Los tiempos del bibliobús
A juzgar por las cifras de lectores y lectoras que se hacen públicas de vez en cuando, seguramente no sería descabellado afirmar que terminará habiendo ... más escritores que consumidores de literatura. Generalmente la lectura se ha introducido como un elemento obligatorio en los currículos académicos de escuelas e institutos; no parece que haya dado muchos resultados a la hora de crear afición. Puede que no se hayan escogido los títulos o autores más apropiados o simplemente que todo lo que se impone termina por ser rechazado. Al margen de cualquier otra consideración, la lectura siempre debe ser un placer y se debe leer cuando a uno le apetece. Cierto es que algunos lo consideramos actividad imprescindible y tampoco falta quien lo vive como una adicción que incluso genera «síndrome de abstinencia». La escritora marbellí Ana María Mata Lara podría escribir un tratado sobre este asunto. Cierto que casi todo está en Internet, pero el libro es otra cosa y debe ser un objeto al alcance de la ciudadanía; algo que las autoridades, en su faceta de gestores de la cultura, deben garantizar. El paso más elemental consiste en contar con bibliotecas públicas dotadas de todos los avances técnicos del siglo XXI y que generen una dinámica cultural mucho más allá del simple préstamo de libros. Cuando en Marbella no existía biblioteca municipal (ahora tampoco, aunque con perspectiva de solución, aunque permanezcamos en el escepticismo mientras no podamos meter el dedo en la llaga) realizaba esa función la del Instituto de bachillerato. En los años setenta, con el cierre del mercado municipal de plaza de la Victoria y calle Huerta Chica, se abrieron en aquel lugar una Sala de Exposiciones y en la planta superior una biblioteca, al frente de la cual estuvo durante años la bibliotecaria Inmaculada López Romero. Posteriormente, con escala intermedia, se trasladó al nuevo mercado municipal, donde las filtraciones de agua masivas confirmaron reincidentemente que aquella casa era una ruina. Varios años lleva Marbella sin biblioteca municipal. Echando la vista atrás, llegamos al mes de enero de 1975 cuando se puso en funcionamiento el bibliobús de la Costa del Sol, la biblioteca móvil de la Diputación provincial de Málaga. Tenía una zona de cobertura que comprendía Sabinillas, Manilva, Cancelada, San Pedro Alcántara, Marbella, La Cala del Moral, Los Boliches, Monda, Guaro, Tolox, Casares, e Istán. El éxito fue inmediato, especialmente en Marbella y Benahavís. La inauguración del bibliobús fue un acontecimiento, de forma que a la inauguración asistieron las principales autoridades: el alcalde de Marbella, Francisco Cantos Gallardo, el juez de instrucción, Agustín Vinaches; el ayudante militar de marina, Francisco Gil; el delegado comarcal de sindicatos, Antonio Gálvez Ruiz; y el delegado comarcal de bibliotecas y delegado de cultura del Ayuntamiento de Marbella, José Manuel Vallés. Desde el comienzo de la prestación del servicio la afluencia de lectores fue importante, de forma muy significativa por parte de los estudiantes que demandaron sobre todo biografías, literatura, ciencia ficción y libros profesionales. El bibliobús recorría semanalmente todas las localidades asignadas y ofrecía libros de todo tipo, mediante préstamos por espacio de quince días, renovables por igual periodo. El bibliobús se pudo poner en marcha gracias a la aportación del Servicio Nacional de Lectura. Por mediación de la iniciativa y gestión de José Manuel Vallés, la Caja de Ahorros Provincial de Málaga abrió una biblioteca pública en la calle Peñuelas, la que actualmente lleva el nombre de Vallés. Cabe esperar que la nueva biblioteca que abrirá sus puertas en lo que hasta ahora venía siendo un espacio museístico (Museo del bonsai), se construya con toda la solvencia necesaria para que no terminen apareciendo vicios ocultos como es tan habitual en los proyectos que se ejecutan en Marbella. Es igualmente deseable que el diseño y contenido tenga visión de futuro, de forma que no vaya a nacer anticuado, como tampoco es infrecuente que ocurra. Fundamental resulta hoy día en una biblioteca el eficaz acceso a las tecnologías de la información y contar con un fondo bibliográfico actualizado y diversificado. Debe ser un lugar de lectura, de consulta, de préstamos y de pluralidad de actividades culturales. Contar con una biblioteca amplia, bien dotada y con personal especializado al frente, posiblemente no sea un acontecimiento de los que abra informativos, pero es un pilar clave en cualquier política cultural que, de verdad, quiera resultar eficaz.
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