Pantomima Full
El dúo artístico amplía el universo de sus sketches para internet con 'Entrepreneurs', su primera serie, que llega a Disney+ el 23 de octubre
A Alberto Casado (Madrid, 41 años) y Rober Bodegas (Carballo, 43 años) los conocimos cuando irrumpieron en 'Sé lo que hicisteis...', el espacio de La ... Sexta que conducían Ángel Martín y Patricia Conde. La química entre ambos ya estaba presente cuando hacían sus primeros sketches. Tras un proyecto para internet junto al presentador del que salieron escaldados, la pareja se convirtió en dúo artístico. Con Pantomima Full y vídeos de poco más de un minuto y medio llevan casi diez años retratando a gurús, mercachifles, 'influencers' y canallitas de todo pelaje. Ahora se lanzan a la ficción televisiva con 'Entrepreneurs', una serie de diez episodios acerca de un niño de papá que monta junto a un vendehumos un coworking y que se estrena el 23 de octubre en Disney+.
-Es inevitable ver 'Entrepreneurs' como una extensión de los vídeos que hacéis bajo Pantomima Full. ¿Era un poco el fin último: llegar a tener una serie donde explotar todo ese universo de gurús, modernos, vendedores de humo, canallitas?
-Rober Bodegas: A nosotros siempre nos había gustado la idea de hacer un proyecto más ambicioso, como una serie y Álex de la Iglesia nos propuso respaldarnos y apoyarnos en el camino. Cuando grabábamos los vídeos siempre decíamos: «Cómo molaría desarrollar más a este personaje o juntarlo con este otro y pensar en un universo donde pudieran estar todos juntos». Y un coworking nos parece buena idea, porque también desde ahí podíamos retratar pues toda esta historia del emprendimiento y de ser tu propio jefe y todo eso de convertir tu hobby en tu trabajo, ¿no?
-Alberto Casado: Sí, eso de trabaja en lo que te guste y nunca trabajarás (risas).
-¿Es un cáncer la cultura del emprendimiento?
-R. B.: ¡Guau! (risas).
-A. C.: Yo no voy a decir eso, ¿eh? Aunque hay alguna broma con eso en la serie.
-R. B.: No vamos a decir a estas alturas que emprender está mal porque creo que la historia se ha construido a base de gente que ha emprendido, aunque sea siendo un carpintero. Lo que antes eran los autónomos que era la manera rasa de decir 'emprendedor', pero sí que es un cáncer toda esta cultura del esfuerzo, de que hay que trabajar y dormir en la oficina.
-A. C.: Sí, eso y la cultura de que hay que petarlo. La única ambición aquí es petarlo y hacerte millonario. O sea, guay si lo consigues, pero claro, te lo están vendiendo como que es hacerte un cursillo de 300 euros y eso es lo más jodido.
-Dan vida a dos personajes mezquinos. ¿Se les acaba cogiendo cariño?
-A. C.: A la hora de hacer la serie sí que hemos intentado que aunque lo sean tengan un fondo que, de alguna manera, te acaben dando un poco de pena, como nuestros personajes en los vídeos, porque si no serían demasiado despreciables.
-R. B.: Sí, es que claro, lo guay de haber crecido tanto en el formato, de un minuto y medio a casi media hora, es poder contar mucho más. Digamos que al final los vídeos tienen su discurso de que esto es lo que te vendo, y los rótulos te hacen intuir que eso no estaba así, y la serie te permite como explayarte en sus miserias y también creo que por eso acabas perdonando a los personajes, porque dices pero este cretino de que va y luego pero pobre, si es que no tiene nada.
-A. C.: Son todos un poco pobres diablos.
-¿Las redes sociales nos están volviendo tontos?
-R. B.: Pues es que es como de rancio decir sí, pero cómo decir que no. Creo que es verdad que te bombardean con tantas cosas que puede dar lugar a que te equivoques. En general todos intuimos cuándo una cosa es un timo, un engaño o está exagerada, pero lo cierto es que, por ejemplo, las casas de juego, que estaba todo atestado de ellas, de repente como que hizo falta prohibir eso, porque a pesar de que todos teníamos claro que ahí te iban a engañar, pues la gente acaba yendo porque siempre tienes la historia de uno al que le fue bien y dices, bueno, 20 euros no es nada. En general siempre hay gente buscando engañarte: haz mi curso de lo que sea.
-A. C.: El bombardeo de contenido es tan bestia que ya todo el mundo quiere hacer contenido. ¿Por qué no voy a hacer un canal de que voy a restaurantes? Nadie quiere ser recibidor de contenido y esto se ha ido de las manos. No puede ser que tu canal vaya de que pruebas de vermús (risas).
-En la serie están todos los ticks del mundillo: gurús, influencers, coachs, CEOs... ¿No temen represalias? ¿Les han salido enemigos con los sketches de Pantomima Full?
-A. C.: La verdad es que no nos dan miedo los emprendedores. Si se enfadan, aquí estamos, dispuestos a pelear (risas). En realidad, más allá del cachondeo, pretendemos más que se vea representado nuestro entorno y nuestra generación en diferentes personajes, más que los emprendedores, que al final es es lo que lo envuelve todo.
-R. B.: Si miras diez años atrás, y en una ciudad como esta, que todos hemos llegado de otro lugar, la serie también habla de esas personas de 40 años, de los rezagados, los que se quedaron ahí pegados a la plaza del 2 de mayo. Oye, ha estado bien esto de ser DJ y de hacerle fotos a un amigo y tal, pero yo qué sé, va a haber que buscar otro plan. Y te llega uno: «Vamos a esto, que te dan birra». Joder, si con 40 años tengo que estar yendo a zamparme unos cuadros de mierda porque dan latas de Mahou verde... Hostia, tengo que hacer un cambio en mi vida, aunque sea más aburrida.
-Hablaban antes de que Álex de la Iglesia respaldó el proyecto y, aunque no se menciona en la comunicación, ha dirigido tres episodios. ¿Cómo ha sido la experiencia?
-R. B.: Es que desde el principio pidió no figurar en las notas de prensa que iban saliendo porque al final es fácil que su inercia robe un poco la idea que es la serie de Pantomima y la verdad es que, joder, es guay que haya querido estar ahí, y luego él es una persona tan hiperactiva que justo cuando desde Disney decidieron que la serie se rodaba pues había ahí un hueco en su agenda, entre sus proyectos, y el tío, como se había leído los guiones y se había reído dijo, pues, bueno, a mí me da tiempo. Yo creo que si hubiera tenido más tiempo libre, habría rodado todo, porque le gusta estar en el set y le dio tiempo a tres. A nosotros también creo que nos da como un respaldo que mola para tomar conciencia de la magnitud del proyecto. Al final hasta que no estás en el primer día de rodaje no acabas de creértelo ni de ver el pollo que es rodar una serie, que empezaban a llegar camiones y gente.
-A. C.: Luego es verdad que ha sido fácil currar en el sentido de que se nos ha dado cien por cien libertad para que esto se parezca lo más posible a lo que queríamos hacer. No ha habido debates creativos intensos donde yo como director pienso una idea y tú... Sino que ha sido «a vuestro servicio para lo que queráis hacer».
-R. B.: Has tenido lo bueno de que son muchas cosas nuevas y gente que te da su opinión con experiencia y luego, cuando no estábamos interpretando, estábamos en el combo viendo, un poco pegados a los directores para proponer y también para entender lo que es la dirección de algo que es bastante más complicado que un vídeo de Pantomima, pues ha estado guay, ha sido como un curso intensivo de producción a todos los niveles.
-Es su primera experiencia, ¿qué debilidades y qué fortalezas se han visto?
-A. C.: A nivel escritura lo disfrutamos mucho y yo creo que fue cero marrón porque lo pillamos con muchas ganas y nos lo pasamos muy bien haciéndolo. Había como ganas de desarrollar el personaje porque siempre nos quedabamos con ganas de más. A nivel actoral fue mucho más jodido porque en realidad en los vídeos nuestros ni te aprendes el guion porque al final son frases sueltas que vas tratando de decir con naturalidad, como tú puedas. Y de repente el rollo de decir que es un personaje que tiene un desarrollo... ¿Cómo se hace esto? Yo leo frases en un móvil.
-R. B.: En la visión general de la serie hemos intentado no ser tan tontos como para no escribirnos algo que de ningún modo lo sepamos hacer. No seamos muy ambiciosos con los requerimientos actorales de nuestros personajes porque al final somos cómicos, no somos actores. Y mi personaje es un tío despreocupado, un niño grande, con actitud de sobradillo. El 90% del tiempo es eso y estás cómodo. Pero luego hay esos pequeños momentos donde realmente cuentas la historia y las inflexiones de la trama. En mi caso he tenido la suerte de que esas escenas siempre son con él, que hay una complicidad muy grande de trabajar todos estos años, o con Gonzalo de Castro y Aura Garrido que lo ponen todo para que salga guay. Gonzalo se lee las secuencias contigo y se involucra mucho en un proyecto en el que él es casi una estrella invitada. Es una pasada que esté, pero tampoco es el protagonista y podría haber dicho que cada uno hiciera lo suyo, y han tenido una actitud muy buena donde no hay esta cosa clasista de nosotros sabemos hacerlo y él, si no sabe, que se arregle. Ha molado el poder trabajar con ellos. Son muy buenos actores y muy buenas personas.
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