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El vídeo se centra en un flamante Audi A8 'full equip' de color gris plata, pero en medio de la grabación aparece él, ufano, victorioso, ... y pronuncia una frase en rumano que los agentes no alcanzan a entender. Lo que sí comprenden, viendo las imágenes que almacena en su teléfono móvil, es que lleva una vida de lujo muy alejada de cualquier estereotipo sobre la vida nómada de los clanes rumanos que recorren Europa buscándose la vida.
Un inspector jefe malagueño pide ayuda a un oficial de enlace de la policía rumana para la traducción. Colaboran con ellos en la operación, que es la suma de dos: 'Bellator', por un guerrero de la mitología, y 'Bran', por el castillo del mismo nombre, al que se asocia la figura de Vlad III el Empalador o Vlad Drãculea, en el que, al parecer, se inspiró el novelista Bram Stoker para crear el personaje del conde Drácula.
–«¿Qué significa?», le pregunta a su homólogo, señalando el vídeo del Audi A8.
–«Pues dice: 'Hermanos, mirad lo que he conseguido comprarme en un día de trabajo'».
La película no va de Drácula, pero sí de vampiros. Pero no de los que chupan la sangre. Su definición encaja más con la segunda acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE): persona codiciosa que abusa o se aprovecha de los demás. Y eso exactamente es lo que, al parecer, hacían el del Audi A8 y sus compinches: robar a ancianos e invertir las ganancias en casas de lujo y coches de alta gama en su país de origen.
El método, como el de los vampiros más románticos del cine, se servía de la seducción. Un coche se para al lado de la víctima, que camina por la calle, ajena a todo. Aún no lo sabe, pero ha sido cuidadosamente seleccionada, seguida y acechada siguiendo dos criterios: la edad, que la convierte en vulnerable, y las joyas que lleva encima. Si es un reloj caro, mejor.
El coche se sitúa en su costado. La ventanilla desciende y se asoma una mujer. Le pregunta algo, una calle, un cine, un bar. O le enseña un mapa. Cualquier excusa vale para entretenerla y hacerle bajar la guardia. Mientras conversan, empieza a tocarle los brazos a la víctima. Si es necesario, llega a abrazarla en un aparente gesto de agradecimiento por su ayuda. Es en ese momento cuando le hurta el reloj –su objeto fetiche– o las joyas que lleva encima. Se le conoce como el método del abrazo cariñoso o hurto amoroso, aunque en muchas ocasiones, cuando el afectado se da cuenta y se resiste, se convierte en un robo con violencia.
Aunque estos delitos descendieron considerablemente con la pandemia, por razones obvias, lo cierto es que han vuelto a reactivarse en las últimas semanas, según aseguran en la Policía Nacional, que ha desmantelado una red integrada por varios clanes rumanos especializada en estos hurtos. Las detenciones se realizaron entre febrero y marzo, pero la investigación posterior ha permitido relacionarlos con más de 100 hurtos en el último año y medio en Málaga, y al menos 600 en el resto de España y otros países europeos. Han actuado principalmente en Marbella, pero también en Málaga capital, Torremolinos, Fuengirola y Estepona.
Las investigaciones 'Bellator' y 'Bran' nacieron de la preocupación policial por un fuerte incremento de estos hurtos en algunos puntos de la Costa del Sol y en Málaga capital desde 2018. Las denuncias se contaban por decenas, siempre con el mismo perfil: personas mayores, generalmente turistas, a los que arrebataban carísimos relojes, algunos de hasta 500.000 euros.
Los responsables de la Comisaría Provincial decidieron darle un enfoque diferente. Hartos de que los detenidos entraran y salieran por la puerta del juzgado el mismo día al poder imputarles tan solo un par de hechos delictivos, se plantearon otro enfoque de trabajo: buscar posibles nexos de unión por si detrás de los mismos existía, como sospechaban, una organización criminal. «Intuían que no eran, como aparentaban, familias nómadas y sin recursos que robaban para comer», explica uno de los investigadores. Y no se equivocaba.
El inspector jefe al mando del operativo dio la orden a todos los agentes de la provincia de que informaran de la primera detención por hurto de un Rolex (su marca predilecta). Cayeron en Marbella. Una pareja rumana con antecedentes. Los policías pidieron al juez que les dejara analizar sus móviles. Al ver las imágenes que almacenaba, comprobaron que el sujeto tenía una movilidad geográfica «brutal»: se había movido por todo el país.
A ella la enviaron a prisión –la autoría material siempre es de las mujeres– y él quedó en libertad. Pero los agentes ya tenían un hilo del que tirar. Una subinspectora se dedicó, como en los tablones llenos de chinchetas y fotos que salen en las películas, a establecer relaciones entre los detenidos por estos hechos. Y se dio cuenta de que las parejas se intercambiaban, precisamente para dificultar el seguimiento policial. También indexó todos los coches que usaban, hubiesen sido o no interceptados. En total, pudo relacionar a 78 mujeres y 50 hombres. De ellas, 42 personas fueron localizadas y detenidas.
600 denuncias se atribuyen en Europa a la organización desmantelada en la 'operación Bran-Bellator' contra los hurtos cariñosos a personas.
500. 000 es el valor de alguno de los relojes que sustrajeron a sus víctimas, lo que da una idea del botín millonario que amasaron.
Con aquella base de datos, que revelaba una auténtica organización criminal (y esta es la gran novedad), la policía malagueña pidió ayuda a la Embajada de Rumanía. Los agentes enviaron a los oficiales de enlace el listado de investigados para averiguar qué sabían de ellos en su país.
La información que reportaron del país balcánico los dejó de piedra. Los investigados pertenecen a cuatro clanes de la ciudad de Tandarei, en el distrito de Ialomita. La vida que llevan allí dista mucho de ser la de personas necesitadas. «Allí tienen casas de lujo. Hemos visto fotos de algunas mansiones hechas completamente de mármol», detalla un policía. En la operación se embargaron 355 vehículos de alta gama y 10 viviendas.
Los móviles intervenidos también dan cuenta de la ostentación. Aparte del vídeo del Audi, encontraron otro de un niño que no tendría más de ocho años lanzando billetes al aire. Los agentes se entretuvieron en contarlos. Había más de 3.000 euros. También hay fotos de investigados con varios fajos de dinero o exhibiendo orgullosos varios Rolex –el botín– en el antebrazo.
«No tienen ni una sola inversión en España, y yo diría que tampoco en el resto de Europa», aclara el agente. «Cuando salen de Rumanía –prosigue– llevan una vida itinerante, nómada. Se alojan en casas alquiladas en la sierra, nunca en hoteles, y suelen usar coches que se prestan entre ellos. Así consiguen evitar el control de la administración».
Las investigaciones 'Bran' y 'Bellator' revelaron la gran movilidad de la organización, no solo por España, sino por toda Europa. Se les ha relacionado con hurtos en Francia, Alemania, Bélgica, Reino Unido o Italia, por ejemplo. Este último país es uno de sus preferidos para dar salida a la mercancía sustraída. «Sabemos que tienen gente especializada en colocar los relojes en terceros países, como Italia o Turquía», apostilla el inspector jefe, que aporta un dato escalofriante: «Aplicando una depreciación del 70% en los efectos sustraídos, calculamos que habrían podido obtener un botín superior a 10 millones de euros».
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