Solución Estepona
La gran diferencia es que el resto de ayuntamientos piden que les hagan las grandes obras; allí las hacen
En Málaga deberíamos acuñar y exportar un concepto político que daremos en llamar la 'solución Estepona'. Es muy sencillo: consiste en llorar menos, criticar menos ... la inacción de los otros... Y hacer más por uno mismo. La gran diferencia entre aquel ayuntamiento del extremo occidental costasoleño, con respecto a la mayoría de los de su clase, es que donde otros piden que se haga, estos ejecutan con iniciativa y fondos propios, sin pedir ni un duro (aclaración para los de la generación Zeta, antigua moneda española antes del euro).
Ya lo hicieron con el Hospital de Alta Resolución de Estepona. En el municipio necesitaban un centro médico, y como la Junta, que es quien tiene la competencia, no lo hacía, pues el Consistorio lo construyó y le dio las llaves a la Consejería de Salud para que lo llenara de médicos, de enfermeras y de pacientes.
Y ahora, lo van a volver a hacer con la desaladora. Ya tienen los terrenos donde colocarla y el proyecto. Si les dan los permisos medioambientales, en pocos meses estarán produciendo agua dulce para todo el municipio y hasta para exportar; y encima a un coste reducido gracias a las energías renovables.
Lo del alcalde José María García Urbano y su equipo es una rareza, sobre todo en asuntos de calado: tal nivel de proactividad es algo que choca con la costumbre local de demandar y exigir a otros que (nos) hagan. Si encima son del partido contrario, ya lo que toca es despotricar, como si la crítica no fuera un medio para llamar la atención y conseguir algo, sino un fin en sí mismo. Para hartazgo generalizado del votante medio.
El proyecto de la desalinizadora compacta ofrece agua para la Costa (en la medida en que Estepona y su entorno consuman esta, no gastarán la del pantano de La Concepción); sin coste para otras administraciones; barata para los vecinos y con una producción casi inminente. El modelo es fácilmente replicable en otros municipios costeros donde ya están viviendo unas duras restricciones, especialmente en la comarca de la Axarquía, donde Gobierno y Junta siguen mareando la perdiz sobre la gran central que se pretende construir.
El invento sólo necesita los permisos ambientales para la toma de agua y para la tubería de evacuación de las salmueras, y es aquí donde aparece el gran escollo, pues estos trámites suelen tardar años. Pero también el grifo de los papeles es una forma de hacer política partidista: abierto y con el agua corriendo, valga la metáfora, cuando y donde interesa; cerrado y con cuentagotas, cuando no. Habrá que ver cómo encaja en esta ecuación la 'solución Estepona'.
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