Notillas por la Magna
INTRUSO DEL NORTE ·
Y llega la procesión. Tan sólo habrá que imaginar el olor a azaharLlega la procesión Magna. Llega la luz en un otoño dulce. Llega aquella Semana Santa que nos robaron el año que nos robaron, también, la ... primavera. Y estaré, y volveré al nivel del mar antes del sábado. Y sacaré las fotos que pueda, y rezaré con algún moscatel encima por recuperar las mejores tradiciones. Ya Jaime Moreno y yo hablamos de la necesidad de la Magna, de demostrarle al mundo y al país que no sólo el azahar hace la fe. Lo sabemos y lo haremos. No hay previsión de lluvias, y en esto el Cielo ha tenido que haber influido.
La fe. Ahora que escribo sobre la Magna empiezo a reflexionar sobre la fe. Sobre la belleza que lleva a Dios, y el Dios que lleva a la belleza. El otro día en una iglesia de Castilla la Vieja volví a sentir la llamada. Nada de un seminario, pero sí de mirar más en el interior y en la trascendencia. Más ahora que el terror ha estado tan cerca. Justo debajo del órgano, mi Tito Enrique quiso robar del cepillo para unas cañas y yo lo impedí. Es lo que tiene mezclar el alcohol con el síndrome de Stendhal.
Terrorismo. Me sobresaltaron las imágenes de Lagunillas. El mal existe y vive entre nosotros. Quizá comprender esto es lo que nos haga más libres. Saber del miedo, que es vecino, es un peaje de la libertad por el que habremos de transitar. Sobre todo, también, hay que reconocer a la Guardia Civil. Sin que lo supieran, el otro día invité a una pareja benemérita a un café en el Puerto del León. Es mi agradecimiento a estos héroes mal pagados. A los que Marlaska y Gámez tanto denigran por palabra, obra y omisión.
Diario. He pensado en hacer un diario. Un diario de un exiliado. Un diario de alguien que no ve el mar todo lo que quisiera. Un diario íntimo y público, paseado, en el que salgan las gentes y los lugares que uno va visitando. Después del secuestro civil de la pandemia necesito no sólo calle, sino espacios abiertos.
Más allá hay que volver a la procesión, a lo histórico. Que Málaga salga a la calle con las fuerzas y las ilusiones intactas. Que todo lo profiláctico que se quiera, será un Sábado Santo con todas las de la ley. Yo vuelvo a sentir los nervios de siempre y los de nunca. Dice mi amigo Agustín que me ve más feliz, y quizá sea el leitmotiv de todo este artículo: una primavera completa en pleno octubre. Eso es la dicha.
Fui, como avisé, al concierto de Hombres G. Y se me vino la juventud encima. Andaban por allí Santiago Molina, Ferrer-Dalmau, Garabito y mucha gente de este oficio de ir, ver y contar. Como yo cantaré la Magna en estas páginas que tanto amo. Lo juro.
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