La serie del año llega a la pequeña pantalla: el día en el que España pasó página
'Anatomía de un instante' llega a Movistar Plus, una absorbente crónica del 23-F basada en la novela de Javier Cercas
'Anatomía de un instante' se estrenó, fuera de concurso, en la sección oficial del Festival de San Sebastián. Este periodista reconoce que fue a ... verla sin muchas expectativas, dispuesto a sufrir lo justo en las siempre incómodas butacas del Kursaal. Devoró del tirón los cuatro episodios de 50 minutos. Y porque no había más.
Publicado en 2009, el libro de Javier Cercas reconstruía el fallido golpe de estado del 23 de febrero de 1981 a través de los tres hombres que permanecieron firmes en su escaño bajo la lluvia de balas, mientras el resto del Congreso de los Diputados se echaba al suelo.
El presidente Adolfo Suárez, que había dimitido un mes antes; Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista; y el general Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno, son nuestros guías en la absorbente ficción dirigida por Alberto Rodríguez, una apabullante crónica histórica de la Transición disponible completa desde el 20 de noviembre en Movistar Plus.
El director de 'La isla mínima' y la recién estrenada 'Los Tigres' obra el milagro de resultar didáctico y al mismo tiempo apasionante con unos hechos conocidos por todos. La ambición y capacidad de síntesis del guion, coescrito junto a Rafael Cobos y Fran Araújo, es ejemplar. La serie nos retrotrae incluso hasta a la Guerra Civil. La voz en off de un periodista testigo de los hechos (Raúl Arévalo) nos guía, a veces con ironía, en el ascenso de Adolfo Suárez. De vendedor de lavadoras a jefe provincial del movimiento. «Un falangista de provincias» que dirigió Televisión Española, tan amigo del Rey Juan Carlos que le sacaba a escondidas del Pardo en el portamaletas de su 127 y que en dos meses se propuso desmontar cuarenta años de franquismo.
Suárez es el protagonista del primer episodio. Álvaro Morte clava la dicción y la apostura de Adolfo Suárez, pero sin imitarle, sin caer en la caricatura. Eduard Fernández –increíble– es un vulnerable Santiago Carrillo en el segundo capítulo, un mito en el exilio que regresa a España de manera clandestina con el quimérico encargo de legalizar el PCE. Manolo Solo, que siempre está impecable, infunde amargura a Manuel Gutiérrez Mellado, enfrentado a los suyos por tratar de democratizar el Ejército mientras ETA mataba a diario. David Lorente dota de chulería a Antonio Tejero, la imagen que nos ha quedado del 23-F, pistola en mano en la tribuna de oradores.
Todos fuman sin parar en esta serie de ritmo febril, que arranca con el tristemente célebre «¡quieto todo el mundo!» y que atesora brillantes momentos de cine, instantes en los que la Historia con mayúsculas se concreta de manera vívida y real. Así, la muerte de Franco no la vemos con imágenes documentales, sino queAlberto Rodríguez prefiere el primer plano de Carrillo llorando. En otra escena, el político viaja en un taxi por la Gran Vía de un Madrid lluvioso mientras sostiene un papelito. En esa servilleta de bar, Adolfo Suárez ha escrito las tres condiciones para legalizar el PCE: respeto a la monarquía, a la unidad de España y a la bandera bicolor.
Cuántas veces hemos visto reportajes sobre el golpe de estado, pero hasta ahora no habíamos sentido miedo real cuando los trozos del techo del Congreso se desprenden con los disparos de la Guardia Civil. 'Anatomía de un instante' humaniza a los protagonistas de la Transición, incluido el rey emérito, encarnado por Miqui Esparbé con su característica voz nasal.
El mérito de la llamada a ser la serie del año es que sintamos alivio cuando Tejero firma la rendición en el capó de un Land Rover, que nos concierna lo que cuenta, como no podía ser de otra manera. Puede que no ocurriera así, pero no importa. Alberto Rodríguez nos interpela porque rescata una época no tan lejana, en la que políticos en las antípodas ideológicas se entendieron por el bien común. Qué oportuno rescatar la luz tras las tinieblas del franquismo, ahora que muchos amnésicos reivindican la España sin libertades bajo la bota del dictador.
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