas no nos miraban y nadie pensaba en análisis de grandes barriadas. Los nuevos materiales o técnicas no tienen por qué ser caros. La rehabilitación cuesta un 60 por ciento menos rehabilitar una vivienda que construirla de nueva. Si hay cuatro millones de viviendas vacías no hay un problema de construir. Por tanto no va a haber actividad a gran escala y si el parque de viviendas español es deficiente en su estado y en sus condiciones de eficiencia, hay claramente actividad.
-Su formación como ingeniero industrial al frente de una constructora, ¿chirría acaso en el sector?
-No sé si chirría, pero el que tengamos una cierta posición en el sector se debe si duda a que somos competentes, y no somos una empresa que lleve cuarenta años, en mi familia no ha habido constructores. Creo que el éxito está en que ofrecemos algo más que precio.
-Explíqueme lo de poner en su web que la empresa surge de un planteamiento inconformista.
-Es la verdad. No hemos copiado sistema de nadie. Mejorar lo que hay. Mis hermanos y yo sabíamos que había cosas que se podían hacer de forma diferente. Nuestro modelo de negocio ha sido ir a contra corriente en el sector, no rechazar nunca a un cliente. Y a eso darle unos parámetros de calidad tanto al pequeño como al gran cliente. La propia publicidad la hacemos nosotros. No necesitamos que venga nadie de fuera. Cualquiera puede comprobar que lo que decimos que hacemos, lo hacemos.
-Y luchar contra el lastre que pesa sobre la mala imagen del sector también, ¿no?. Solvencia, plazos...
-No podemos decir que la banca nos haya tratado mal, pero también hemos de decir que hemos apostado todo lo que teníamos cada vez que necesitábamos financiación. Yo, al director de una oficina le cuento lo mismo que a usted, que lo que hacemos lo sabemos hacer. Yo soy constructor, no promotor que busca suelo, pero venimos de un sector con mala imagen, donde no se decían no se decían las cosas claras, donde las constructoras metían beneficios en las promotoras para que compraran suelo y buscaran además financiación. Cuando todo se mezcló, la banca no sabía a quien prestaba más de lo debido. Si la promoción iba mal, la construcción fue detrás. La crisis ha generado un recelo en la banca difícil de superar.
-¿Qué planes futuros tienen?
-Aparte de esperar una mejoría en el entorno, que se promuevan políticas de rehabilitación. Es complicado plantearse una política expansiva. Las miras van por expandirnos. Montar delegación en Sevilla o en Córdoba, pero no vemos que sea todavía el momento. Queremos tener la seguridad de que no elevamos el nivel de riesgo.
Millones de euros es la facturación del último ejercicio, lo que supone un 40 por ciento más que el año 2011. En 2012 registró una caída de ingresos.
profesionales forman la plantilla estable de la empresa, una cifra que ha llegado a duplicarse.
viviendas construidas y rehabilitadas en los siete años de actividad de la empresa.
En colaboración con la UMA y varias empresas de Ingeniería, participa en SysRobotics, para el desarrollo de un sistema de Información para mantener y controlar infraestructuras críticas.
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