La verdad ignorada

De la incredulidad a la rabia, de una indignación grande a otra todavía mayor. Si se confirma, como parece, que la denuncia por la agresión ... homófoba en Madrid es un invento de la víctima, el daño que se produce a la lucha por la libertad sexual puede ser enorme. La policía intuyó desde el primer momento que el relato tenía lagunas por todas partes. A las cinco de la tarde en pleno centro de Madrid, una manada de ocho encapuchados, con sudadera y mascarilla, empuja al portal de su casa a un joven gay, y le agreden de una manera salvaje. La historia era tan increíble que tenía que ser cierta, y la noticia saltó enseguida en todos los medios, con la lógica avalancha de reacciones. Pocas horas después, este relato de terror se enfanga en la sordidez de una relación sexual sádica, quizás a cambio de dinero, una mentira para conservar a una pareja y la cerrazón de las relaciones tóxicas que a veces el amor romántico sugiere. Hay que tener muchos problemas o estar fatal de la cabeza para aprovecharse del dolor de los demás de semejante manera. Pero el chico tiene 20 años. Tampoco le podemos crucificar. Esta mentira no puede servir para darle más poderío a las bestias. Ya están algunos regocijándose de este hecho que le regala argumentos a los que odian o a los que dudan que el odio exista, que daña a los centenares de personas LGTBI que sufren alguna agresión real cada año en nuestro país: 278 delitos de odio por orientación sexual en 2019, la cifra más alta de los últimos años.