Un explorador de la memoria en busca de avances
Manuel López Aranda Investigador
POR MARINA MARTÍNEZ
Domingo, 8 de abril 2012, 03:39
S iempre quiso saber cómo funciona el mundo. Desde pequeño. Estudiar Biología era, por tanto, una buena opción. Hoy, Manuel López Aranda (Málaga, 1979) ... está convencido de que esa curiosidad y ese deseo de «descubrir cosas nuevas» es uno de los «requisitos indispensables» para dedicarse a la investigación. Como no podía ser de otra forma, él se decantó por ese camino. Y ahora puede presumir de currículum. Entre sus reconocimientos, destacan el Premio Severo Ochoa de la Fundación General de la Universidad de Málaga o el Andalucía Joven. Su último logro es el Premio Jóvenes Investigadores, que le concedía la Fundación Biogen Idec a mediados de marzo.
Ahora se encuentra en Los Angeles, donde trabaja en la Universidad de California gracias a la beca Human Frontier. Fue una de las oportunidades que le surgieron a raíz de los artículos científicos que publicó mientras realizaba su tesis doctoral en Medicina. 'Molecular functions of sGai2 and RGS-14 proteins in rat brain' se titulaba. ¿Nota? Inmejorable: sobresaliente cum laude.
Pero no es la primera vez que López Aranda traspasa fronteras. En 2007 ya estuvo tres meses en el Departamento de Neurociencia de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) para estudiar el comportamiento en ratas y realizar técnicas de microcirugía cerebral y microdiálisis. Dos años después permanecería otros tres meses en el Institut Nacional de la Santé et de la Recherche Médicale (Francia), en este caso para analizar el comportamiento en monos.
Entiende López Aranda que quien busca una oportunidad para continuar en este campo «y poder optar a un buen trabajo en España» tiene que marcharse fuera. Con la dosis de sacrificio que conlleva: «Hacer investigación debe de ser una vocación porque requiere mucho tiempo y dedicación, así que te tiene que gustar realmente para poder llevarlo adelante». Él lo hace. Aunque no sin obstáculos. La falta de estabilidad y apoyo económico tanto público como privado suelen interponerse. «Tan solo pasas de una beca a otra, con la esperanza de algún día conseguir un puesto de trabajo que te permita un mínimo de estabilidad, dentro de un mundo extremadamente competitivo».
Le resulta «enriquecedor salir fuera y aprender cosas nuevas». Aunque «por desgracia» en su caso, y en el de la mayoría de jóvenes como él, se marcha por obligación. No en vano, la estancia en otro país se valora a la hora de bucar plaza en España. El malagueño no esconde su deseo de volver a su tierra una vez que acabe su contrato en Los Angeles dentro de dos años. Y no solo eso. Va más allá: su sueño sería dirigir su propio laboratorio de investigación, a ser posible en Málaga o en su pueblo natal, Mijas. Aunque también le encantaría dar clases en la Universidad.
No sería la primera vez que trabajara en la institución académica. López Aranda ha colaborado con ella desde que en 2000 ingresara como alumno interno en el Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología de la Facultad de Ciencias. El mismo departamento en el que en 2003 desarrolló su contrato de investigación con la Fundación Hospital Carlos Haya. En este caso, colaboraba en el proyecto 'Investigación en red de las enfermedades neurológicas'. Entre 2008 y 2009 trabajaría como científico-técnico superior de laboratorio del Ciberned.
Mucho por descubrir
En el campo de la neurología se mueve como pez en el agua. La considera un área donde «todavía queda mucho por explorar y descubrir». Fiel a su innata curiosidad, siempre le llamó la atención. Y más aún la memoria. Para López Aranda, una enfermedad como el alzhéimer, en la que «un hijo tiene que ver cómo su padre o su madre no lo reconoce y les grita como a un desconocido, es una enfermedad donde sufre no solo el enfermo, sino todas las personas de su entorno que le quieren». Por eso quiso investigar en la memoria, para aportar su «granito de arena en la búsqueda de una cura».
Pero, aunque la mayor parte de su vida la invierte en la investigación, también sabe sacar tiempo para otras aficiones. Le ayudan a «relajar la mente». Bailar salsa es una de ellas. Además, es instructor de defensa personal femenina y siempre que puede colabora con asociaciones de mujeres y hospitales infantiles. Imprescindible seguirle.
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