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Ana Muñoz de Dios dirige la Fundación Integra, que cumple 20 años. PABLO COBOS
«Conseguimos puestos de trabajo para que los excluidos dejen atrás su pasado»

«Conseguimos puestos de trabajo para que los excluidos dejen atrás su pasado»

Ana Muñoz de Dios | Directora de la Fundación Integra ·

La organización cumple 20 años, periodo en el que ha ofrecido 17.000 empleos a personas que procedían de entornos en situación marginal

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Sábado, 15 de mayo 2021, 00:18

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Exprostitutas, discapacitados, personas que han dejado atrás las drogas o mujeres que han superado la convivencia con un maltratador han conseguido rehacer sus vidas. Lo han logrado gracias a que la Fundación Integra, que lleva 20 años procurando ayuda a gentes que estaban al otro lado de la frontera social, les ha aleccionado en las habilidades sociales necesarias para encontrar un puesto de trabajo. En estas dos décadas la entidad ha ejercido de intermediaria entre ONG y empresas para lograr la inserción laboral de personas que estaban a la intemperie. Ana Muñoz de Dios dirige la fundación y ha logrado persuadir a los departamentos de recursos humanos de que los más desarraigados pueden ser tan eficaces y válidos como cualquiera.

-¿Con qué propósito nació hace 20 años la Fundación Integra?

-Nació con la intención fundacional de Ana Botella de atender a personas que en un momento dado se quedaron fuera del mundo laboral por su adicción a las drogas, su estancia en la cárcel, el sufrimiento de violencia de género, etc. Gente sin hogar y que, en definitiva, estaba al otro lado de la barrera social. Esta exclusión social les impedía acceder al mercado de trabajo. Su pasado les impedía encontrar una ocupación. Nuestra fundación nace como un puente entre las ONG que trabajan en la calle y las cárceles, por un lado, y aquellas empresas que quieren dar una oportunidad a estas personas, de otro.

-¿Funcionan como una empresa de selección de personal?

-Buscamos ajustar el perfil de esa persona con el puesto de trabajo. No acudimos a las empresas implorando un favor. Procuramos dar con el perfil adecuado que se requiere. Las personas conservan siempre el anonimato y no son contratadas ni por pena ni por miedo, sino por su talento. Ahora estamos colocando a unas 1.400 personas al año en 50 corporaciones y el 90% de los contratados están muy bien valorados.

-¿Qué ofrece la fundación en comparación con el servicio público de empleo?

-El servicio público de empleo tiene muchísimo trabajo y nosotros somos una fuente de reclutamiento muy ágil para las empresas. Si necesita cubrir una baja laboral esta misma tarde, nosotros le proporcionamos hasta tres candidatos.

-¿Cuál es el perfil de las personas que atienden?

-Son personas que han sufrido historias muy duras. Vienen con muy baja autoestima, no creen en sí mismas y arrastran un pasado que les condiciona totalmente. Están muy centradas en sus discapacidades o en sus peores momentos. Me acuerdo de un chico que cuando le preguntábamos qué sabía hacer decía: «Delinquir». Los voluntarios dan una formación para que puedan detectar sus capacidades y fortalezas y cambiar así su mirada.

-Afrontar una entrevista en esas condiciones será complicado.

-Tienen el euro justo para ir a la entrevista de trabajo. Hay gente que vive en albergues, casas de acogida, en la calle, son okupas... Uno me contaba: «No me engañes, yo en la cárcel comía y dormía; en la calle no. Si no me dan una oportunidad, vuelvo a delinquir». Tenemos que conseguir un empleo para que dejen atrás su pasado carcelario o traumático.

-¿Les preparan para afrontar la entrevista de trabajo?

-No les procuramos formación técnica ni un oficio, les brindamos la oportunidad de participar en una escuela de fortalecimiento para saber cómo superar con éxito la entrevista de trabajo. De esa charla, impartida por voluntarios de las empresas, salen con mucha motivación.

«Cuando empezamos no se hablaba de responsabilidad social de las empresas»

-¿Qué balance hace de estos 20 años?

-Muy positivo. Cuando empezamos no se hablaba de la responsabilidad social de las empresas, cuyo papel estaba más enfocado al accionista y a generar empleo. En las compañías se entendía que el servicio social era una responsabilidad de los poderes públicos. Nos costó convencer a los empresarios de que reclutaran a gente que venía de la cárcel, la prostitución o las drogas. Pero el balance es muy bueno: 17.000 empleos, con todo lo que ello significa.

Maltratadas y prostituidas

-¿Quiénes buscan más su ayuda, los hombres o las mujeres?

-El 70% son mujeres, personas maltratadas o que vienen de la prostitución. Las mujeres lo tenemos más difícil en el mercado laboral y también acudimos más a las entidades sociales.

-¿Han reclamado su ayuda personas que pertenecían a la clase media y de repente se han visto empobrecidas?

-Sí, hay mundos que desconocemos y no están tan lejos. Aquí se presentó un hombre que había sido director de banco, se había separado, tenía que afrontar el pago de una hipoteca y estaba viviendo en la calle. Muchas veces una situación de maltrato, una separación, una adicción obliga a muchos a pasar al otro lado. No obstante, la mayoría de gente que nos llega pertenece a familias desestructuradas y de entornos vulnerables.

«El 70% de quienes vienen a pedir ayuda a la fundación son mujeres»

-¿Qué tipo de puestos de trabajo ofrecen?

-La mayoría suelen ser de baja cualificación (limpieza, jardinería, grandes superficies), aunque también hay compañías que nos ofrecen puestos de mayor categoría. Mucha gente que se presenta aquí carece de experiencia laboral, si bien las víctimas de violencia de género o con discapacidad pueden tener perfiles muy cualificados. Ha habido candidatos que se han colocado en en la Universidad Francisco de Vitoria o en Indra, Banco de Santander…

La oportunidad de tener una nueva vida y sentirse válido

La Fundación Integra cuenta con una red de más de 50 empresas que apuestan por la integración laboral de las personas en exclusión social. La entidad se ha dotado de una escuela de fortalecimiento por la que ya han pasado más de 2.000 voluntarios corporativos de empresas colaboradoras. Imparten directrices para superar una entrevista de trabajo y encajar en un empleo. La entidad lleva a cabo un seguimiento personalizado de la integración de cada uno de sus candidatos.

Según explica Ana Muñoz de Dios, un estudio reciente revela que, por cada euro invertido en la fundación, se genera un impacto de entre seis y ocho euros en la sociedad. Suelen ser mayores de 45 años y, pese a que en ese tramo de vida es difícil encontrar ocupación, no es la mayor dificultad con que topan los candidatos a un puesto de trabajo, que compiten en un mercado con altas tasas de temporalidad.

«Nunca nadie ha causado un problema en la empresa», dice Muñoz. «El cambio de autoestima que se produce cuando las personas empiezan a trabajar es brutal», añade. El trabajo es importante no solo por cuanto sirve para pagar las facturas y disponer de vivienda, sino también porque se produce un cambio de amistades y compañeros, lo que contribuye a su reinserción. «Hay quienes empiezan a estudiar, pues la Universidad Francisco de Vitoria concede becas para este fin. Otros aprovechan para sacarse el carnet de conducir», apunta. «Lo que más nos dicen es que han vuelto a nacer, que tienen una nueva vida. Es esencial sentirse válido», señala.

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