Ojén. El nexo perfecto entre el mar y la montaña

Pero sería un grave error considerar a Ojén sólo por su lugar en el mapa. Este pueblo, donde nació el mítico aguardiente homónimo, es un fin en sí mismo. Basta pasear por su casco antiguo para comprenderlo.

En la antes mencionada plaza -de Andalucía-, con la banda sonora de las aguas que manan de su Fuente de los Chorros, puede empezar una ruta a pie para perderse, en el mejor sentido del verbo, por sus calles. Hacia el oeste se llega en pocos minutos a sus Cuevas Bajas, unas cavidades que en su día sirvieron para cobijar al ganado o incluso de almacén para productos del campo y hoy son idóneos para descansar y aprovechar la frescura que parece emanar de sus rocas.

Desde allí, hacia el sur, habrá que buscar las calles de su casco antiguo, que son las que mejor mantienen el tipismo andaluz, para dirigirse hacia su Museo del Molino, una amplia colección etnográfica donde se puede ahondar en el pasado. A su vez, dentro de este mismo espacio, se puede ver un pequeño, pero también interesante Museo del Aguardiente, donde conocer la historia del 'ojén'.

Hacia el norte, buscando algunas de sus calles angostas y empinadas, se llega a la travesía del pueblo, desde donde se divisa perfectamente el telón de fondo del mar. Se verán fácilmente sus Cuevas Altas, en las que merece la pena adentrarse. Habrá que subir algunas escaleras, pero merecerá la pena para descubrir inmejorables vistas del pueblo.

Pero, más allá de su casco urbano, hay que recordar que uno de los grandes valores de Ojén está en la naturaleza. A pocos minutos en coche, es muy recomendable acercarse al antes mencionado enclave del Juanar, donde además de un hotel -antes parador- con mucha historia, aguardan paseos para todos los gustos, desde los más cómodos y sencillos hasta los que llevan al conocido pico de la Concha o a la Cruz del Juanar.

Mucho más cerca del casco urbano está todavía el bosque encantado de la EcoReserva de Ojén, un pequeño paraíso de fauna y flora autóctonas, donde niños y mayores disfrutarán con el contacto directo con ciervos, zorros, jabalíes o cabras monteses, entre otros animales. Una propuesta hecha con corazón para inculcar valores de respeto a la naturaleza.