Unicaja: Las fortalezas de un modelo que crea tendencia
El Unicaja ha cerrado otra temporada brillante. Y aunque la final de la Liga Endesa tendrá que esperar, el equipo malagueño ha dejado claro que ... los logros alcanzados no han llegado por casualidad, firmando un curso que lo consolida como uno de los proyectos más consistentes, competitivos y admirados del baloncesto español y europeo.
Hay muchas formas de medir el éxito. Una es levantar trofeos, como las dos Copas del Rey consecutivas -algo que parecía reservado solo a los clubes de fútbol-. Otra, quizás más profunda y que debe quedar como legado, es crear un modelo sólido, sostenible y reconocible: una forma de entender el juego y una manera propia de competir. A continuación, comparto algunas de las claves que explican, a mi entender, el porqué de este Unicaja.
1. Defensa como seña de identidad. El compromiso de los jugadores con el proyecto ha sido absoluto, y la mejor manera de constatarlo ha sido a través de la defensa. Tras un riguroso trabajo de 'scouting' y preparación de los partidos, la capacidad del equipo para adaptarse a distintos ataques, cambiar asignaciones, presionar el balón, cerrar líneas de pase y forzar malas decisiones ha sido extraordinaria. Desde la defensa se ha construido todo: la energía, el ritmo, y la posibilidad de correr. Frente a equipos con talento superior, el Unicaja lo ha igualado o superado gracias a su sistema defensivo y el desgaste del contrario, el control del rebote defensivo y a la responsabilidad y generosidad en el esfuerzo individual y compartido.
2. La riqueza táctica del ataque: juego libre y dinámico pero con una clara estructura. El ataque del Unicaja combina libertad y orden, potenciando creatividad y talento. Se basa en la circulación de balón, una gran lectura de las ventajas, un trabajado repertorio táctico y un excelente uso del triple en transición. El juego sin balón y las opciones tras bloqueo directo son de altísimo nivel, que hablan del buen uso del 'spacing' de hombres como Osetkowski en el '4' abierto, las continuaciones de Kravish, la movilidad de Carter y Taylor o en el rol de Perry, como generador y culminador, pero sin salirse del marco colectivo. Llevar el balón hasta las esquinas, el ritmo alto y el llegar jugando han sido marca de la casa así como la búsqueda de segundas oportunidades en el rebote ofensivo. Rentabilizando con canastas rápidas el dominio del rebote en aro propio, los malos tiros y las pérdidas del rival, incluso el anotar tras canasta recibida en tan solo uno o dos pases y, en situaciones límites, el buen uso de la pizarra en los saques de banda o fondo.
3. Rotación profunda y gestión física impecable. Uno de los mayores logros ha sido sostener un alto rendimiento sin someter en demasía a un gran desgaste a sus jugadores. La rotación larga no ha sido sólo una opción, sino una estrategia perfectamente ejecutada. El equipo ha llegado con piernas frescas a todos los tramos decisivos de los partidos y de la temporada gracias a una planificación física rigurosa y una gestión de cargas valiente y moderna, repartiendo confianza y minutos entre 14 jugadores, que estos han sabido asumir, y sin dejarse a nadie atrás, lo cual no es solo raro de ver, sino también dificilísimo de conseguir.
4. Mejora individual como reflejo del proyecto. Unicaja no solo ha ganado partidos, mejora jugadores. Perry ha crecido como líder; Kalinoski y Osetkowski han alcanzado su madurez en el juego; Carter ha mejorado física y defensivamente, en su lectura del 'pick and roll' y en la dirección del juego; Barreiro, Sima... Alto nivel de exigencia y de confianza en un entorno técnico y humano que permite evolucionar, y eso es también un valor diferencial.
5. Control emocional en partidos importantes. Este Unicaja ha ido adquiriendo experiencias de equipo grande. Ha jugado al límite, en entornos hostiles, en finales igualadas y series durísimas sin perder su identidad. Sabe sufrir, sabe resistir y sabe golpear cuando parece que no puede más. Esa gestión de las emociones, que se entrena tanto como el tiro o la defensa, ha resultado clave para llegar en las mejores condiciones a las grandes ocasiones, ganar eliminatorias -como la reciente del Barça-, la Copa del Rey, la Final Four de la BCL o afrontar con mentalidad ganadora y sin rehuir la presión las semifinales de Liga Endesa ante el Real Madrid.
6. Liderazgo de Ibon Navarro. Ibon ha sabido gestionar el grupo con serenidad y autoridad. No limita el talento, lo canaliza, pero sin que se generen dependencias excesivas. Ha construido un equipo generoso en el esfuerzo y a la hora de compartir el balón, competitivo y unido. Su liderazgo ha sido técnico-táctico, pero sobre todo emocional. Ha activado roles, sostenido la implicación de todos y creado una cultura de trabajo admirable.
7. Confección de la plantilla. Se ha diseñado un grupo compensado, versátil y comprometido. No se han fichado nombres, sino perfiles: jugadores con hambre, carácter y mentalidad de equipo. Aunque siempre haya imponderables que no se pueden controlar, el acierto ha sido total. Y ahora, el bloque continúa, hay salidas y habrá nuevas incorporaciones y, aunque la idea está consolidada, no se podrán comparar los que entren con los que se van, porque se generarán nuevos roles y un 'roster' en número que, además, puede cambiar.
Hoy el Unicaja ya no es solo un equipo competitivo: es identificable y un modelo a seguir. Rotación amplia, defensa agresiva, protagonismo coral, profundidad de banquillo, gestión física y emocional… Todo eso lo miran ya otros clubes con respeto e interés. La conexión con la ciudad es total. El Carpena lo dijo con aplausos: aquí hay orgullo y sentido de pertenencia. No se ha conseguido la Liga, pero se ha ganado algo más profundo: la admiración general y la convicción de que este equipo ha encontrado su camino.
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