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Reparto de la serie. LP
Serires en Netflix | Crítica de 'La Casa de Papel: Corea': Busca las pocas diferencias

Crítica de 'La Casa de Papel: Corea': Busca las pocas diferencias

El fenómeno global no cesa. Se estrena la versión coreana de la popular serie española, cuyo resultado es más denso, a pesar de contener más acción.

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Miércoles, 29 de junio 2022, 09:08

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No está de más recordar que 'La Casa de Papel' no empezó con buen pie antes de su incontestable éxito internacional. Se emitió en abierto en la televisión lineal y no recibió la atención que merecía entre tanta producción nacional con reparto coral que copaba las parrillas. En sus inicios la popular serie se adaptaba a un metraje que ahora puede chocarnos, pero era habitual por aquel entonces: capítulos en torno a los 70 minutos, pensados para acoger varios bloques de spots publicitarios durante su emisión.

Netflix apostó por la propuesta a cambio de acortar el minutaje de cada episodio, la fórmula funcionó y lo demás es historia del medio audiovisual. Curiosamente, cinco años después de su lanzamiento en Antena 3, se estrena un remake, con diferente label –cada vez es más habitual, con periodos de tiempo menores-, que retoma la idea de no escatimar en duración por entrega. No es de extrañar esta decisión porque 'La Casa de Papel: Corea' se adapta al esquema del k-drama, donde cada parte del todo es como ver una película, con una intensidad (y densidad) desmedida para el espectador medio.

Dramas surcoreanos

Uno de los alicientes de la conocido plataforma en streaming es la oferta de material de procedencia oriental. Existe un público potencial adicto a los dramas surcoreanos que reside por todo el planeta. Esa es la razón principal de la existencia de este remake filmado en Corea del Sur que piensa más allá de la audiencia asiática y permite volver a disfrutar con los personajes que tanta fiebre han despertado como fenómeno global (con algunos matices y un equipo artístico diferente). Esta versión demasiado temprana calca el grueso de los pasajes de la serie original. Hay que ser muy fan del material de partida para devorarlo de nuevo casi tal cual, pero la propuesta llega aprovechando otro hit mundial, 'El juego del calamar', como si hubiesen querido fusionar en abstracto ambos pelotazos, con puntos en común, en una maniobra maestra.

Una imagen de la serie.
Una imagen de la serie. LP

La nueva adaptación, dirigida por Kim Hong-sun, detrás de incontables k-dramas, entre los que destaca 'Black', de trama sobrenatural, introduce algunos cambios llamativos en su contexto, aunque mantiene las características básicas del producto. La historia comienza basándose en una utopía, aquí convertida en distopía, la unión entre Corea del Norte y del Sur en un único estado. La impensable unificación deviene un desastre económico que provoca el descontento social, el caldo de cultivo perfecto para que lleguen los Robin Hoods que todos conocemos. Siempre está bien en la ficción robar a los ricos. No obstante, este prometedor escenario pasa enseguida a un segundo plano.

Algunas diferencias

'La Casa de Papel: Corea', cuya primera temporada consta de seis entregas, contiene trazas de crítica social, como viene siendo habitual en el audiovisual de nacionalidad coreana. La acción se multiplica, más violenta y agresiva, a diferencia de su predecesora, en detrimento del desarrollo de los personajes. Sus traumas y vivencias importan, pero menos, para que avance el argumento. Las caretas de Dalí cuentan con una versión tipo kabuki (Hahoetal, una máscara tradicional), con una sonrisa inquietante, y los nombres de los protagonistas se mantienen, interpretados por actores populares en Corea del Sur, un país que consume compulsivamente cultura popular y pasa por taquilla con cifras astronómicas (la reciente 'The Roundup' ha superado los 12 millones de espectadores en un país de 50, casi como España).

Visionar este peculiar remake es un extraño déjà vu para quienes tienen más que vista la serie española. Quizás es demasiado fiel en lo básico, en su estructura y giros. El inevitable ejercicio de agudeza visual nos lleva a descubrir algunas diferencias con la creación de Álex Pina, pero no muchas, aparte de las evidencias estéticas, en consonancia al país donde acontece el renovado robo de la Casa de la Moneda y Timbre. La rebeldía contra el sistema, en clave pop, que fue creciendo en la propuesta española, aquí se explota desde el principio. La reunificación de las dos Coreas, con la sombra del capitalismo, da juego en este sentido, aunque no se explota lo suficiente, de momento. Aporta, es sí, rasgos diferenciados a los roles principales.

La protagonista también se llama Tokio, porque «van a hacer algo malo», en sus palabras, remitiendo con sarna a la invasión japonesa. El golpe ideado por El Profesor surge de las desigualdades que surgen con los cambios políticos, pero su tensión sexual con la inspectora de policía y demás dilemas emocionales, están ahí, intocables (aunque se conocen desde antes del gran atraco). Si ya funciona así, para que cambiar nada, habrán pensado los guionistas de 'La Casa de Papel: Corea', cuya primera entrega acaba en alto a las espera de otra tanda de seis capítulos que llegará a finales de año. El público que no ha visto la serie original disfrutará especialmente.

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