El tic en el ojo
Un cuento de verano
Violeta Niebla
Lunes, 28 de julio 2025, 02:00
Antes de cumplir 44, como seis semanas antes, me salió un tic en el ojo. Al principio pensaba que todo el mundo podía verlo. Estaba ... obsesionada, empezaba a hacer muecas, era un tic que aparecía en una secuencia de tres por cuatro, es decir, tres veces cada cuatro minutos. Me acabo de inventar esa tabla de medir, pero pensé que tenía algo de coreográfico en mi cara, aunque la gente no paraba de repetirme que no, no se veía nada.
Yo me pregunto: cómo algo tan físico no se puede ver. Algo que, si poso el dedo sobre la finísima piel del párpado superior, noto la patadita de un microbebé que tengo colocado en posición fetal bajo mi ceja izquierda.
Algunos días, ese microbebé parecía moverse más. Otros, dormía. Aprendí a vivir con él como quien lleva un huésped temporal que no termina de irse. Lo raro empezó cuando comencé a contarlo. Me sentaba con alguien y decía: «me ha salido un tic». Y a la semana siguiente, esa persona también lo tenía.
Primero fue mi amiga Patri, luego Ángelo. Más tarde, Aless. Lo peor fue cuando me lo dijo la panadera. Me miraban, ya no con incredulidad, sino con una especie de respeto: ¿y ahora qué hago con esto?
Una mañana, en el parque con Rómulo, noté que casi todos los dueños de perros parpadeaban de forma asíncrona, con ese pequeño temblor casi imperceptible que yo ya conocía tan bien. No era casualidad. Lo supe con una certeza incómoda: había contagiado el tic.
A veces me preguntan si duele. No duele. Pero una siente que hay algo más detrás del ojo. Como si se estuviera abriendo una compuerta pequeña, íntima. Como si el cuerpo estuviera queriendo decir algo que todavía no sabe formular. Como un lenguaje en proceso de inventarse.
Por eso he empezado a observar los tics ajenos. No todos son iguales. Hay quien lo lleva con rabia, como si se le escapara algo. Otros lo tienen suavecito, como una caricia permanente. Una mujer en la frutería me confesó que desde que le tiembla el ojo sueña con peces. Mi sobrino adolescente dijo que el suyo se activa cuando alguien le miente. Mi vecina del primero aseguró que cuando le tiembla el párpado, se acuerda de su madre.
Pienso que quizás nunca fue un tic. Que quizás es una señal. Una mínima alteración del tejido de la realidad que me tocó a mí primero y luego fue ramificándose como una telaraña nerviosa por debajo de las pieles ajenas.
Ya cumplí 44. Me pregunto cuándo saldrá el microbebé. Si llorará. Si empezará a hablar. Si será mío o simplemente pasará a otra persona.
Me miro al espejo. El ojo izquierdo se contrae tres veces cada cuatro minutos. No hay dolor. Solo una vibración. Una frase por venir. Algo, todavía, en proceso de nacer.
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