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La física española Teresa de Pedro en su casa de Madrid. Virginia Carrasco
La mujer que no necesitó conductor

La mujer que no necesitó conductor

Teresa de Pedro dio vida a uno de los primeros coches autónomos, un hito adelantado a su tiempo que recibe ahora el homenaje del CSIC

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Lunes, 14 de octubre 2019, 00:38

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Teresa de Pedro tuvo dos pilares que le permitieron sacudirse el corsé que limitaba a las adolescentes de la España de los años 50: unos padres que quisieron que recibiese una formación académica igual a la de cualquier hombre y una maestra que despertó su inteligencia con la Física, una asignatura que le obligaba a razonar más que a memorizar. Con estos mimbres, llegó a convertirse en una de las científicas españolas más destacadas de su tiempo.

Ha trabajado en los campos de la informática, la robótica y la inteligencia artificial. Creadora del único computador que se ha diseñado y fabricado en España o del primer sistema que se usó en Madrid para predecir la contaminación atmosférica, sobre todo pasará a la historia por 'arrancar' uno de los primeros coches autónomos. Ahora, junto a un centenar de científicas españolas, ha recibido el homenaje del CSIC. Mujeres que no siempre disfrutaron de la primera línea en sus trabajos, aunque fuesen punta de lanza.

Desde su casa en el centro de Madrid, Teresa de Pedro, ya jubilada agradece el homenaje recibido –«más vale tarde que nunca»–, y celebra que ahora se haya tomado conciencia –«sobre todo los hombres»– de que las mujeres no han avanzado al ritmo que debieran. En su promoción, la de Física del 66, el 20% aproximadamente de las estudiantes eran mujeres. «Pero pocas desarrollaron su carrera en un campo diferente al de la enseñanza», advierte.

Ella se reconoce como «una singularidad» de la época cuando comenzó su andadura como investigadora. Aunque había discriminación, ella no la sentía. Sí notaba «el paternalismo» de algunos colegas, pero aprendió a convivir con lo que veía como anécdotas: una vez le pidieron que se comportase como «la acompañante» de su marido, también investigador, en un viaje de trabajo o que adquiriese un «papel más femenino».

Arriba, la exhibición que hicieorn en 2006 con los modelos autónomos. Abajo, con los compañeros del Instituto de Automática Industrial, del que fue fundadora en el año 1971. A la derecha, con su orla de la promoción del 66 de la Facultad de Ciencias Físicas. CISC/Virginia Carrasco
Imagen principal - Arriba, la exhibición que hicieorn en 2006 con los modelos autónomos. Abajo, con los compañeros del Instituto de Automática Industrial, del que fue fundadora en el año 1971. A la derecha, con su orla de la promoción del 66 de la Facultad de Ciencias Físicas. CISC/Virginia Carrasco
Imagen secundaria 1 - Arriba, la exhibición que hicieorn en 2006 con los modelos autónomos. Abajo, con los compañeros del Instituto de Automática Industrial, del que fue fundadora en el año 1971. A la derecha, con su orla de la promoción del 66 de la Facultad de Ciencias Físicas. CISC/Virginia Carrasco
Imagen secundaria 2 - Arriba, la exhibición que hicieorn en 2006 con los modelos autónomos. Abajo, con los compañeros del Instituto de Automática Industrial, del que fue fundadora en el año 1971. A la derecha, con su orla de la promoción del 66 de la Facultad de Ciencias Físicas. CISC/Virginia Carrasco

Pero nada de aquello nubló su norte. Desarrolló su carrera científica al nivel de cualquier otro y, en 1996, junto con su primer marido, pergeñó e impulsó el proyecto sobre conducción autónoma, 'Autopía'. «Un robot era carísimo y pesamos que un coche no era algo tan distinto», recuerda con la chispa de la ilusión intacta en la mirada. Citroën les cedió un modelo pequeño y descapotable con el que poder trabajar y así nació 'Platero': el primer coche sin conductor que pisaría el asfalto español. «Era hipnótico», recuerda, mientras dice orgullosa que estuvieron a la vanguardia de Europa «y más allá».

El proyecto que tanto éxito tuvo no ha quedado en materia de laboratorio. Lo que los diferenciaba a ella y a su equipo era que su investigación se podía ver en la calle. «No enseñábamos un trabajo hecho en computadores... Nuestro experimento se podía ver», defiende. Ahora bien: ¿Nos acostumbraremos a verlo en las calles?

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De Pedro, con el sentido práctico que la define, adiverte que la conducción autónoma es posible, pero no sabe si es rentable. Las situaciones de conducción de tráfico son tan complicadas que hay que prever muchos factores a la hora de programar un coche autónomo. Y puede dejar de ser interesante.

Pero para esta investigadora tendría muchísimas aplicaciones en otros campos: recorridos en parques temáticos, en aplicaciones de obra civil, en minería, en transporte de materiales en situaciones muy penosas, sólo para los atascos cuando el riesgo es relativo...

De Pedro hace gala de una mente pragmática que no ha decaído con los años. La misma que aplica a la hora de buscar un porqué a la falta de referentes femeninos en el mundo de la Ciencia, tanto en España como fuera de nuestro país. Aun hoy asistimos a diversas campañas institucionales que intentan atraer a más niñas a las carreras tecnológicas.

Desde su punto de vista, si faltan vocaciones en este área es porque se piensa erróneamente que son carreras difíciles. Esto es, para ella, por falta de información real de lo que se tratan las especialidades tecnológicas y científicas. Pero además de práctica, es valiente al reflexionar: «Si no estamos ahí es porque, no nos engañemos, sigue habiendo un ambiente machista en la sociedad. Es una lucha que hay que enfrentar. Podemos estar y ser uno más porque tenemos las mismas cualidades. Que se nos trate como a un igual es a lo que aspiramos».

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