Saber estar
En la vida hay que saber estar, y si no se puede o no se sabe, es mejor no estar. Por saber estar me refiero ... a hacerlo de una manera sostenible, con respeto a los demás, sin incordiar, procurando sacar un beneficio razonable pero no a cualquier precio. Viene esto a cuenta de la vuelta de los patinetes de alquiler a Málaga capital. Actualmente son tres marcas las que operan con este modelo de aplicaciones móviles, cuando llegaron a ser una decena antes de la pandemia. El problema es que después de meses de experiencia no han aprendido nada de lo que la ciudad les demandaba, así que, sean muchas o pocas, causan los mismos problemas a los ciudadanos, aunque el radio de dispersión del fastidio sea lógicamente más limitado.
Desde el principio fui un defensor del modelo de la movilidad eléctrica de uso compartido, pero visto lo visto ya no lo soy tanto. Es evidente que muchos usuarios son incívicos y dejan los patinetes aparcados o directamente tirados en cualquier sitio, lo que incluye generalmente abandonarlos en mitad de una acera o en el rebaje de un paso de peatones que necesitan las personas con discapacidad, los carritos de bebé y los mayores; cuando no directamente en el lugar más transitado de la calle Alcazabilla, que también lo he visto recientemente.
Este es el hecho objetivo, que muchos de sus clientes por principio no respetan los más elementales rudimentos del respeto, y es porque las empresas se lo permiten. Si al aparcar mal les viniera un cargo directo de 30 euros, ya les digo que se lo pensarían dos veces. Además, visto lo visto, para operar con garantías tendrían que tener un número suficiente de operarios desplegados en los puntos más calientes para corregir lo antes posible estos desaguisados.
La ciudad les presta, de momento sin cargo, las calles para que hagan negocio; pero su parte del pacto (que ese beneficio no sea a costa del ciudadano) evidentemente no se está cumpliendo, y de nuevo arrecian las críticas, con razón, de residentes, mayores y personas con movilidad reducida que ven su espacio vital en las aceras tomado injustamente por los operadores privados de alquiler de patinetes.
Después de muchos meses de experiencia con este tipo de servicios creo que ha llegado el momento de hacer un ultimátum, al amparo de la Ordenanza de Movilidad que ya está tardando mucho más de la cuenta en ser aprobada. Si alguna de estas marcas quiere seguir en Málaga debe demostrar una implicación infinitamente superior de la que ha tenido hasta ahora: vigilar y sancionar a sus usuarios, crear plantillas adecuadas de controladores y servicios telefónicos inmediatos de atención a los afectados.
Si no existe un compromiso real para saber estar, será mejor que no estén.
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