El tercer hospital, una realidad
El Diario Oficial de la Unión Europea publicó esta semana el concurso para contratar los trabajos por valor de 820 millones de euros, con lo que se despeja cualquier duda sobre el futuro y viabilidad de este proyecto
Los grandes proyectos de infraestructura son como la Justicia en España: lentos, muy lentos, pero terminan por llegar. La publicación en el Diario Oficial de ... la Unión Europea, el BOJA continental, del concurso para contratar los trabajos del tercer hospital de Málaga, por un valor de 820 millones –IVA incluido, lo que supone un pago de 140 millones en impuestos para el Estado– y un plazo de ejecución de seis años, significa un paso definitivo y de enorme trascendencia para este proyecto que llevaba décadas en el debate público.
Las empresas interesadas en la construcción de esta megaproyecto tendrán hasta las tres de la tarde del próximo 22 de julio para presentar sus ofertas y su ejecución estará financiada con fondos de la Unión Europea y con créditos del la administración andaluza. Luego vendrá lo más importante, dotar a esta infraestructura de los equipamientos y recursos necesarios para su puesta en funcionamiento como la mayor infraestructura sanitaria, que será el mayor hospital en construcción de España.
Resulta evidente que este largo camino, que seguro se prolongará al menos durante diez años, estará plagado de imprevistos y problemas que darán mucho que hablar. Incluso su entrada en funcionamiento no garantizará la solución definitiva de la sanidad en Málaga y se hablarán de otras carencias. Pero no cabe duda de que es un éxito colectivo y un punto positivo para la gestión del Ejecutivo de Juanma Moreno, como lo es el desarrollo de la red de Metro en la ciudad.
Es llamativo cómo la sanidad en España, que puede considerarse el mayor patrimonio del Estado de bienestar, es un saco sin fondo que consume cuantas inversiones se hagan sin que tengan una mejora directamente proporcional en el servicio. Las extraordinarias dimensiones de la estructura sanitaria en España –porque es un problema similar en todas las comunidades– y la velocidad con la que crece la demanda asistencial complican un análisis sosegado sobre cómo mejorar la atención y aliviar, sobre todo, el problema de las listas de espera. Porque si antes comparábamos la obra pública con la Justicia, ahora podemos hacer lo propio con la Sanidad y la universidad pública, cuyos entramados organizativos son casi imposibles de reestructurar y mejorar. Y más aún porque cualquier actuación en estos sectores está contaminada por la acción política, esa que se dedica a sacar rédito partidista de cuanto encuentra a su paso.
La sanidad pública podrá tener grandísimos hospitales, equipamientos de última generación y excelentes profesionales sanitarios, pero mientras no se acometa una profunda reconversión de los procedimientos y procesos de trabajo nunca se podrá aspirar a solucionar sus problemas estructurales. Porque la gran paradoja es que aunque se esté invirtiendo y dedicando más presupuesto que nunca la sensación del ciudadanos es que los problemas siguen ahí e incluso empeoran.
Sólo –y es algo que hemos repetido y escrito en numerosas ocasiones– cuando la sanidad salga del embarrado terreno de juego político y se integre en un gran pacto de Estado podremos aspirar como sociedad a mejorar nuestro tesoro colectivo. Hasta que eso no ocurra seguiremos poniendo parches a las inagotables goteras del sistema.
Mientras eso llega –que me temo no llegará nunca–, es una gran noticia que vayan mejorando las infraestructuras con el objetivo de que Málaga salga de la cola en las ratios de médicos y camas por habitante. Ojalá algún día nos demos cuenta de que tan importante es un médico, un enfermero o un administrativo como el consenso capaz de organizar, priorizar y reestructurar la sanidad.
Bienvenido sea el tercer hospital y, esperemos, que pronto podamos escribir lo mismo sobre el tren del litoral, la carretera de Ronda A-357, la hiperronda del Este, la mejora del tren del Cercanías, las ampliaciones del aeropuerto y la estación de tren y los imprescindibles proyectos del plan hidrológico de Málaga. Porque esta provincia pide a gritos mejoras e infraestructuras para no quedar asfixiada por su propio éxito.
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