El Unicaja se despereza a tiempo ante un diezmado Covirán Granada (95-78)

La excelencia alcanzada por el Unicaja tiene también esas exigencias añadidas. Cada vez se le reclamará más, jugar más tiempo cerca de su máximo nivel de juego, algo que no es fácil. Administrar las situaciones empieza a ser recurrente esta temporada. El equipo no defendió bien durante tres cuartos, pero estuvo al quite cuando cambió el ritmo al partido ante un rival diezmado y castigado ya con las personales en piezas clave. Díaz se puso duro atrás y seis triples en el cuarto decisivo acribillaron al modesto rival, cuyo único objetivo es permanecer en la ACB.

Sin Tyson Pérez ni Sima en la rotación del Unicaja (bajas técnicas, ya con todas sus piezas disponibles) mucho más importante era hablar de las ausencias de un Covirán Granada que redujo su rotación a nueve jugadores, incluyendo entre ellos al canterano Medal, casi inédito este curso. Pablo Pin no dispuso de Clavell ni de unos Valtonen, Jacob Wiley y Sergi García presentes en el banquillo pero sin vestirse de corto. Cuatro piezas vitales para el rival, que parece que se va a jugar la vida con el Girona, el Lleida y el Coruña para eludir las dos plazas de descenso en las doce jornadas finales.

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Así las cosas fue realmente difícil de explicar que el cuadro malagueño navegase a deriva en el marcador todo el primer tiempo, con desventajas que llegaron a ser de nueve puntos. El Unicaja no estuvo nada reconocible, con pocas recuperaciones, y con una carta de tiro muy pobre en lanzamientos de campo. El Covirán, intenso en defensa, siempre encontró algún referente para ir sosteniendo la anotación, y comenzó con un Rubén Guerrero ultramotivado, capturando dos rebotes de ataque casi seguidos y ganando la pelea por dentro, aunque cargándose de tres faltas que le obligaron a sentarse más tiempo de lo previsto. Y si no era él se trataba de Ubal, muy intenso en los dos lados de la cancha, de Bamforth y, sobre todo, de un Noua que se fue al descanso con 17 puntos.

No estaba en su tono habitual el Unicaja en defensa, que comenzó encajando cuatro triples en otros tantos minutos y que tampoco estuvo lo habitualmente generoso compartiendo la bola. Era un cuadro malagueño renegando de sus señas de identidad, sin dominar el rebote (ocho menos que su rival hasta el intermedio) y en el que el más brillante fue Tillie, con tres triples y 6 capturas, y algunos destellos de Perry, pero el equipo echaba de menos el acierto habitual de los Kalinoski, Carter y un Taylor lastrado por las faltas.

Con todo, era evidente que el Unicaja, a poco que enlazaba tres o cuatro acciones de inspiración se metía en el partido, que fue igualando ya en dos tramos del segundo cuarto (29-29 y 34-34). Apoco menos de un minuto para el intermedio llegó esas dosis de coraje de los locales, con dos recuperaciones seguidas y una canasta cayéndose al suelo de Osetkowski, pero siempre había un error que daba vida al Granada, con la falta a Bamforh y tres tiros libres anotados por el escolta para el 43-48 con el que un sorprendente Covirán se marchaba al vestuario.

La cosa se puso peor en el tercer cuarto. Apareció el acierto de Ousmane Ndiaye y el Covirán se fue de doce (52-64), pero empezaron los problemas. Las cuartas faltas de Rousselle (y antideportiva) y Guerrero, otro tiró de Tillie, en su mejor partido de cajista y el Carpena rugiendo e intimidando al rival.El cuarto final fue el de la remontada y la puntilla. El Unicaja ya sí pudo correr y su acierto exterior no era más que la constatación de su jerarquía. Soñó el Granada, pero se despertó a eso de las ocho menos cuarto.