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El fracaso tiene un punto egocéntrico, el mismo que el triunfo: creemos que nuestras derrotas y nuestras victorias les importan a los demás tanto como a nosotros mismosSecciones
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El fracaso tiene un punto egocéntrico, el mismo que el triunfo: creemos que nuestras derrotas y nuestras victorias les importan a los demás tanto como a nosotros mismosNunca aprendí a jugar al ajedrez. De adolescente, lo intenté con cierto ahínco: ya que no sabía moverme por la vida, al menos me aplicaría ... en ser capaz de hacerlo en el tablero. Y que viste mucho saber qué es la defensa siciliana, que también. Desafortunadamente, pronto me percaté de que mi talento no daba más que para jugar a la brisca. Bueno, ni siquiera.
La brisca no tiene el prestigio del ajedrez, pero es igual de puñetera. Yo me mosqueaba con mi abuela, que hacía más trampas que un tahúr del Misisipi. Jugábamos en el balcón durante las noches de verano, después de que mis padres se hubieran acostado. «¡Eres una tramposa!», susurraba yo para no despertarles. Nadie era testigo de las artimañas de mi abuela, pero tampoco de mis fracasos. Algo es algo. No es el caso del ajedrecista Magnus Carlsen, el número uno del mundo que hace unos días, tras perder contra Gukesh Dommaraju, un chaval de diecinueve años, pegó tal puñetazo en la mesa que las piezas salieron volando. Inmediatamente, consciente de las miradas, le tendió la mano al rival.
El fracaso tiene un punto egocéntrico, el mismo que el triunfo: creemos que nuestras derrotas y nuestras victorias les importan a los demás tanto como a nosotros mismos. En un artículo de la revista 'Destino', escribía Josep Pla que un amigo, ajedrecista aficionado, le contó que una tarde se le plantó un señor detrás de su silla mientras jugaba una partida en el casino. Tenía el desconocido un gesto tan meditabundo, tan concentrado, que daba la impresión de ser un entendido en la materia. «Cuando, habiendo ganado, me levanté del tablero, pensé que aquel señor me diría algo relacionado con el juego. Me dijo: «¿Sabe usted que le clarea mucho el cabello?».
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