Los numerosos análisis que se realizan después de unas elecciones intentan abarcar todos los aspectos que han motivado el voto de los electores, pero siempre ... quedará algún resquicio por cubrir, hasta en la evaluación que hacen los sociólogos, porque es imposible estar en el pensamiento de todos los ciudadanos. Algunas cosas, sin embargo, sí están claras, como que no se ve lo ocurrido con la alegría de la victoria que con la decepción del perdedor. En este último caso con tendencia a buscar culpables antes de detenerse a reflexionar con serenidad y aceptar los hechos con autocrítica sincera.
También es posible que algunos políticos y voces mediáticas minusvaloren a veces la capacidad de discernimiento de los votantes y piensen que les vale una imagen bonita y varios eslóganes llamativos, aunque en el fondo superficiales, para conseguir unos objetivos concretos. En la sucesión de elecciones que hemos vivido en pocos meses no se ha registrado un patrón único en el comportamiento del electorado, que parece haberse pensado el voto en cada una de ellas según consideraba más interesante para el territorio al que se buscaba un gobierno.
Los resultados de las elecciones andaluzas no se extrapolaron a las nacionales, como muchos pronosticaron, y tampoco estas a las municipales en ayuntamientos importantes, en los que muchos han seguido la línea de fijarse más en los candidatos locales, que son los que tienen que arreglar las cosas de su pueblo. Hay casos llamativos, como el del alcalde de Estepona, José María Urbano, que se ha colocado como el más votado de España y alcanza veintiuno de veinticinco concejales, dejando a la oposición con escasa capacidad de maniobra y situándola casi en el anonimato. En las elecciones generales, sin embargo, el Partido Popular, por el que se presenta Urbano, se sitúo en tercer lugar por decisión del electorado, lo que hizo dudar a algunos (más bien a pocos, en realidad) sobre la hegemonía de este mandatario. Es el caso más evidente del peso de un lider municipal ante la fuerza de las marcas de los partidos, porque los números dicen claramente que votantes de otras fuerzas hace escasamente un mes tenían claro lo que querían para su ayuntamiento. Hubo, por otra parte, quien quiso darle demasiada importancia a la instalación de un diabólico tobogán para influir en los resultados, lo que finalmente quedó en una anécdota. Pero hubo quien lo intentó todo.
Otro caso es el de Marbella, donde también el PP fue sobrepasado por Psoe y Ciudadanos el 28-A y ahora ha conseguido mayoría absoluta para el consistorio. Pero en las europeas se ha impuesto el Psoe en la ciudad, por lo que es evidente que hubo bastante electores que llevaban una papeleta en una mano y otra en otra, si dejar que la derecha influyera en la izquierda o al revés.
También aquí fallaron muchos pronósticos que avanzaban el fin del bipartidismo y la conformación de un ayuntamiento con multirepresentación, dado que se presentaban diez partidos. Y es posible que este reparto de fuerzas haya diluido el voto favoreciendo a los dos grupos mayoritarios. El cinco por ciento necesario para obtener representación era prácticamente inalcanzable para algunos, pero a otros, como Izquierda Unida, le ha venido largo esta vez, a pesar de haberselo trabajado durante meses. Cada uno tendrá que hacer su valoración particular, aunque en algunos casos se dio la impresión durante la campaña de que el valor que significaba el sello de su partido iba a ser suficiente para conseguir un resultado relevante y que sus crisis internas o la colocación de un candidato de última hora no le iba a importar al electorado, que se ve que esto también le ha hecho pensar.
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