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Cuatro de los cinco acusados, en la primera sesión del juicio, que ha comenzado esta semana. francis silva
En busca y captura uno de los acusados en el caso de Pablo Podadera: «No pienso 'enmarronar' a nadie»

En busca y captura uno de los acusados en el caso de Pablo Podadera: «No pienso 'enmarronar' a nadie»

El procesado, al que se investiga por encubrimiento, no declaró en el primer juicio, en el que fue localizado el último día, y tampoco se ha presentado al segundo

Jueves, 8 de abril 2021, 07:13

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El banquillo de los acusados en el caso de Pablo Podadera, el joven que murió en abril de 2017 tras ser agredido cuando mediaba en una discusión, tiene cinco asientos, pero solo cuatro están ocupados. Uno de los procesados, al que se investiga por encubrimiento, está en paradero desconocido, por lo que la magistrada que preside el tribunal ha ordenado su búsqueda, detención y presentación al acto del juicio oral.

El acusado que se encuentra en rebeldía es Nicolás, uno de los jóvenes implicados en la discusión que la víctima trataba de sofocar, pese a que era completamente ajena a la misma. Pero él no llegó a propinar golpe alguno. De hecho, cuando se produjo la agresión, él intentó ayudar a Pablo Podadera a levantarse del suelo.

Para entender el papel de cada uno, es necesario reconstruir los hechos, que ahora están siendo enjuiciados y que quedaron recogidos por las cámaras de seguridad de la discoteca donde unos y otros se encontraban. Alejandro había salido de fiesta con Nicolás y coincidió en la sala Theatro con Alberto, al que conocía. Pablo Podadera no tenía nada que ver con ellos. Él estaba con sus amigos. Celebraba su 22 cumpleaños.

Alberto y Alejandro salieron del local con sus respectivos amigos y, una vez fuera, empezaron a discutir entre ellos. Al parecer, dos de los jóvenes habían sido expulsados por lanzar unos hielos y tirar unas botellas de la vitrina; uno se quedó en las inmediaciones del establecimiento, visiblemente exaltado, como reflejan las imágenes de las cámaras. Era Nicolás.

«Apaciguar los ánimos»

Pablo salió del local con un amigo para fumarse un cigarro. Eran las 4.35 horas de la madrugada del 20 de abril. Al ver la trifulca, la víctima trató de «apaciguar los ánimos –afirma la fiscal del caso– poniendo una mano en el torso de Nicolás». Los testigos coinciden en que Pablo sólo quería evitar la pelea, y que lo único que les dijo fue que «no merecía la pena» y que «estaban todos allí de fiesta para pasar un buen rato».

La representante del Ministerio Público asegura que, en ese momento, Pablo recibió «desde atrás, de forma sorpresiva, violentos puñetazos de Alberto y Alejandro, que impactan contra la sien derecha, con la intención de matarlo, dada su envergadura, potencia y destino de los golpes (la cabeza), comenzando a caer desplomado». Una vez en el suelo, continúa la fiscal, «recibe igualmente patadas en la cabeza por parte de ambos».

La policía, tras ver las imágenes, distingue el papel de cada uno en el ataque: «El varón rubio (Alberto) lanza y propina al joven un violento puñetazo». Según el atestado, dio otro puñetazo a Pablo, al que hay que añadir un tercero que le propinó otro miembro del grupo, «tres rápidas y violentas agresiones que se producen en apenas un segundo» y que tumbaron a la víctima. Ya en el suelo, Alberto le habría asestado otro golpe.

Entonces, otro de los agresores, al que se identifica como Alejandro, propinó una patada en la espalda a Pablo mientras éste se encontraba en el suelo «absolutamente indefenso y debilitado», después le dio una segunda patada en la cabeza y, por último, un tercer golpe dirigido al mismo sitio, según la policía.

Pablo, que fue «salvajemente agredido», en palabras de la propia policía, llegó a incorporarse unos segundos, pero se encontraba «inestable, con problemas de equilibrio». Trató de sujetarlo Nicolás, el joven al que él inicialmente intentó calmar poniéndole la mano en el pecho, que se dio cuenta de la gravedad de su estado, pero se le resbaló de entre las manos y Pablo acabó golpeándose contra la pared del local y el suelo.

Las detenciones

Alberto y su amigo se marcharon del lugar. Alejandro y Nicolás se escondieron inicialmente dentro de la discoteca y después se fueron de allí. Tras las detenciones de los agresores, la policía contactó por teléfono con Nicolás, al que no conseguía localizar. Dijo que estaba en Jaén. Según el atestado, cuando el jefe de Homicidios le contó que debía prestar declaración, respondió: «No pienso 'enmarronar' a nadie». Ese día la comisaría emitió una requisitoria contra él por encubrimiento.

El 20 de mayo de ese mismo año, Nicolás fue identificado en Granada. Ahí saltó la requisitoria policial y se le detuvo. En comisaría, al tomarle declaración, los agentes aprovecharon para preguntarle por los hechos ocurridos un mes antes. Y declaró. Dijo que esa noche su amigo Alejandro y Alberto salieron varias veces de la discoteca para consumir droga. Contó que él se encontraba fuera fumándose un cigarro y que, cuando se dio cuenta, ambos estaban «pegándole a otros dos muchachos».

Según la versión que dio aquel día, él intentó llamarles la atención. «Uno de los chavales agredidos cayó al suelo y yo lo levanté. Cayó al suelo tras la patada que Alex –su amigo Alejandro– le dio en la cabeza», manifestó a la policía. Afirmó que el muchacho (Pablo) se quedó sentado en compañía de su amigo y que él volvió a la discoteca, aunque le dijo a Alex que no quería volver a saber nada de él.

También aseguró a la policía que aquella noche recibió un mensaje de WhatsApp de Alejandro y le aconsejó que se entregara. Respecto a lo de «no enmarronar a nadie», precisó que no quería verse envuelto en problemas y que tenía «miedo a las represalias» de su amigo y de Alberto, sobre todo de este último y de su entorno.

En rebeldía

Sin embargo, su testimonio aún no ha podido escucharse en un juicio. No se presentó al primero, que se celebró en marzo de 2019, por lo que se le declaró en rebeldía y se ordenó su detención. Fue localizado en la última sesión, en las deliberaciones. Al decretar el TSJA la repetición de la vista oral, se le volvió a citar como investigado por encubrimiento, cargos por los que también se sientan en el banquillo dos amigos de Alberto.

Como ocurrió en 2019, tampoco se ha presentado esta vez. El lunes, la magistrada dictó una orden de búsqueda, detención y presentación inmediata ante el tribunal. Su abogada, Yasmín de la Rosa, expuso que su defendido sufre un trastorno psicótico de tipo paranoide que le produce alucinaciones y manía persecutoria, lo que lo convierte en alguien «tremendamente inestable» que teme ser detenido, no porque haya hecho algo, sino por la mera idea de tener que acudir a un juicio.

Tras la suspensión de ayer, las Fuerzas de Seguridad del Estado tienen una semana para localizar a Nicolás, uno de los acusados de encubrir el crimen de Pablo y, al mismo tiempo, testimonio clave de lo que sucedió aquella noche.

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