Vuelos directos
LEO que otra vez nos amenazan con suspender el vuelo directo entra Málaga y Nueva York. Esto ha pasado antes y siempre es noticia el ... que se cancele, se establezca o se restablezca. Un vuelo directo es una gozada. Te subes al avión y cuando te bajas ya estás en tu punto de destino. Esto nunca sucede si pretendes volar desde Marbella porque, como es bien sabido, no hay aeropuerto. Es verdad que el de la capital no está tan lejos pero sí lo está en términos económicos y funcionales. Por una parte, no se estila ya el que vayan a dejarte o a buscarte. Esto lo hacen sólo los novios y mi amiga Antje. Aparte de ser una lata, tienes que superar no pocos problemas para llegar y detenerse y te obligan a aparcar aunque lo que desees es simplemente depositar a los pasajeros. Si, abandonado por la parentela, decides recurrir al transporte público, tienes dos opciones. El dichoso autobús que es estupendo pero sólo cuando tienes la enorme fortuna de coincidir con su llegada y dispones del tiempo para adquirir previamente el billete en un chiringuito establecido al efecto. El chofer no está autorizado para coger dinero y si coincides arrancando, te jorobas porque no alcanzas a ir a la ventanilla y volver. Entonces, a esperar, en el mejor de los casos, una hora y media o toda la noche. La otra opción es el taxi, limpio, abundante y conducido profesionalmente. Pero carísimo. No es infrecuente que hayas pagado menos por volar. La tercera vía se abre. Hay empresas, más o menos clandestinas que te ofrecen transportarte por precios no demasiado onerosos. No he ensayado este método pero me dan buenas referencias.
No sé por qué es tan importante mantener el vuelo directo a la gran manzana. Bueno por ahí cerca porque donde llegas está fuera de la isla o al estado vecino según sea la opción que haya elegido la línea aérea. La ciudad es tan atractiva, sostengo que es la capital del mundo moderno, como fue Roma en una época pretérita y el personal, por mor de visitarla está dispuesto a los mayores sacrificios, incluso dar vueltas por el mundo. Creo que hay vuelos desde Madrid y Barcelona, por lo menos. La otra explicación consiste en que existiendo esta fácil línea de comunicación se estimula a los americanos a visitarnos. Me parece que se necesita más que un sin escalas para fomentar esas visitas. Desde el bienvenido Mr. Marshall pasando por la gozosa contemplación de La Alhambra por aquel presidente que nos jorobó el acceso, hasta hoy, las cosas han cambiado sustancialmente. El dólar dejó de ser lo que era y los turistas prefieren dirigirse a sitios donde su moneda valga más y no tenga que cambiarla por los robustecidos euros que transforman los precios en inalcanzables. Playas hay muchas en el mundo y algunas bastante mejor que las nuestras, toros en México les quedan al lado y sin tanto tontorrón que por no disfrutar de las corridas le ha dado por prohibirlas. Museos también se han construido por doquier, el sol brilla para todos y, bien mirado, le sale más a cuenta al paisano ir a Florida o a California que cruzar el charco. No todos disponen de tanto tiempo como Greta y su catamarán.
Ahora bien, la comodidad del vuelo directo es indiscutible. El eliminar la combinación es fantástico. Cuando el tiempo de espera es breve, se corre el riesgo de que el primer avión se retrase y se pierda el siguiente con la consecuencia de quedarse en un sitio extraño donde no hay nada que hacer y la posibilidad de no combinar con otro vuelo porque está lleno o porque la compañía no responde. La solución de darse un amplio margen entre un avión y otro es conservadora pero como todo lo conservador, un aburrimiento. Cinco o seis horas en un aeropuerto matan a cualquiera de tedio después de haber consumido toda clase de golosinas y engañifas y de haber bebido licores, refrescos con y sin gas. Los sitios están colmados por pasajeros cuyo destino uno se pregunta y encontrar un asiento no es siempre fácil. Es curioso pero muchos parece que viviesen ahí porque ni siquiera miran la pantalla que anuncia las salidas en estos tiempos donde no se anuncian por altavoz. Esta sería de aplaudir si no fuese porque tampoco se respeta el silencio. Muy por el contrario, te avisan permanentemente que no hay anuncios.
Para coger un avión es necesario someterse al cacheo de los guardias de seguridad que pueden inspeccionar también tu equipaje descubriendo tus intimidades. Aquí a la salida y en Nueva York, al llegar..
Por muy directo que sea el vuelo.
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