A piel de calle
El jueves fue un día emotivo para quien escribe esta columna. El lector habitual de 'El alféizar' habrá observado que quien firma este artículo evita ... hablar de sí. A lo sumo, y como exige las características de la columna, ofrece su opinión. Pero en esta ocasión, y de manera excepcional, sí deseo hablar de lo que viví el pasado jueves: jornada en la que al atardecer se presentó desde Málaga mi primer libro, 'A piel de calle'. Una obra con 39 relatos cortos que comienzan en París, ciudad del amor, y termina en Málaga, ciudad de la luz. Los capítulos, iluminados por el evangelio de San Juan, ofrecen un recorrido espiritual en la búsqueda de la verdad.
Cuentan que el apóstol Juan, al final de sus días, cuando vivía en Éfeso pedía que lo llevaran a la asamblea de los cristianos. Cuando se encontraba entre ellos, anciano y debilitado, sentado en una silla, siempre les decía lo mismo: «Hijitos, amaos unos a otros». Tal era la insistencia que sus discípulos le preguntaban: «¿Por qué siempre dices esto?». Y respondía: «Porque este es el precepto del Señor y su solo cumplimento es más que suficiente».
Eso es lo que busca el protagonista de 'A piel de calle': cómo amar en libertad en medio de la vida que emerge a dentelladas fuertes y calientes, como escribiese García Lorca. La presentación en el Museo Jorge Rando, que abrazó a quienes participaron del acto, fue mágica y hermosa. Así lo vivimos quienes estuvimos allí. Personas de muchos estratos sociales y procedencias: abogados, periodistas, políticos; refugiados, empresarios, sin techo; docentes, artistas, desempleados... El jueves se vivió un momento inolvidable envuelto en amistad y cariño; apoyo y cercanía. Jorge Rando, Virginia Gámez, Vanesa Mateos, Adolfo Arjona, Cristina Mena o Juan Cano, entre otros tantos nombres, regalaron al autor del libro un momento mágico y flamenco mecido por la suave tarde, el sonido de las gaviotas y las campanas del convento vecino.
¿Me permites una sugerencia si leyeras 'A piel de calle'? Quédate solo con lo que aporte a tu vida y espiritualidad. Tendrás en tus manos un puñado de páginas donde se ha impreso otro montón de letras y algunas imágenes. Déjate llevar por lo contado sin juicios ni prejuicios; dejándote seducir, llegado el caso, por lo que te inspire lo escrito. Y si tienes a bien, te invito a leerlo junto al mar.
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