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Jeff Bridges en 'The Old Man'. RC
Qué ver en Disney | Crítica de 'The old man': el pasado siempre vuelve

'The old man': el pasado siempre vuelve

La nueva serie de Disney es un relato coral a dos bandos, el de los perseguidos y el de los perseguidores

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Jueves, 13 de octubre 2022, 08:35

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«El que resiste, gana». La frase la pronunció Cela en su discurso de aceptación del Príncipe de Asturias, pero bien podría haber salido de la boca de Jeff Bridges, alguien que también sabe mucho de resistir y de ganar: pasó toda la vida acumulando méritos hasta que Hollywood se rindió a sus pies y lo premió con un Oscar. Y sigue resistiendo: tras superar un cáncer linfático y un covid del que se contagió mientras recibía quimioterapia, ha vuelto a la interpretación con 'The old man', serie estrenada en Disney+ que adapta la novela de Thomas Perry en siete episodios.

Bridges es el hombre viejo del título, tan viejo que se levanta varias veces durante la noche para ir al baño y que sufre los primeros azotes de algún tipo de demencia (acaba metiendo el teléfono en el microondas). Esta presentación del personaje en las escenas iniciales nos lleva a pensar que vamos a asistir a un drama sobre la vejez, la soledad y el paso del tiempo, o solo a eso, pero estamos equivocados: cuando un hombre entra en su casa dispuesto a matarlo, el viejo le descerraja dos tiros a sangre fría. Ya no estamos ante un anciano frágil y vulnerable, sino ante un asesino.

Una vida oculta

Tal y como iremos averiguando, Dan Chase es un exagente de la CIA que lleva treinta años fuera del radar, que solo tiene contacto con el mundo exterior a través de las conversaciones telefónicas que mantiene con su hija y que vive oculto con la única compañía de sus dos perros. Pero el pasado lo saca de su escondite, obligándolo a huir. Y su perseguidor es un antiguo conocido, el ahora subdirector del FBI, Harold Harper (un inmenso John Lithgow), otro hombre viejo al que sus pecados también pasan factura. Dos enemigos, uno a la altura del otro, que se respetan y se temen en la misma medida. Y dos actores de presencia extraordinaria.

De impecable factura, la serie mima los aspectos formales, algo que se manifiesta especialmente en las escenas de acción, capaces de hacernos creer que un setentón puede plantarle cara a un tipo de treinta años que se machaca en el gimnasio: Jon Watts, director de los dos primeros capítulos, rueda una pelea en un plano secuencia extraordinario que demuestra el tremendo esfuerzo físico que le supone a un viejo como Chase luchar a brazo partido contra su oponente. Pero Chase sigue siendo un tipo grande y sólido como una montaña, aunque el paso del tiempo la haya erosionado. Y que el que tuvo, retuvo.

El único inconveniente de 'The old man' es que, en algunos momentos, avanza a ritmo de geriátrico. Pero esa cierta lentitud no quiere decir que renuncie a la tensión, ni tampoco al impacto: al fin y al cabo estamos viendo una historia de espías. Y saber que Chase es capaz de cualquier cosa para evitar que le den caza acrecienta el suspense, sobre todo cuando aparecen en su vida elementos con los que no contaba, como Amy Brenneman (Zoe). Y qué bien ver de nuevo a Brenneman. Y qué bien ver una historia de atracción entre mayores.

Pero tanto Zoe como el resto de los personajes que acompañan a Harper y a Chase no son meros comparsas, sino que hacen avanzar la historia activamente. Así, y aunque esté sustentado básicamente en las figuras de los dos protagonistas, 'The old man' es un relato coral a dos bandos: en el de los perseguidos, Zoe y los dos perros de Chase (sí, los perros); en el de los perseguidores, Raymond Waters y Angela Adams, los agentes del FBI que trabajan para Harper y cuyas motivaciones no son tan simples como parecen.

Mientras, Chase sigue intentando escapar de Harper y su equipo pero, sobre todo, de su pasado, un pasado que se explica a través de 'flashbacks' y que va desgranando las respuestas a los muchos interrogantes que plantea la serie. Por si no tuviera bastante con los problemas de próstata, Chase también habrá de luchar contra los cadáveres que estaban ocultos en el armario y que resucitan treinta años después. Como decía el eslogan promocional de 'Hormigas blancas', el pasado siempre vuelve. Y de qué modo tan brutal.

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