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Policías buscan pruebas en la playa de Mijas Fernando Torres
La escalada del crimen organizado en la Costa del Sol

La escalada del crimen organizado en la Costa del Sol

Málaga arrastra un bienio marcado por16 asesinatos y múltiples ajustes de cuentas derivados del narcotráfico, que se han reactivado tras el paréntesis del coronavirus

Domingo, 21 de junio 2020, 00:20

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La última vez que una cámara de seguridad lo grabó en la Costa del Sol, Amir Faten Mekky estaba sentado en una terraza de Marbella con Sofian Ahmed Barrak, alias 'El Zocato', un narcotraficante ceutí muy conocido en el Campo de Gibraltar por su destreza para alijar en el Estrecho. La literatura policial y periodística relacionó al 'Zocato' con la extraña desaparición de su enemigo íntimo, 'El Nene', del que dicen que inspiró la película 'El Niño'. Pero eso es otra historia.

La Policía no pudo grabar la conversación, pero las imágenes, captadas la noche del 19 de agosto de 2018 en Puerto Banús, ya eran suficientemente reveladoras. 'El Zocato' se despidió de Amir Faten, se marchó a su casa en Estepona, situada en la lujosa urbanización 'El Campanario', y se acostó. Algo le hizo levantarse de madrugada, vestirse (se puso una ropa distinta a la que había llevado horas antes en Marbella) y asomarse a la calle por la puerta del garaje. Por su actitud confiada, no debió de pensar que un encapuchado iba a salir de entre los contenedores de basura para descerrajarle nueve tiros.

No hubo testigos del crimen, pero sí de la huida. El vigilante de seguridad de la urbanización, que estaba en la garita de la entrada, vio bajar la cuesta a un tipo embozado y completamente vestido de negro. Iba en bicicleta. Cuando pasó junto a él, sin dejar de pedalear, el ciclista sacó la pistola y le apuntó, en señal de advertencia. La policía está convencida de que el sicario que huía en aquella bicicleta era Amir Faten o, en su defecto, alguien de su banda.

Agentes desplazados al chalé junto al que se detonó un artefacto
Agentes desplazados al chalé junto al que se detonó un artefacto Josele -

Para la Udyco-Costa del Sol, y también para el Grupo de Localización de Fugitivos, Amir Faten Mekky era el objetivo número 1. No solo por el rastro sangriento que supuestamente dejó a su paso por Málaga, sino por lo que representa. Iraní con pasaporte danés, a sus 23 años encabezaría junto a su hermano y a otro tándem, compuesto por los hermanos Karin, «la peor banda de sicarios que ha conocido la Costa del Sol», en palabras del excomisario provincial de Málaga Francisco López Canedo, ahora jefe superior de Navarra. Esas declaraciones las hizo en noviembre de 2018 al informar de la 'operación Rueda', en la que cayó la cúpula de la organización, salvo el escurridizo Amir Faten, que logró escapar vía Marruecos, donde tiene familia. Año y medio después, ha sido detenido por el servicio secreto de Dubái a petición de las autoridades españolas. La 'Rueda' dejó de girar para él.

A la organización de Mekky, conocida como la banda de 'Los suecos' por hundir sus raíces en la ciudad de Malmö (316.000 habitantes, muy ligada históricamente a Dinamarca por su proximidad), se le atribuyen el asesinato del 'Zocato' y también el de David Ávila, alias 'Maradona', ejecutado a tiros el 12 de mayo de 2018 cuando montaba a su familia en un Audi RS3 de color gris en la puerta de la parroquia de la Virgen del Rocío, en San Pedro Alcántara (Marbella), donde su hijo acababa de tomar la primera comunión.

Pero la banda no solo destacó por su osadía o su violencia, sino también por sus métodos, algunos de ellos inéditos en la Costa. La policía le imputa los primeros episodios consumados de narcoterrorismo en el litoral malagueño. La noche del 10 de octubre de 2018, dos artefactos explosivos estallaron, con minutos de diferencia, en la casa de Benahavís y en el negocio (un lavadero de coches, en San Pedro Alcántara) de un empresario al que la policía vincula al narcotráfico. Solo murió el perro. Pero fue un aviso.

La presión sobre Campo de Gibraltar dispara la necesidad de las bandas de ajustar cuentas

En 2019, la Costa del Sol cerró el bienio más sangriento que se recuerda, con medio centenar de episodios (16 de ellos asesinatos, además de tiroteos, secuestros o apuñalamientos) vinculados al crimen organizado, hechos que muy raramente trascienden a los implicados. Incluso la Fiscalía, que no suele apellidar las estadísticas, mostró su «seria preocupación» por el aumento de casos.

El confinamiento provocado por el coronavirus paralizó también la violencia entre bandas, que parecieron firmar una especie de tregua y tiraron de las reservas almacenadas en las caletas (también llamadas guarderías, que es como se denominan en el argot los escondites de la droga) para mantener el negocio. Policía y Guardia Civil advirtieron un descenso de los alijos, o al menos de los más arriesgados, limitándose la actividad a portes más pequeños en zonas de seguridad en el Estrecho.

16 crímenes se relacionan con ajustes de cuentas entre 2018 y 2019

28 de febrero de 2018. Matan a un cabrero, al parecer por error, en Casares.

1 de mayo de 2018. Hallan un cadáver en Málaga con numerosas heridas de arma blanca por el cuerpo.

7 de mayo de 2018. Abandonan en Marbella el cuerpo sin vida de un hombre con golpes y disparos.

12 de mayo de 2018. Matan a un hombre en San Pedro Alcántara al salir de la comunión de su hijo.

18 de agosto de 2018. Un secuestro en Mijas termina con una víctima asesinada y otra herida.

20 de agosto de 2018. Un sicario que huyó en bicicleta mata a tiros a un hombre en Estepona.

28 de octubre de 2018. Asesinan a un hombre en una cena en Torremolinos.

20 de noviembre de 2018. Muere en Marbella tras recibir 20 disparos.

21 de enero de 2019. Un pistolero mata en San Pedro Alcántara a un empresario de la noche.

18 de marzo de 2019. Encuentran muerto a un joven congoleño con varios disparos en Málaga.

1 de septiembre de 2019. Matan a tiros a un hombre en Fuengirola.

28 de octubre de 2019. Hallan un cadáver con cuatro disparos en la carretera entre Istán y Marbella.

16 de noviembre de 2019. Un hombre fallece y otro resulta herido tras ser tiroteados en Marbella.

22 de noviembre de 2019. Lo matan a tiros en la puerta de su casa en Mijas al volver del gimnasio.

3 de diciembre de 2019. Un tiroteo, registrado en Marbella, se salda con la muerte de un hombre.

12 de diciembre de 2019. Asesinan con más de 40 disparos a un hombre en Mijas.

Pero la desescalada ya es un hecho. Y, con ella, han vuelto los ajustes de cuentas. El primero, un joven británico que ingresó en el Hospital de Marbella con cuatro tiros en las piernas (otro aviso). El segundo, la ejecución de un ciudadano del Este con una pequeña metralleta (tipo Uzi o Scorpion) en mitad de la calle y a plena luz de día en una de las zonas más caras de la Milla de Oro. Murió como Slavisa Zekic, un bosnio de 41 años con un único antecedente penal por un alijo fallido de 31 kilos de cocaína en Ceuta, pero resultó ser Milos Perunic, natural de la ciudad de Bar, en Montenegro. La policía lo relaciona con una organización balcánica enfrentada desde años con otra banda en una espiral violenta que ha dejado crímenes por media Europa.

Los asesinatos de Perunic, del Zocato y de Maradona dibujan el crisol de realidades que convergen en la Costa del Sol. El de Perunic es uno de esos ajustes de cuentas que los policías llaman «importados»: aparentemente, apenas tienen vinculación con Málaga, más allá de ser el lugar del crimen (o el campo de batalla). El motivo es casi una obviedad. La provincia reúne unas condiciones privilegiadas para convertirse en refugio de delincuentes: carácter cosmopolita, amplia y variada comunidad extranjera, laberínticas urbanizaciones, buenas comunicaciones, sol, playa y buen tiempo. Si a eso se le une la cercanía con el principal productor mundial de hachís (Marruecos), su proximidad a Algeciras y el Campo de Gibraltar, un aeropuerto internacional y uno de los principales puertos del Mediterráneo, el cóctel ya es perfecto.

Así fue, precisamente, como desembarcaron en la Costa del Sol Mekky y su banda, que venían librando en Malmö una guerra con otra organización criminal por el control del tráfico de drogas (las autoridades nórdicas relacionan a 'Los Suecos' con otros 17 asesinatos en aquel país). A uno de los hermanos Karin, colíderes del grupo, lo tirotearon cuando se encontraba en una terraza. Las balas mataron a uno de sus acompañantes y lo alcanzaron a él en una pierna. Cuentan que se colocó una venda y, sin pasar siquiera por las manos de un médico, se subió a un avión y aterrizó, tres horas y media después, en Málaga.

La policía cree que 'Los Suecos' adquirieron un nuevo rol con su llegada a la provincia. En Malmö eran traficantes de droga, pero al arribar a la Costa del Sol descubrieron un nuevo negocio en el sicariato y, conscientes de que había mercado, crearon supuestamente la primera 'oficina de cobros' (o lo que es lo mismo, de asesinatos por encargo) con intenciones de asentarse en la provincia. El ambiente en el que llegaron no podía ser más propicio. La presión policial sobre el Campo de Gibraltar había disparado los 'vuelcos', que es como se conoce a los robos de droga entre narcos, y con ellos la necesidad de las organizaciones de ajustar cuentas o enviar mensajes –escritos siempre con sangre– a sus rivales.

Pero estas leyes, y la espiral violenta que de ellas emanan, no son ni mucho menos exclusivas de la Costa. En España, aseguran en la Udyco, los ajustes se producen por deudas derivadas del tráfico o el robo de cocaína, y más raramente por hachís o marihuana. En Europa, se mata por cualquiera de estas tres sustancias y un simple 'vuelco' es capaz de provocar una guerra. El motivo es, evidentemente, el precio. En Andalucía, el coste medio de un gramo de cocaína es de 61,82 euros; el hachís está a 5,63 euros y la marihuana, entre 2 y 5,10 euros. Pero la droga, a medida que cruza fronteras y paga intermediarios, va incrementando su valor. En los países nórdicos, por ejemplo, el precio llega a multiplicarse por 10.

Interés por la Costa del Sol

Los datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que analiza toda la información estratégica en la lucha contra las mafias, demuestran que la presencia de estas bandas se mantiene estable en España, pero que su interés por la Costa del Sol va 'in crescendo'. En 2012, el CITCO detectó 482 grupos en el país, de los que 72 (15%) habían actuado en Málaga. En 2018, identificó 484, de los cuales 113 tuvieron relación con la provincia. Es decir, uno de cada cuatro (23%).

Las estadísticas de este organismo de análisis e información confirman la Torre de Babel edificada por la delincuencia en la Costa del Sol: entre 2016 y 2018 han identificado organizaciones de 59 nacionalidades diferentes. La mayoría de estos grupos están liderados por ciudadanos españoles (68), seguidos de marroquíes (23), colombianos (15), británicos (14), italianos (10) y franceses (9). Por actividades, predominan las bandas dedicas al hachís (51), la cocaína (28) o la marihuana (9). El CITCO detectó un solo grupo especializado en ajustes de cuentas: la banda de los hermanos Mekky. Quizá por eso se entiende mejor que, cuando la policía arrestó al grueso de la banda, al leerle sus derechos por asesinato, uno de los detenidos no preguntó cuál. Sino dónde.

Un equipo especial de la Policía trabaja para resolver ajustes de cuentas

Málaga. Se convirtieron en leyenda. En 1976 se creó el Grupo Costa del Sol, formado por nueve inspectores de policía. Su base era un pequeño cuartucho de la comisaría de Torremolinos, en el que había poco más que dos máquinas de escribir y varios ceniceros llenos de colillas. Así, casi sin medios, fueron pioneros en la lucha contra el narco, en un momento en el que el tráfico de drogas apenas se perseguía y se desconocía su alcance. Se hacían llamar 'Los que caminan solos'. Ahora, más de 40 años después, vuelve a formarse un nuevo equipo en el Cuerpo para hacer frente al narcotráfico, esta vez, para acabar con el rastro sangriento que dejan sus ajustes de cuentas en el litoral malagueño.

Son la élite. Diez agentes expertos en el funcionamiento de las mafias y en resolver asesinatos. Fueron cuidadosamente seleccionados del Grupo de Homicidios y de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado para formar un sofisticado equipo con el que investigar los crímenes desde todas las perspectivas.

Saben cómo funcionan los narcos y también la complejidad de atrapar a sus sicarios, cada vez más profesionales. Actúan ocultos bajo pasamontañas, aprenden de los procesos policiales para evitar ser detenidos y son itinerantes. Es decir, no trabajan en un único territorio sino que responden a las llamadas de grupos organizados, quienes les hacen sus encargos y ellos los ejecutan de forma minuciosa en el país que les indiquen .

Pese a ello, Policía Nacional y Guardia Civil han asestado duros golpes a estos entramados, acabando con organizaciones de sicarios a los que se atribuyen crímenes como el del hombre que fue tiroteado a la salida de la comunión de su hijo en San Pedro Alcántara o los primeros casos registrados de narcoterrorismo.

Los éxitos no dejan de acumularse para los diez policías nacionales del equipo que investiga los ajustes de cuentas, creado al inicio del año pasado tras el hallazgo del cadáver de un hombre congoleño acribillado a tiros en Málaga. El número de arrestos crece y han conseguido atrapar a algunos de los más buscados, como un ciudadano danés de origen iraní que huyó a Dubái y al que consideran jefe de una banda de sicarios que habría cometido dos crímenes en la Costa del Sol. Como hicieron sus compañeros hace más de 40 años, ahora ellos escriben su leyenda.

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