Operación antidroga en la cárcel de Alhaurín: cazan a dos reos con cocaína y hachís tras los vis a vis

La incautación, que ha sido fruto de las indagaciones llevadas a cabo por el Grupo de Información y Control Operativo (GICO), con el apoyo de la Unidad Canina Penitenciaria (UCAP) y la coordinación de los propios funcionarios, ha consistido en 25 gramos de cocaína y varias tabletas de hachís, siempre según las fuentes.

Al parecer, en esta ocasión la introducción de las sustancias se ha hecho a través de dos internos del módulo 11 que mantenían un perfil bajo dentro del centro y que no eran de los habituales en incurrir en estas conductas -ya que recurrentes estaban detectados y especialmente vigilados por los profesionales-, a lo que habrían accedido en un intercambio de favores.

Desde TAMP han incidido a través de un comunicado en que la entrada de esta cantidad de sustancias estupefacientes hubiera supuesto un grave riesgo para la convivencia interna, pudiendo generar conflictos, deudas, agresiones y un fuerte desequilibrio en la seguridad, atentando directamente contra la integridad de los trabajadores penitenciarios y del resto de internos.

Este tipo de delitos constituye una amenaza directa a la seguridad institucional y al entorno penitenciario, además de estar recogido expresamente en el Código Penal. En particular, el artículo 369.1.7ª establece que cuando el tráfico de drogas se produce en un centro penitenciario, se aplicará un agravante que puede conllevar penas de prisión de entre 6 y 9 años, junto con elevadas sanciones económicas.

Desde la dirección del centro se han iniciado los procedimientos disciplinarios correspondientes, y se ha remitido la actuación a la autoridad judicial para la posible imputación penal de los responsables.