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La librería donostiarra Lagun en 2001, poco antes de trasladarse de la Parte Vieja al barrio de Amara.
'Lagun y la resistencia frente a ETA': Cuando ardían los libros en Euskadi

Cuando ardían los libros en Euskadi

Un documental presentado en la Seminci de Valladolid reivindica el papel simbólico de la librería donostiarra Lagun contra la barbarie etarra

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Viernes, 25 de octubre 2019

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La Plaza de la Constitución en la Parte Vieja donostiarra está hoy sembrada de terrazas y transitada por turistas arrastrando maletas como si estuviéramos en la Barceloneta. Pocos reparan que, en sus soportales, un pequeño local libró una batalla contra la sinrazón y la barbarie. La librería Lagun (amigo) abrió en 1968 y sufrió la censura del régimen franquista primero y la furia del terrorismo etarra después. Aguantó en 'territorio comanche' hasta 2001, cuando reabrió en el más pacífico barrio de Amara.

«Lagun es el símbolo perfecto de la resistencia frente a dos dictaduras, la de Franco y la de ETA», establece el periodista Luis R.Aizpeolea, coguionista junto a José María Izquierdo de un documental que cuenta la historia de la librería y la de los ciudadanos anónimos que se plantaron frente a la violencia. Presentado en la Seminci de Valladolid que hoy concluye, 'Lagun y la resistencia frente a ETA' «es una película sobre resistentes que se negaron a ser víctimas», según Aizpeolea, que en otro documental, 'El fin de ETA' (2016), ya abordó la lucha política, judicial y policial contra el terrorismo. «Faltaba contar la movilización social, la gente que le quitó la calle a Batasuna».

María Teresa Castells, José Ramón Recalde (ambos ya fallecidos) e Ignacio Latierro fueron el trío de 'progres' que abrieron «un foco de irradiación cultural y un espacio de libertad política» en el convulso San Sebastián de 1968, en palabras de Fernando Savater. A las visitas de inspectores del Ministerio de Información y Turismo en busca de libros prohibidos le sucedió una bomba de los guerrilleros de Cristo Rey.

Poco importó que sus dueños hubieran pasado por las cárceles franquistas. Negarse a cerrar en una huelga general convocada en 1983 después de que a un etarra le estallara una bomba les convirtió en diana de los violentos. Aguantaron las pintadas –«que se vayan preparando», «fascistas»–, los cócteles molotov, los artefactos explosivos y el lanzamiento de pintura. El Gobierno civil les confesaba que no se atrevían a entrar en la Parte Vieja.

Algunos de los participantes en el documental fotografiados a las puertas de la librería Lagun.
Algunos de los participantes en el documental fotografiados a las puertas de la librería Lagun.

El lazo azul en la puerta, popularizado tras el secuesto de Julio Iglesias Zamora, duró una tarde. Ignacio Latierro cuenta que el día que les inundaron el local de pintura roja y amarilla siguió las huellas y conducían a la cercana sede de Herri Batasuna. Fernando Aramburu envió a su madre a comprar libros quemados y manchados de pintura, pero los fieles clientes de Lagun ya habían adquirido todos. Cuando la situación se hizo insostenible, poco después del atentado contra Recalde, los habituales de la librería hicieron una colecta para reabrir en su actual emplazamiento de la calle Urdaneta. De la fortaleza de María Teresa Castells da fe su hijo, que recuerda la frase con la que consolaba a su marido cuando un etarra le alojó una bala en la mandíbula: «Venga, que de un tiro en la boca no se muere nadie».

El documental, que cuenta con la participación de ETB y TVE, trasciende del papel simbólico de Lagun y recopila los hitos de la resistencia civil frente a ETA. La manifestación del 28 de junio de 1978 convocada en Portugalete por el Partido Comunista de Euskadi tras el asesinato del periodista José María Portell, la 'Carta de los 33' intelectuales y artistas (Mitxelena, Caro Baroja,Chillida, Ibarrola,Basterretxea...) en la revista 'Muga' contra «las muertes crueles, el brutal encarnizamiento de los atentados y la ley del silencio», las concentraciones de Gesto por la Paz...

«ETA me ha jodido la vida», reconoce en el filme el escritor Ramon Saizarbitoria, que se arrepiente de no haber expresado en su día su solidaridad a otro colega, Raúl Guerra Garrido. La imagen de una pira de libros ardiendo le avergüenza a Felipe Juaristi y le remite a los nazis en la Noche de los Cristales Rotos: «Eso se llama fascismo». Para Aramburu, «quien quema libros queda muy mal en la Historia».

Entre los resistentes en esta cronología del horror destacan el empresario Juan Alcorta, que se negó a pagar el 'impuesto revolucionario' y a vivir con escoltas, y los manifestantes de Gesto por la Paz, que aguantaban los gritos de «hoy tu cerebro, mañana tu familia». «Ahora vemos lo que ha pasado aquí y nos parece increíble. No podemos quedarnos con el relato de que hubo dos bandos», concluye Aizpeolea, que ya da vueltas a un tercer documental sobre la convivencia en Euskadi: «Ahora toca la autocrítica en la izquierda abertzale».

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